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Estados Unidos Estados Unidos · Chicago
Críticas de Donald Rumsfeld
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Críticas 80
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
7 de diciembre de 2023
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Ummmh, eeehhh, esto, qué, quién, ¿por qué?

-Christopher, soy Donald, ¿Qué tal todo? Ya he visto que estás…

-Donald, joder, que aquí son las dos y media de la madrugada.

-Ya verás, te voy a hacer un Inception que mañana no te va a reconocer ni a tu mujer.

-Pero que... ¿Qué pasa? ¿Putin ha pulsado el botón? Espero que sea así de importante.

-Pues casi. Resulta que estaba aquí viendo la película con la Familia y nos han surgido ciertas dudas. ¿Cómo decirlo? Verás, hay quienes piensan, y solo te diré que tienen bigote, que dado que en la mayor parte de los universos paralelos vuestra civilización ya ha colapsado y que para lo que os queda a vosotros en el convento…

-Te importaría abreviar un poco. Es que mañana tengo que sacar a pasear al perro con mi Escalade. Ya sabes.

-Sí, bueno, esto… mira, todos estamos de acuerdo en que tiene merito hacer películas adultas en un mundo infantilizado. Lo fácil, según Pol, sería hacer otro producto de evasión, pero tú ahí sigues, logrando que los estudios financien tus pelis para hombres de pelo en pecho, y eso, todos lo reconocemos, tiene su mérito, porque baratas no son.

-Me han despedido.

-Calla y presta un poquito de atención. El tema, y en esto estamos de acuerdo Richard, Ronald y yo, es que detrás de ese canto a los milagros de la ciencia y la planificación estatal, no hay más que espectáculo. Es decir, pese al rojerío que destila tu guion.

-¿Has visto cómo se llama? Es un biopic. ¿Qué esperabais? ¿Una lección de Física y otra de Historia? No, es una película que va sobre la vida y obra de alguien.

-A ver, Christo, que de eso ya nos hemos dado cuenta. Y te agradecemos mucho que en esta ocasión nos hayas perdonado las lecciones. Sí, te has ahorrado esas explicaciones que tanto te gustaban y que solo servían para confundir. Y eso también está ok. Pero el tema es que algunos creen, y no quiero señalar, que ese guion a lo Sorkin no encaja demasiado bien con la historia que cuentas. Esas frases rápidas, ese montaje fragmentado, esos saltos temporales solo la enrevesan. Según algunos con bigote, bajo esa superficie, tan móvil y deslizante, solo se esconde una insólita trivialidad. Yo no estoy muy de acuerdo con eso. Pero respeto mucho las opiniones de la gente con bigote. Y tú también deberías hacerlo.

-Ya sé de qué hablan. Lo sé. A mí también me lo pareció un poco. Quiero decir, ese montaje tan estúpidamente posmoderno, ¿verdad?, y todo para disfrazar el mismo cuento de siempre. El héroe. La adversidad. El triunfo del bien. Democracia para todos. La esencia de la película es tan idiota que me avergüenza un poco.

-No le des muchas vueltas. Nosotros, Christo, entendemos perfectamente que no quieras tocar el complejo industrial-militar. Es un tema muy feo y desagradable. De verdad que lo entendemos. Yo incluso respaldo la idea de vender todo el proyecto como un logro. Y te lo digo porque según los del bigote la utopía con la que soñaban los científicos del pasado se ha materializado en la distopía del presente, y que, por lo tanto, todos esos cantos de sirena sobraban un poquito. Es decir, ¿te das cuenta del punto en el que estáis?

-Esas bombas salvaron muchas vidas.

-Claro, claro, la guerra es la paz. Por supuesto.

-Y él tiene unos remordimientos de a cien mil dólares el fotograma.

-Como toda persona que haya tenido que tomar decisiones importantes, Christo, pero ese no es el problema.

-¿No?

-No. El problema es todo ese rollito romántico en ese envoltorio tan posmoderno. Es como juntar el hambre con las ganas de comer. Tu película no habla de la deconstrucción del individuo o de la sociedad liquida, no es una película francesa y ni siquiera La Red Social. Te lo digo con cariño, esos saltos cronológicos, ese blanco y negro y esas chorraditas sobran. Que pareces tonto. Y eso por no hablar de la puesta en escena… ¿No está el desierto demasiado limpio de paja y polvo? ¿No son demasiado sexys las amantes? ¿No has hecho de tu personaje santo y mártir?

-Es judío. Además, pensaba que grabándolo todo tan oscuro no se iba a notar.

-A ver, Christopher, no me malinterpretes. Hay mucha audacia en tu película. Tiene mucho merito lograr que un adulto contemporáneo sostenga la atención durante casi tres horas con una sola explosión. Y más si el tema en central, en vez del clásico personaje folclórico, se trata de un Físico. Ser capaz de crear una tensión narrativa a partir de ahí es toda una hazaña. Eso te lo admitimos. Hay tensión. Pero claro, te cubres las espaldas con una carrera nuclear que te sacas de la manga. Nosotros ya estábamos haciendo pruebas mucho antes de que los bolcheviques iniciaran su programa. Y los nazis no tenían los recursos necesarios.

-Recursos, sí. Recursos dramáticos lo llamo yo.

-Llámalo como te plazca. Pero alguien podría pesar que no es más que incapacidad para extraer el drama de una historia a la que de por sí ya le sobraba.

-A… a todo esto, ¿cuál… cual es esa… esa duda tan… importante?

-No llores Christo, que siempre que hablamos te pasa igual… Pues dudas tenemos muchas. Por dónde empezar… ¿Es verdad que la explosión no es un efecto digital?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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5
11 de septiembre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de abordar una serie como esta me veo en la obligación de aclarar un par de puntos que ciertamente pueden condicionar mi juicio. Veréis, a pesar de lo que dicen las malas lenguas, y con esto no me refiero para nada a mi esposa, yo tengo un problema con los sueños. Sí, el tema es que cuando llegué a la adolescencia descubrí, durante una clase de Religión, que no solo podía dormirme a voluntad sino que mientras lo hacía también podía manipular a placer la naturaleza de mis sueños. Así que mientras mis compañeros tomaban apuntes, yo me dedicaba a explorar las profundidades marinas, a contemplar el amanecer desde Marte o a explorar la selva a machetazos. La cosa no quedó ahí y a medida que fue despertando mi curiosidad comencé a incluir a las mujeres dentro de mis sueños. Para cuando tenía 16 siempre me aseguraba de incluir una sirena en el fondo del mar, una alienígena en la cima del Olimpo, una ardiente indígena de pechos pequeños pero firmes junto a la entrada de El Dorado… Con 17, en vez de una, comenzaron a ser varias. Todas ellas extraordinariamente parecidas, pero mejores, a las que mi juicio eran las tías más buenorras del momento. Como es natural, tras un breve saludo en el que no solo me daban su consentimiento sino que a veces incluso me suplicaban que les hiciera auténticas barbaridades, me montaba tríos con Erika y Pamela, desarrollaba mi elasticidad junto a la Britney y la Minogue y de postre hacía cosas con Meg Ryan que hacían parecer el Kamasutra material de parvulario.

En fin, ya sabéis cómo son los sueños y cómo es la día a día. El caso es que la gente me preguntaba que por qué me pasaba tanto tiempo durmiendo y yo no sabía muy bien cómo explicarlo sin provocar traumas o rencores. De hecho, esto, lo del trauma, era algo que me pasaba incluso a mí mismo. Porque la verdad es que las mujeres reales se me antojaban como que muy decepcionantes. Y eso por no hablar de la flexibilidad. Solo para compensar tan tremenda desilusión tuve que hacer ciertas cosas de las que no quiero presumir. Lo hacía por curiosidad, por afán explorador, sí, pero también para no tener que admitir que las mujeres de verdad no se parecían en nada a las chicas tan curiosas y simpáticas que me esperaban al otro lado de la realidad. Es decir, no quiero presumir, pero durante años fui un soñador. Sí. Un soñador y un putero. Así es. Ahora que ya es agua pasada, no me importa admitirlo.

A efectos prácticos no había local que no me conociera en cincuenta kilómetros a la redonda. El de la salida de la nacional: check. El que está frente al casino: check. Los dos del polígono: check y check. A mí me iba bien todo. Del Bombón, que lo cerraron después de lo de la redada, fui socio tres años. Incluyendo dos de matrimonio. Y respecto a esto último no quiero engañaros, algo así, en un primer momento, puede resultar bastante difícil de maquillar a la hora de hacer las cuentas. Entre la gasolina, las copas y las chicas la cosa solía salirme cara. Afortunadamente, cuando al fin logré pasar a ser considerado como un habitual y ellas ya me llamaban por mi nombre y los dueños se interesaban por mi descendencia y hasta me dejaban entrar con el perro, los precios se fueron moderando. Es decir: una vez hay confianza, si una hora son 200, media pueden ser 100. Y 5 minutos pueden ser 15. ¿Veis a dónde quiero llegar?

Yo he tenido chicas que me facturaban por minutos, así que sólo necesitaba ir con todo preparado, despacharlas con un movimiento a lo Matrix y dejarles los 10 eurillos sobre la mesita. Y eso incluía la propina. Con la práctica, llegué a ser tan eficiente que si me hubieran facturado por segundos habría tenido que pagar con pipas. <<Solo necesito 8 segundos y medio>>, les aseguraba con la bragueta desabrochada, <<y por eso es por lo que estoy dispuesto a pagar>>. Desgraciadamente, todas se aprovecharon de mi trauma y ninguna quiso aceptar, pero por un tiempo yo mismo barajé la idea de hacerme emprendedor, darle al mundo un poco de lo que tanto parecía necesitar y abrir un local donde solo se cobrara por obra y servicio. Ya tenía elegida hasta una parcela situada bajo la augusta protección del toro de Osborne, porqué ¿acaso podía haber algo más español que un toro sobre la colina con el prostíbulo a sus pies? Aún sigo pensando que algo así hubiera supuesto un gran impulso para el desarrollo y el turismo. En cualquier caso, una vez lograba que me dejaran pasar con el perro, irme de clubs podía llegar a salirme tan barato que con el dinero que me ahorraba me daba de sobra para tomar clases de golf, regalarle a mi esposa alguna chuchería y apadrinar a un par de niños.

Así que, bueno, quizá de otra cosa no, pero de prostitutas soy lo que se podría considerar un especialista. Y cuando vi que esta serie iba sobre prostitutas de Nueva York, me entró el gusanillo de la añoranza y me pregunté si las de allí serían parecidas a las de mi zona. Según puede concluir, lo son algo durante los primeros capítulos y luego ya nada. Porque al poco de empezar cambian y ya son otras. Es decir, que aunque en un primer momento la cosa promete, los personajes, y no sólo los de ellas, son tan falsos como los de cualquiera de esos dramas prefabricados que suelen ganar los premios, que las historias <<a pie de calle>> son sustituidas rápidamente por tramas burguesas de sobra conocidas, y que del mismo modo el desarrollo del tema central y el de los personajes y sus relaciones se transforma en una especie de denuncia social que no es más que una cáscara vacía. Incluso lo que parece ser el punto de partida de la serie, la explotación sexual de aquellas mujeres mientras simultáneamente se las usaba para fraguar el imperio inmobiliario de la Nueva York moderna, se acaba diluyendo entre un revoltijo de historias más desgatadas que la x de mi viejo teclado.
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Donald Rumsfeld
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Russia 1985-1999: TraumaZone (Serie de TV)
SerieDocumental
Reino Unido2022
8,0
45
Documental
9
28 de junio de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta ahora, a grandes rasgos, los documentales de Curtis se han caracterizado por ser compendios de imágenes de archivo sobre las que el director exponía su visión de la sociedad contemporánea. A pesar de lo inmediato de sus temas, son documentales tan abstractos y centrados en sus imágenes que, incluso sin voz en off, es decir, aun prescindiendo de los ejercicios de contorsionismo mental y de las rimbombantes afirmaciones que suelen llevar asociados y que tanto gustan a su director (su manera de razonar tiene mucho de giro de guion), sería difícil confundirlos con los de cualquier otro.

Pues bien, Traumazone renuncia a todo eso para erguirse como la obra más experimental dentro una filmografía tan poco comercializable como puedan serlo los documentales de tres horas sobre temas que siempre comienzan en blanco y negro. Y no sólo no hay voz en off sino que la única música que suena es incidental y las imágenes apenas son un collage sin más orden que el cronológico. Es decir, no hay ni florituras visuales ni oscuros temas de techno. En él ya no se juega con la puesta en escena, con el uso del color o con la nitidez de la imagen, y mucho menos con un montaje que, en esta ocasión, es seco, abrupto y completamente funcional, y mediante el cual, más que asociar ideas, se disocian vidas y circunstancias, pues lo que aquí importa no es lo que une sino lo que separa.

Sus pretensiones también son -algo- menores: ya no se trata de examinar el papel de la tecnología o el de la propaganda a lo largo de la historia contemporánea, sino que el documental está confinado a apenas dos décadas y a un contexto estrictamente determinado. Primero, al final de la unión soviética, y, después, a los rusos y sus convecinos. Traumazone está protagonizada íntegramente por ellos, su día a día y sus rutinas, sin más intromisión del director que unos cuantos subtítulos para ponernos en contexto. El único nexo entre las diferentes imágenes y testimonios es el hecho de que todos lo estaban sintiendo. No necesariamente la caída de la Unión Soviética o la llegada de la “democracia”, sino, simplemente, la realidad que ante ellos se desplegaba.

Hay rusos de todas las condiciones y en las más diversas circunstancias. El documental abraca el espectro social completo y reparte entre ellos tiempos bastante equilibrados, desde el presidente hasta el mendigo, desde la línea del frente hasta la Siberia profunda. El director, eso sí, se dedica a jugar con esos contrastes geográficos y sociales para realzar el esperpento en el que fue transformándose una situación que era terrible y que después no lo pareció tanto. En ese uso de la ironía está la única constante respecto a sus anteriores documentales.

Sin embargo, a pesar de haberse ceñido a tan estrechos márgenes y depender en gran medida del testimonio de terceros, el documental no es más que la -puesta en escena- de las tesis que su autor ya había manifestado. Solo que lo que allí era teorías, aquí es rutina. Según Curtis, es difícil comprender lo que sucede en el plano social, y, en cualquier caso, el propio acto de la comprensión no es más un ejercicio inútil, pues la realidad se ha vuelto tan compleja y articulada que no es posible ordenarla puesto que toda acción interactuará con los procesos que ya están en marcha hasta acabar desvirtuada. Además, la hipernormalización, con sus miedos y apatías, con sus mundos virtuales y sus Disneyworlds, con sus simulacros y sus tecnologías, ha desintegrado la sociedad y anulado a sus individuos, de tal forma que ni tan siquiera es posible concebir alternativas. Estas son las tesis que en Traumazone se convierten en la rutina de millones de personas.

Según retrata, a la miseria de un comunismo agonizante, tan estúpido y acomplejado que incluso soñaba con ceder la gestión de la sociedad a un sistema informático, le sucedió una privatización masiva que rápidamente degeneró en la pesadilla anarcocapitalista de la que surgieron los oligarcas. En la práctica, el sueño liberal desembocó en que unos pocos se repartieran bombones, <<para endulzar la vida, porque hay afuera la cosa está muy fea>>, mientras el resto perecía de hambre y frio; y la corrupción, masiva antes de liberalización y absoluta después de ella, se volvió tan sistémica (la corrupción era el sistema) que en las factorías de coches las mafias esperaban con la llaves al final de la línea de montaje.

Goethe dijo que prefería la injusticia al desorden, viendo este documental es fácil entender porqué. Platón, sin una Historia en la que mirar, escribió que la democracia, especialmente en tiempos de crisis, puede transformarse fácilmente en una oligarquía, y que ésta, a su vez, debido a luchas internas o a su precario equilibrio (no es fácil controlar a las masas que tienen poco o nada que perder), acabará evolucionando a tiranía. Para él, curiosamente, la tiranía es el resultado de dar a las masas una libertad que no saben gestionar.

En el caso de Rusia, llovía sobre mojado. Tras la caída del régimen se construyó en una noche una democracia que no fue más que otro simulacro, como de costumbre, específicamente diseñado para que las multinacionales occidentales perpetraran su atraco. Del caos necesario para llevar a buen puerto el asalto, se alimentó un miedo que nunca se había ido, y los rusos, sumidos en un desorden enloquecedor que recorría todos los estratos, en medio de ese simulacro en el que las cosas dejaron de funcionar mientras se caían a pedazos, pudieron experimentar qué es lo que pasa cuando un gobierno cede por completo su puesto a la iniciativa privada. Y es que, llegados a un punto, también a ellos les quedó claro que era preferible un orden injusto a cualquier ley de selva, por muy libertaria y tolerante que esta fuera. Astutamente, el documental acaba con la llegada de Putin al poder.
Donald Rumsfeld
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3
19 de abril de 2023
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No solo soy influencer, también soy una persona humilde. Y sencilla. Así que no me gusta presumir, pero, dado que voy a analizar una película tan esistencial y profunda, os confesaré una cosita: para mí no hay secretos respecto a lo que sucede dentro de la mollera. Baste decir que Tik-Tok, Twitter e Instagram han sido mis maestros; que la vida ha sido mi escuela. Así que, sí, puedo afirmar, desde la humildad, desde el respeto, desde el amor, desde la serenidad y la omnicompresión de cuatro multimultiversos (con sus minerales, sus dietas, sus horarios laborales, sus ocios nocturnos y sus galaxias de las afueras), que estoy vastamente familiarizado con el mundo de las ideas, y también con la realidad. Por eso, y solo por eso, dejadme que os saque de dudas y os aclare, desde mi humilde pero ciertamente elevada posición, que este peliculón es una Obra Maestra. Desde un punto de vista cinematográfico, desde el esistencial y un poco también desde el pragmático. Hablando con propiedad privada, podríamos estar ante un cambio de paradigma como no había visto desde las magnas obras de Jordan Peterson y Paulo Cohelo. Un vuelco de proporciones cósmico-galácticas al modo en que el ser humano se ve a sí mismo dentro del universo y también desde fuera. En otras palabras, y por hablar aún con más propiedad privada, si cabe, es imposible volver a ser el mismo después de haber pasado por algo así. No hay retorno. Es como ir a hacerse un selfie a un agujero negro mental: una vez atravesado el horizonte de ideas no sirve de nada poner la marcha atrás. Da igual los caballos del coche o que tenga tracción a las cuatro ruedas, la movida lo atrapa y no hay manera de escapar. Porque sí, aquí hay ideas. Ideas profundas. Ideotes muy tochos. Pensamientos y emociones de esos que te pega un vuelco el corazón y se te queda conmovida la esitencia. Cinematográficamente hablando, ¡oh!, cinematográficamente… ¡cinematográficamente! Sí. Y estéticamente, ¡oh!, ¡estéticamente!... En fin, no quiero abrumaros con tecnicismos que solo unos pocos maestros de la serenidad y el feng shui puedan entender. Yo prefiero hablar con la sencillez y la humildad con la que Jesucristo guiaba a sus pupilos.

Sin entrar en detalles, el peliculón se sitúa en lo que se podría llamar el universo de los oprimidos. De los oprimidos de verdad. Es decir, alguien se imagina algo peor que regentar una lavandería y además ser chinoamericana. Es una cosa tan dura, es decir, ¡tan dura!, que da igual como se empiece a ver la película, siempre se sale de ella supersupermotivado. Drogas, guerras, miseria, calentamiento global, lo que ustedes quieran, una vez acaba la película, el mundo siempre parece mejorar.

Por poneros en situación: nuestra heroína y personaje principal no solo es una mujer muy oprimida por la realidad y las ideas, sino que también está casada con un chino y tiene una hija adolescente, un hermoso ser de metro y medio y generoso peso. Además, para colmo de males, se ve en el kafkioso trance de tener que hacer una declaración de la renta, y lo que es aún peor: sola. Afortunadamente, nuestro avatar cinematográfico es un ser (vivo) con volumen y (ergo) capacidad, por lo que para aprender a sumar tan solo necesita que la Mágica Mano del Destino (aka: Dios) acuda en su ayuda, ponga a su disposición una exquisita selección de multiversos y le repita un decena de veces la lección. Primero gentilmente y luego ya con tirones de oreja. Porque nunca se sabe lo que te puede pasar en esta dimensión cuando, aparte de no saber sumar, tienes una hija tan superdesagradable y un marido tan patán. Afortunadamente, en ninguno de los multiversos que visita es minera o esclava sexual, nunca vive en China y trabaja en una fábrica, jamás le falta un diente con el que pronunciar las eses correctamente o se queda calva, sino que siempre, id est: en todos los casos, le tocan personajes y situaciones muy-muy locas y supersuperdivertidas, gracias a las cuales puede upgradearse e ir aprendiendo a sumar, poco a poco, de manera paulatina, con mucha calma y serenidad, para así hacer más llevadera su asfixiante esistencia. Es en esta situación en la que el peliculón, a través de una puesta en escena minimalista y llena de pausas y silencios que dejan espacio a la reflexión profunda y el pensamiento superior, va dejando caer sus perlas de sabiduría total.

Obviamente, algo así, con tanta idea ardua y ontológica, puede no parecer para todos los públicos, y quizá sea recomendable estar versado en teología y geometría para entender el meollo del asunto y, por así decir, de la esistencia; la cual, tras procesar una propuesta así de radical, de nutritiva y sustanciosa, pero sin grumitos, se verá radicalmente alterada al punto de que incluso, ¡sí!, de que incluso os pueden entrar ganas de iros a la cama sin cenar ni nada. Es decir, ni tan siquiera un cola-cao. Por decirlo de una forma pragmática y eficiente: la película parte de una realidad externa a la propiamente humana, una realidad, ¡sí!, en la que reside el sentido de las cosas y de la vida más en general, para inferir que no importa que en esta vida seas un desgraciado si en algún multiverso tu otro yo ha aprendido a sumar y tiene una vida plena, llena de aritmética y de un poquito de todo lo demás. Es decir: ideote gordo, original, para nada trillado del judaísmo en adelante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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3
1 de marzo de 2023
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Bueno, no era cualquier cosa. Era dejar clarinete que él seguía siendo el alfa a pesar de la edad.

-Sí, me imagino que eso debe de llegar a la patata de los viejos.

-Además, un respeto, que no se folla a la camarera, sino a la dueña del Pub. El puto amo. ¿No te fijaste en su moto?

-Las gafas, la moto, el botox, los abdominales, la experiencia, los reflejos de alguien de veinte años, la agudeza visual de un águila, lo tenía todo salvo la calvicie.

-Era como entrar en un museo de la virilidad.

-Y lo mejor de todo es que, cuando acaba la película, él sigue siendo un enano.

-No es necesario que hables así.

-Pelirroja, no te enfades conmigo, si alguien respeta al cien por cien a los enanos, ese soy yo. Si hubiera sido por mí, en vez de siete, habría quince o dieciséis enanitos viviendo con Blancanieves. Además, hay muchos buenos actores bajitos en paro.

-Mi Teniente, los acondroplásicos han aportado mucho; y no solo al cine, sino a la historia de la humanidad. ¿Sabes cuánto medían Chaplin y Keaton? Y luego, si es de lo que se trata, Tom siempre ha sido un gran actor.

-Ahí te voy a dar la razón. Ya ves que te escuchó. Es más, desde que se rellenó de botox la cara, las escenas dramáticas las clava. Igual que su ex.

-Me encanta Pe. Tengo una camiseta con su cara xerografiada. Lo malo es que no me la puedo poner porque solo de verla me echo a llorar. Mira mi nuca, ¿ves?, solo de pensar en ella se me ponen como escarpias.

-¿Te he dicho ya que las mujeres con sensibilidad son mi debilidad?

-Tres veces.

-Siempre y cuando sean pelirrojas, claro.

-Eso me lo imaginaba.

-Sí, sabía que lo hacías. Pero no, no me refiero a Pe, a la cual admiro muchísimo, me refiero a la otra, a la tísica con cara de cabreo.

-Qué va, esa no es su cara. Su cara ya pasó a mejor vida. Pero es verdad, con esa incluso las escenas cómicas dan un poco de miedo.

-Lo que quiero decirte es que, como espectador, me parece fenomenal todo eso de un poner a un montón de enanos con poca autoestima metidos dentro de unos aviones muy tochos y extraordinariamente caros para cargarse a los malos y permitir que nuestra civilización siga funcionado con respiración asistida. La violencia asimétrica siempre es la respuesta.

-A mí las escenas aéreas me gustaron mucho. No te imaginas la cantidad de energía que se necesita para romper varias veces la barrera del sonido.

-El problema, Sargenta Ortiz, y presta atención a lo que te digo, el problema son los calvos. Porque está muy bien eso de que haya un montón de enanos en cualquier época y en todas partes, y aún mejor que los latinos, en vez de sobre, sigan infrarrepresentados, ¿qué se le va a hacer si a pesar de ser bajitos son tan feos?, pero lo de los calvos es una espinita que tengo clavada. Es algo que me pregunto cada vez que veo algo ¿Por qué apenas hay calvos? ¿Es que las vidas de los calvos no importan?

-Bueno, algunos se rapan el cero.

-Sí, pero no es lo mismo en absoluto. No son calvos de verdad. Y para un calvo de verdad ver a una persona rapada puede ser, en función de su autoestima, tan hiriente como ver a esos blancos que se untaban en betún para simular ser negros. Estrictamente hablando, salvo por temas militares, raparse la cabeza es algo tan ofensivo que me asombra que Breaking Bad aún no haya sido censurada. O eso o que financien injertos de pelo para todo el mundo. Una de dos.

-¿Pero no tenía cáncer?

-Justo ese es el problema. La estigmatización. Pero los calvos no son malos, son personas normales como tú y yo, solo que sin pelo.

-¿Y los calvos que quieran seguir siendo calvos?

-No le busques los tres pies al gato, pelirroja. Te estoy hablando de un problema muy serio. Y ya ves que ni siquiera es una movida personal. El tema es que, si bien es de agradecer que haya tantos enanos con su propio vehículo de combate, creo que no se está ponderando adecuadamente la importancia que los calvos tienen en el mundo. En mi opinión, habría que nominar a… no me acuerdo de cómo se llamaba… a la mujer de Will Smith al Oscar. Solo por su calvicie. Más películas de calvos y lo mucho que han tenido que sufrir. Eso es lo que se necesita. Ya la veo subiendo a recoger su Oscar mientras su enorme cabezón brilla cual orgullosa bola ocho, soltando un emotivo discurso sobre toda la mierda, las injusticias y las estúpidas bromitas que ha tenido que superar mediante la fe y el sacrificio. Sí, esa mujer, con la ayuda del cornudo, sabría como tapar unas cuantas bocas.

-Cuándo lo dices así es que hasta me emociono, mi Teniente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Donald Rumsfeld
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