Cuando en los momentos dramáticos te da por reir y en los 30 últimos minutos sueltas un bostezo por minuto es que algo no funciona porque no logras empatizar con lo que te cuentan. Y es que el modo en que está rodada no ayuda demasiado a ello: esa especie de handycam con parkinson que te marea y te vuelve más ciego que la protagonista (¡es que la cámara no se está quieta ni cuando la toma permanece estática), esos planos que te cortan parte del encuadre, esa lente que se desenfoca... vamos a ver, que ni es un documental ni pretende imitarlo, porque no hay realismo alguno cuando la gente se pone a dar saltos y brincos coreografiando anuncios de compresas sin venir al caso. Qué horror. Y yo pidiendo la hora como el Madrid con el 5-0. ¿Es que no se acabará nunca esto?
Y sin embargo uno va pensando que los personajes están magníficamente construídos, que las relaciones entre ellos funcionan como los engranajes de un reloj suizo, que la esquimal esa actúa de un modo tan sublime que no parece un personaje ni una persona real sino algo que está más allá de todo eso.
Y luego, después de los 30 minutos últimos de bostezos ininterrumpidos y de algún que otro "¡no, por favor, otra vez a cantar y a bailar no!" llegan los 5 minutos finales y después de verlos apenas puedes respirar. Se te rompe algo ahí dentro que no se rompió ni con "Réquiem por un sueño" ni con "La tumba de las luciérnagas" y no puedes pensar en nada más ni sentir otra cosa que no sea una profundísima pena, no por el personaje sino por algo más abstracto.
No hay derecho, no se puede hacer algo tan bueno.

El mejor Ed Wood vuelve al ataque con el ex-luchador Tor Johnson y el no-muerto por excelencia con otro de sus terribles delirios de terror.
Nada tiene sentido y sin embargo todo funciona para el cinéfago.
Cuentan que tras la lucha de lugosi con el pulpo gigante en el estanque, aquel, alcohólico, morfinómano, casi moribundo, para entrar en calor tuvo que beberse una botella entera de bourbon. Seguramente tendrían unas cuantas por ahí cerca...

... y perdió la ilusión de trascender sus límites.
Tras la íntima confesión de "Glenn or glenda", la libertad épica de "plan 9 from outer space" y la melancólica megalomanía de "Bride of the monster", Ed Wood jr. se mofa del cine y ni siquiera su admirable panda de freaks logra mantener el interés del espectador.
Nada que ver con las desastrosas obras maestras antes citadas.

Soy un absoluto admirador de los clásicos de la Universal. Siento una especial debilidad precisamente por el original del 41, que los adeptos al género suelen situar un peldaño por debajo de los otros tres monstruos elementales: Drácula-Lugosi, Frankenstein-Karloff, Momia-Otravezkarloff.
Lon Chaney jr. es Larry Talbot. con esto no quiero decir que lo interprete sino que se trata de una equivalencia lógica, una tautología. Uno es igual a uno. Lon Chaney jr. no quería seguir los pasos de su padre, el hombre de las mil caras, el genio que podemos disfrutar hoy todavía gracias al fantasma de la ópera o al jorobado de Notre Dame. Lon Chaney jr. era el Larry Talbot de la primera mitad de la cinta: un caballero con cara de cachorrito, un pretendido galán, que terminó siendo el Larry Talbot de la segunda mitad: un atormentado, un monstruo para sí mismo. No en vano el hombre lobo es el único de los monstruos clásicos que siente remordimientos de sus crímenes.
Acaso Benicio sea demasiado buen actor para ser Larry Talbot. Larry Talbot es Lon Chaney jr. y rescatar al personaje original para hablar del hombre lobo es tan arriesgado como tener éxito sólo logrando una imitación perfecta de lo que fue, queriendo hacer una biopic.
Lon Chaney jr. era un actor justito y una persona probablemente infeliz. Del Toro supongo que será lo contrario. Pero ojalá sólo fuera ese el lastre de la película. Los personajes, en especial el padre, Anthony Hopkins, y el policía (horroroso) son esbozos sin alma, cada uno de ellos es una misma expresión que se pasea por el escenario. La chica, por lo menos, es guapa. La ambientación trata de recrear lo mejor de las dos versiones clásicas del mito: la niebla de la universal y el neoclasicismo de la hammer. No lo logra, pero el resultado es agradable.
Tiene cosas buenas, desde luego, pero poquitas. Los ataques del hombre lobo, por ejemplo. Hay un truco en los sustos (que se repite en dos momentos de la peli, vaya... les gustó la idea supongo) que funciona bien: se crea el clima del "prepárate para el salto dela butaca", te asustan y cuando te baja la adrenalina te vuelven a asustar sin haberte repuesto. Algunas muertes son muy buenas, otras... te hacen reir, en fin, las decapitaciones bruscas tienen algo de cómico siempre, no sé, demasiadas parodias de terror habremos visto...
Y luego hay algunos diálogos que parecen fabricados antes de haber concebido un guión en concreto.
El enfoque que han querido farle a la película tiene puntos muy interesantes que no se han desarrollado satisfactoriamente: el hijo pródigo, el complejo de edipo con una relación entre padre e hijo, entre dos actorazos, absolutamente desaprovechada.
Cuando leí en una crítica que los aullidos del hombre lobo estaban tomados del cantante de Kiss me habría caído al suelo de la risa si no me diera un poco de pena en el fondo...

Impresionante bodrio de los que han envejecido fatal. efectos especiales entrañables (o sea, de los malos), diálogos marcianos y una épica batalla contra un inanimado pollo de goma de dos metros. Si eres capaz de abstraerte y verla con perspectiva la disfrutarás.
A su favor tiene la más que correcta composición de la secuencia final.