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Críticas de Bruselprisci
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Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
2 de noviembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se puede entender como puede ser que un deporte como el rugby, tan lleno de valores puramente épicos y cinematográficos, haya tenido tan poca repercusión en la gran pantalla.

Se han rodado, hasta ahora, muy pocas películas sobre rugby, enfocadas a mostrar los valores y códigos del deporte más colectivo que existe: respeto por el contrario y el árbitro, solidaridad, compañerismo, pasión, disciplina y humildad.

Salvo en la tan manidamente criticada Invictus (que a mí me encantó) y siendo en ella, más que el centro de la trama, una excusa para retratarnos al gran Mandela y, también sólo transversalmente, en "¡Viven!" o siendo mostrado en algunas escenas de "Grita Libertad" y de "Una árida estación blanca", y siendo el centro de películas muy menores como "Play on" y la decepcionante "Forever Strong", el rugby como deporte no ha tenido su gran película como la han tenido otras disciplinas tan dadas a la épica como el boxeo, el beisbol o el atletismo.

"Mi hijo y yo" tampoco es la gran película del estilo de "Toro Salvaje", "Million dollar's baby", "El orgullo de los Yankees" o "Carros de fuego". En muchos aspectos me recordó a otra película menor y simpática como "Quiero ser como Beckham", pues es, tan solo, una cinta pequeña y sin pretensiones que utiliza el rugby como el hilo maestro para tramar una historia convencional de amor paternofilial, de superación y de compañerismo. No hay que buscar en ella ni más, ni menos.

Philippe Guillard, un rugbier, nos cuenta una historia sencilla y cotidiana en un pueblo de la Francia rural, donde los personajes son sencillos, sin grandes complejidades vitales: un padre ex-jugador amargado por su fracaso personal y obsesionado por hacer de su hijo una estrella deportiva, un hijo preadolescente que necesita su propio lugar en el mundo, el amigo fiel hasta la muerte que ha salido de "nadie sabe donde", el amigo pródigo que regresa y recupera una amistad interrumpida hace años, el enemigo envidioso y vengativo, el tuercas, la hija del tuercas, la estirada directora del colegio, el alcalde vendido al capitalismo multinacional, el polícía amigo de toda la vida y comprensivo..., todos ellos son parte de un universo rural, simple y sin pretensiones existenciales.

Y en el centro de la vida del pueblo, el rugby como modo de vida, con el partido del sábado centrando la semana y la amistad eterna de los compañeros que se convierten en amigos del alma para toda la vida.

Un homenaje a los rugbiers de todas las edades que viven y disfrutan sintiendo que gracias al compañero van a superar el miedo, los golpes, el barro, el frío, el dulce sabor de la victoria y la amargura de la derrota. Todos ellos son los ingredientes del cóctel del rugby que conforman una escuela superior para la vida y que te hacen mejor persona.

Lo dicho, "Mi hijo y yo" no es una obra maestra, pero en su pequeña sencillez nos hace pasar un rato agradable, divertido y lleno de buen rollo. A mí me ha encantado.
Bruselprisci
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