"Harry Potter" es una saga mágica y la idea de un especial 20 años después sonaba maravillosa. Pero no es el caso. Estamos ante un especial nada especial que el 80 % del tiempo parece sencillamente un making of realizado sin esfuerzo e incluido en cualquier DVD que se preste (de esos que lamentablemente casi nadie compra ya).

La magia brilla por su ausencia en todos los sentidos. El montaje es torpe y la iluminación, cuestionable. Además falta gente importante, aunque es lógico que Maggie Smith tuviera cosas mejores que hacer.

Lo peor, en cualquier caso, es la falta de naturalidad y química entre los protagonistas. Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson no parecen cómodos juntos, y apenas dicen nada que no supiéramos ya. Curiosamente, Helena Bonham Carter es quien, con su gracia innata, más saca tanto de ellos como de todo el especial. Tom Felton también ofrece verdad.

No hay demasiada emoción, porque no da tiempo: todo es demasiado rápido. Y, cuando se trata de forzar, se antoja, eso, forzada. Sí hay, no obstante, mucha verdad en las declaraciones en torno al precio del éxito.

En fin, HBO tenía la gallina de los huevos de oro y la ha desaprovechado. ¡Solo pensar en el dineral que habrá costado...! Como extras de un DVD, estupendo, pero como especial... Creo que todos merecíamos más.

Qué fiasco. El plano técnico es impoluto, a destacar el trabajo de los espacios. Pero los habituales caprichos narrativos de Manuel Martín Cuenca y los innegables errores de casting vuelven imposible creerse una sola de las acciones de los personajes. Y todo resulta muy incómodo.

En cuanto al reparto, Patricia López Arnaiz está bastante bien, siguiendo la buena racha de "Mientras dure la guerra", "Uno para todos" y "Ane", pero Javier Gutiérrez hace lo mismo que le hemos visto hacer mil veces ya, y peor. Irene Virgüez y Sofian El Benaissati sencillamente están mal.

En fin, Manuel Martín Cuenca es un maestro audiovisual (atención a la fotografía y el sonido), no hay duda, pero necesita trabajar más en los guiones y elegir mejor a sus actores. A pesar de la hipnótica música de Vetusta Moral, estamos, sin duda, ante su peor película.

No solo es insultante para la comunidad autista por poner a una actriz no autista haciendo aspavientos, sino que recurre a técnicas visuales que son perjudiciales para las personas con autismo (en números musicales horrorosos, por cierto). ¿En qué diablos estaba pensando Sia?

Para colmo, ni siquiera entretiene. Los Globos de Oro siempre han sido de risa pero las dos nominaciones que han concedido a esta basura son el colmo (algo habrán recibido a cambio, la duda es qué). Pobre Kate Hudson, arrastrada al desastre dos décadas después de perder el Oscar por "Casi famosos".

El odio (y, sobre todo, las ganas de exponer dicho odio) que han despertado este año Wonder Woman 1984, Aves de presa y La vieja guardia, tres películas de acción dirigidas y protagonizadas por mujeres, tiene una explicación tan triste como evidente: la audiencia sigue siendo más machista de lo que cree y no está preparada para ceder un género tradicionalmente tan masculino al, valga la redundancia, género opuesto.

Las tres películas citadas son estupendas, pero centrémonos en la que nos ocupa. El guion es mejorable, vale, pero la dirección de Patty Jenkins es exquisita y la química entre Gal Gadot y Chris Pine traspasa la pantalla. Kristen Wiig (La boda de mi mejor amigo), Pedro Pascal (Thd Mandalorian), un refinado trabajo de efectos especiales, un fastuoso diseño de producción y la inmensa partitura de Hans Zimmer contribuyen a la mejora respecto a la primera entrega, que curiosamente fue mucho mejor recibida.

No es que Wonder Woman 1984 sea la mejor película de la historia, pero se le echan en cara cosas que parecen pasarse por alto en películas de superhéroes dirigidas y protagonizadas por hombres. Mirad lo aclamada que fue Endgame cuando tenía baches de guion mucho más evidentes (ojo, también era emocionante, no pretendo meterme con ella). Y, en cualquier caso, todo el mundo es libre de odiar la película que sea, pero no está de más pararse a reflexionar sobre por qué tanto esta película como las otras dos citadas, aun habiendo sido bien acogidas por la crítica especializada, son tachadas de basura con sumo desprecio por tanta gente.

Volviendo a la película en sí, quizá sea algo larga de más, pero mantiene la emoción hasta el final tanto a nivel de vibrante acción como con respecto a los fuertes sentimientos explorados. Clásica pero muy disfrutable (si se dejan los prejuicios al margen). Que roce el suspenso es directamente un insulto y confirma que esta web alberga un nido de cuñaos.

Vale, es tontorrona, irregular y algo pedestre, pero "Explota explota" es justo la película que necesitamos ahora mismo. Porque también es colorida, tierna e hilarante. Además va de menos a más, algo que siempre se agradece en la sala de cine.

Veo dos Goyas seguros: mejor vestuario para la siempre luminosa Cristina Rodríguez y mejor actriz de reparto para una Verónica Echegui explosiva, reina indiscutible de la función. Tampoco está nada mal Natalia Millán, toda una diva hipnótica. La protagonista, Ingrid García Jonsson, no termina sin embargo de resultar creíble, si bien es cierto que su simplón personaje no ayuda.

Nacho Álvarez firma una ópera prima musical que, en la línea de "La llamada" de los Javis, invita sencillamente a a sentirse bien, al ritmo está vez de la gran Raffaella Carrà. Hay mucho que mejorar, sobre todo respecto al descontrol de los números musicales y el tono "clown", pero también mucho que celebrar.

Si os gustan los musicales, corred a verla antes de que sea tarde. Realmente, con sus defectos, es una fantástica fiesta.