Todo un alarde de fotografía y efectos especiales, pero la película es excesivamente larga y pretenciosa y la sensiblería de que envuelven al simio King Kong, que por momentos parece que va a echarse a llorar de pena, es verdaderamente ridícula... Efectos especiales, mucha acción y mucho romanticismo de ese que pretende sacarte una lagrimita de los ojos. Poco más que añadir.
No está al nivel de la original, pero te llega a entretener.

Preciosa la fotografía, apabullante la música, sublimes las interpretaciones de Robert De Niro y Jeremy Irons, aceptable el argumento, pero mucho aburrimiento en una película demasiado larga a la que salvan los cuatro puntos mencionados al principio, sobre todo el tercero.
De veras que me aburrí mucho con esta película.

Todo un festival de sangre y vísceras que hace las delicias de los fans del gore. Unos efectos especiales que están muy bien logrados, una atmósfera sórdida y perversa, así como un protagonista lo bastante loco como para descuartizar a su víctima y convertirla en una obra de arte; son factores que le otorgan perfectamente el premio a la mejor película pseudo-snuff de todos los tiempos.
Un imprescindible para los que gustán de este tipo de películas y para los seguidores del mangaka Hideshi Hino. Todo un prodigio de violencia explícita que no deja a nadie indiferente.

Después de varios intentos sin lograrlo, ayer tuve la valentía de ver por completo Battle Royale 2 y, qué decir que no se haya dicho... Es mala, malísima. En muchas escenas parece que un grupo de niñatos estén jugando una partida de realidad virtual en algún fps tipo Counter Strike, y lo demás no es más que un discurso político envuelto de un dramatismo soporífero.
Este engendro nada tiene que ver con la película original y decepciona mucho al que espera encontrarse con algo parecido, lo único que veo es una película muy pretenciosa y excesivamente larga, un gran coñazo político sobre la guerra y FXs por doquier.
Lo único que me ha gustado ha sido la interpretación del frikazo de Riki Takeuchi, con el que te ríes un buen rato de lo exageradas que llegan a ser sus expresiones.

Como siempre en el cine de Miike se rompe con todos los esquemas y arquetipos habidos y por haber. Caótica, anárquica, absurda, violenta, surrealista y por muchos momentos indecente. Con escenas que perfectamente podían suprimirse del metraje y no afectarían en nada ni al argumento ni a la trama, ya que no hay. Así es el cine de este director, o te gusta o no te gusta. Y si te gusta, es que realmente estás enfermo.
Pero dejemos claro que esta película no es más que un alegato filo-gay, en la que dos personajes quieren encontrar su identidad sexual.
La escena final es lo más increíble que he visto en mi vida.