Esta película emerge de los cimientos del cine. Es una película apasionante, seductora, no da lugar al aburrimiento, siempre sorprendente, de giros imprevistos, implacable a lo tragedia griega, con unos actores y actrices que no rivalizan, sino que suman. Al acabar de verla mis esperanzas en que el cine no había muerto se renovaron completamente. Ejemplo perfecto de lo que debe ser la imaginación, la creatividad, la literatura visual del séptimo arte.

No puedo decir mucho más de lo que supone el título de este texto. La arrogancia de la protagonista sobresale. Sus actos superan con creces las causas que los provocaron.Hay un talante de moral corrompida que huele con ganas. La fémina desbocada y sin marcha atrás sacude al compás del viento los pinos, se droga con luz de luna llena, se hunde en la marea alta y profunda del mal. Imaginad todos esos elementos como las flores que adornan el altar del sacrificio en que convierte su propia morada.

Muestra como es de peligroso el afán de algunos progenitores por determinar la vida de sus hijos. Muestra como la fuerza que la música inculca a algunos escogidos hace que superen esta presión parental. A esa fuerza se suma el amor verdadero para mí un colofón perfecto en la vida tortuosa del genial pianista australiano David Helfgott. Magistral trabajo en escena de Geoffrey Rush y Armin Mueller-Stahl.
La recomiendo en las aulas para debatir sobre la influencia de los padres en el destino de sus hijos.

Muestrario generoso de personajes de pueblo pequeño americano que participan de una trama bastante interesante y que te mantiene despierto la mayor parte del metraje. La inocencia y la perversidad, la tolerancia y la intransigencia, la honradez y la hipocresía a pares y dosis similares se encuentran en el adn colectivo de estos figurantes que ya hemos visto muchas otras veces y no por ello dejamos de perder interès cuando cumplen bien su función....

La vi por primera vez a los veinte años y la he seguido viendo con cierta frecuencia. Me gusta el mensaje de esta película. No me cansa su color y su fotografía. Los personajes son antológicos y lo que hace Dustin como actor es de otra galaxia. Hay ironía hacia los mitos del Far West clásico, hay lágrimas y risas, hay diálogos iluminados, hay una denuncia ecológica y del genocidio contundentes, hay una ambientación modélica, hay humanidad a raudales...
Colosal imaginería de pasiones en un tiempo y lugar demasiadas veces falseado por intereses del cine comercial. ¡Abajo los tótems! Me siento cómodamente en la silla del comedor, libre de prejuicios, vaciando cada vez mi mente en lo posible, para ver de nuevo Pequeño Gran Hombre.