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Críticas de PlasticFace DOOM
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Críticas 8
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
4 de julio de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stanley Kubrick, el genial, ambicioso y perfeccionista mayor hijo de puta del último siglo, ha conseguido que vea sus obras con cuenta gotas y repetidas veces cada una, antes de pasar a otra que todavía no haya visionado. Una película de Stanley Kubrick, si se ve en las condiciones apropiadas, deja de ser una película y pasa a ser una experiencia, lo cual repele a algunos y embelesa a otros (entre los que me incluyo). Un director iconoclasta, fácilmente reconocible a primera vista, pero que, a pesar de ello, posee un repertorio breve y de lo más variopinto. No ha habido caso en la historia del cine en que ambición, trabajo, fuerza y talento se juntaran en un solo realizador a un nivel tan elevado y equilibrado.
Aunque la primera mitad de su filmografia es excelente para su tiempo, los años le han quitado ese brillo que elevó a Kubrick a nivel de maestro de modo casi instantáneo al estrenarlas, pero siguen siendo mucho más que disfrutables (hablamos de Stanley Kubrick). Sin embargo, es en 1968, hace exactamente 50 años, que se estrenó la película más revolucionaria hasta el día de hoy (lleva el récord). Una película que cambió la idea que el público, la industria y los artistas tenían de lo que "podía ser" una película, que les hizo dudar de lo que estaban viendo. No era sólo la experiencia más trascendente jamás vivida para muchos en una sala de cine, sino un desafío a sus sentidos. ¿Cuál era el truco para esa ingravidez, para esos astronautas casi mecánicos flotando en silencio en mitad de ese universo inmenso, vacío, vertiginoso? ¿Cuál era el truco para esas naves danzando al compás del danubio azul, para ese eclipse lunar, majestuoso y único como nada en una sala de cine, acompañado del "Así habló Zaratustra" de Strauss?

Soy un chaval de veintiún años. Se me ha hablado demasiado de esta película toda mi vida. He aguantado hasta el aniversario de la obra para verla en las mejores condiciones, es decir, en una sala de cine. Con la gloriosa "no-restauración" de Nolan en VOSE, incluyendo un preludio musical, un intermedio y un tono cromático más amarillento, intentando reproducir el color que tenía cuando fue estrenada, asistí a "2001" esperando demasiado y, por lo tanto, que me decepcionara en algún aspecto.
La primera mitad fue hipnótica. El respeto de Kubrick por el poder de las imágenes que él mismo creó me fascinó desde el inicio, sin cortar antes de tiempo algunas escenas para las que sobra diálogo o análisis, dejando que calen en el espectador y se vayan posando lentamente. Los efectos especiales, que constan de decorados inteligentes y trabajadísimos, de maquetas espectaculares, planos sobrepuestos y de grúas y norias de las cuales llovían bombillas y tuercas (era la primera vez que se construía algo así para una película, todos los técnicos incluido Kubrick iban con cascos propios de la construcción durante el rodaje de esas secuencias). Si no hubiera sabido de antemano que Nolan no ha añadido efectos digitales ni retocado las imágenes, hubiera creído que sí. Más allá de los detalles técnicos y visuales, que siguen siendo excelentes a día de hoy, se reflexiona sin necesidad de palabras sobre la odisea del hombre, el espacio, de qué vida puede haber más allá de las estrellas, sobre Dios, la inteligencia artificial... todo ello formando un todo equilibrado, único, lógico, consistente y denso, sin que nada cobre más protagonismo que lo demás.

Más allá de que, si algún conflicto hay durante el film, su pico se encuentra al comenzar la segunda parte y éste es espectacular, totalmente contradictorio a nivel emocional y sublime auditiva y visualmente, lo que viene después es, para mí (para otros puede ser lo más aburrido y pretencioso jamás filmado, lo cual es respetable si ha sido vista en un ordenador o un televisor) lo más parecido a una experiencia religiosa, cinematográficamente hablando. Cuando termina, no eres capaz de hablar, ni de sonreír, ni de llorar. Tampoco piensas demasiado. La película, como si se tratara de una iluminación o una visión clara, abierta, pero irracional, se va posando en ti poco a poco. Al pasar los minutos, te das cuenta de la grandiosidad, ambición, trabajo, visión y poder de la película que has visto. Te sorprende cómo ha podido sobrevivir, a lo largo de 50 años, sin perder el brillo de su tiempo. Fue ésta la primera vez que Kubrick logró una película atemporal, sin volver a alcanzar semejante nivel de atemporalidad en ninguna de sus obras posteriores, pero superando todas las anteriores, incluyendo las mejores obras de otros directores como Kurosawa, Hitchcock, Ford o Huston, por decir algunos nombres. Yo creo que en el 68 debió de ser un shock. Muchos no supieron procesarla. Fue una revolcuión en toda regla, y no hemos vivido ninguna revolución semejante todavía. Kubrick la hizo pensando en una sala de cine, y la mitad de su poder, precisamente porque radica en las imágenes, la banada sonora y los efectos sonoros, diseñados magistralmente por él mismo, solo se descubre en una sala de cine.

Recomiendo encarecidamente a cualquiera que lea este crítica y tenga la posibilidad, que emigre a Sitges en el próximo festival para verla en pantalla grande. Ya no es solo la innovación técnica y artística de la película, sino la densidad psicológica y conceptual de la misma: nunca la inteligencia artificial fue tan inquietante, conmovedora e interesante sin ser el eje central de un film, nunca la odisea del hombre se plasmó de esta manera sin necesidad de explicarla con palabras, pues para eso están los libros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PlasticFace DOOM
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7
16 de mayo de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descubrí a los hermanos Safdie hace poco con Good Time, su largo más reciente protagonizado por Pattinson, el cual (sorprendentemente) me dejó un muy buen sabor de boca. Para los que conocemos el submundo urbano (no lo voy a llamar cultura ni tribu urbana porque lo veo una estupidez preciosista necesaria solo para quienes precisamente no conocen este submundo y van de hipersensibles por la vida), ergo el mundo del delinquir, del callejear, de las drogas y las peleas, del parque, de trampear por poco y vivir al día, es difícil encontrar una buena película que refleje ese mundo de un modo creíble y realista: los personajes callejeros, su personalidad y su modo de hablar, suelen estar excesivamente estereotipados (y mira que en la vida real son personas estereotipadas en muchos casos...) y las historias... simplemente, no crees que nadie pueda haber llegado a vivirlas. Es un submundo loco y enfermo, pero dentro de unos márgenes... no hay tanto pistoleteo ni tanto flipe con según qué cosas... la ilusión que te inducen es otra, mucho menos barroca y más profunda. Sin embargo, tanto en Heaven Knows What como en Good Time, cada escena, cada personaje, cada línea de diálogo es creíble: precisamente por eso abusan de los primeros planos con la cámara siempre balanceándose, como si alguien la llevara en mano y lo grabara todo desde el otro lado de la calle, y por eso la mayor parte de los actores no son actores, sino personas interpretándose a sí mismas, yonkis y criminales haciendo de yonkis y criminales (al menos en Heaven Knows What).

Sin ir más lejos, para reflejar ese "realismo" del que hablo, contaré la historia de cómo surgió este proyecto: Josh Safdie conoció a Arielle Holmes (protagonista del film) cuando ésta tenía 19 años: era una hermosa joven sin techo, adicta a la heroína que trabajaba algunas noches como dominatrix. Josh estaba en Diamond District de Nueva York, recabando información para un proyecto que pretendía escribir y dirigir junto a su hermano, llamado Uncut Gems; en la parada del metro se cruzó con Arielle, y se acercó a ella creyendóse que sería alguna rusa con información de cara al proyecto y, tal vez, disposición a interpretar un personaje secundario. Pero se encontró a una chica de Jersey, más joven de lo que aparentaba, yendo al mediodía a la clínica del Diamond District a por una dosis de metadona. Entablaron conversación y Josh la invitó a comer algo.
Josh, un autoproclamado adicto al drama, quiso saber más y más de su vida... y quiso volver a quedar para saber todavía más. Empezaron a comer juntos cada semana. Arielle le habló de Ilya con adoración, de los claroscuros extremos de su relación. Josh le contó que había hecho un par de películas con su hermano Ben y que estaba embarcándose en otra. Le planteó la posibilidad de hacer una película con su historia (tal vez, en un futuro) interpretándose a sí misma. A ella le encantó la idea. Y un día, el teléfono de Arielle dejó de funcionar y desapareció. Al cabo de un par de semanas, llamó a Josh desde un número nuevo y le contó el porqué de su ausencia... el cual es el comienzo de la película (hasta ahí voy a leer).
Fue entonces cuando Josh la urgió a dejar a Ilya, dejar la droga, escribir sus memorias y, en un arrebato, apartar Uncut Gems y hacer un largometraje basado en las memorias de Arielle, provisionalmente titulado "Mad love in New York"... Todo se cumplió a rajatabla (excepto por el título). Arielle escribió sus memorias en locutorios, se las mandó a Josh y se embarcaron en el proyecto, valiéndose de un solo actor profesional (Caleb Laundry Jones, interpretando a Ilya), todos los demás eran los colegas del parque donde solía parar Arielle. Después de terminar el rodaje, Arielle se metió en rehabilitación y sigue desintoxicada, vive en LA y está haciendo películas. En cambio, Ilya murió de sobredosis unos meses después del estreno del film.

Todos están perfectos en sus papeles, se nota que muchas escenas son improvisadas, y que aunque nadie sea profesional, todo el mundo está cómodo y 'metido' en lo que hace (y nunca mejor dicho, jeje). Es una película sin efectismos ni momentos videocliperos, sin moraleja ni hipersensiblería; es un escupitajo en la cara, un puñetazo en el estómago, sangre sobre piel pálida... Es lo que es, sin más, aunque cierto es que los Safdie han eludido partes del manuscrito que les entregó Holmes que eran más positivas, bonitas y románticas con Ilya. Pero no han añadido apenas nada (obviamente se trata de una película, no de un documental de autor). Desde que empiezas a verla te agarra las tripas y, sacudiéndolas levemente solo en momentos puntuales, las mantiene bien agarradas y no las suelta hasta unos minutos después de finalizar los créditos finales. Poco más que añadir.
Es una película con la marca Safdie a pesar de no tratarse de una ficción inventada por ellos, sino de un pedazo arrancado de una vida jodida y llevada a la pantalla con un estilo y nivel técnico capaz de hacerte olvidar que ese pedazo ha sido arrancado y procesado; Heaven Knows What es casi mirar a través de los ojos de un observador cualquiera que pasa por la calle y se detiene a observar el percal, o de una vieja que pasea al perro por el parque y oye a los yonkis contar esta historia o aquella, horrorizándose seguramente... Sólo digo que Scorsese va a producir su próximo proyecto. La gente oirá hablar de Ben y Josh Safdie, os lo digo yo...
PlasticFace DOOM
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8
26 de marzo de 2018
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Tal como he leído en otras reviews, Kubrick entró en la categoría de "gran director" con esta película y ya no se movió de allí. En su momento, Paths of Glory fue revolucionaria en algunos aspectos pero, a día de hoy, si la ves por primera vez no descubres nada nuevo ni sorprendente, puesto que muchos de los grandes ingredientes de su fórmula han sido reciclados a posteriori por otros cineastas en variados géneros. Sin embargo, algunas de sus escenas a día de hoy siguen hipnotizando al espectador novicio, lo cual denota que parte de su magia no se ha visto afectada por el paso del tiempo. Sin embargo, es imposible disfrutarla a un nivel parecido al que la disfrutó el público de su tiempo y de las dos décadas siguientes.
Yo le iba a poner un 7 a la película, lo cual habría sido una flagrante injusticia histórica, pues no es culpa de Kubrick que los directores que llegaron después usaran parte de su metodología visual y artística. No es culpa suya que el mundo lo sacara de la categoría de "gran director" y lo ascendiera hasta el Olimpo de la historia del cine (que es donde debe permanecer). Pero no son Espartaco ni Paths of Glory las que, para mí, justifican su pertenencia a ese lugar, pues aunque hay en ellas algunas secuencias que nos sugieren que es Kubrick quien está detrás de las cámaras, no es hasta "2001: A Space Odyssey" que Kubrick libera definitivamente su auténtica personalidad artística y decide poner sus facultades visuales al servicio de la innovación, de la superación de los límites concebidos para el séptimo arte. Y a partir de esa película, no retrocedió. No volvió jamás a hacer una buena película que fuera "100% comercial", es decir, que pudiera llegar a gustar a cualquier persona que la viera. 2001, claramente, iba a desagradar a mucha gente. "La naranja mecánica" iba a desagradar a mucha más gente todavía (y todavía desagrada a muchos, nunca olvidaré la primera vez que se la puse a mis padres hace un par de años...). Sus películas paulatinamente adquirieron personalidad y atemporalidad, dos elementos que siempre he valorado por encima de todo lo demás en el cine de Kubrick y que en Paths of Glory no están todavía presentes.
De todos modos, se trata de una gran película cuyo visionado es obligatorio para cualquier cinéfilo qe se precie. Los actores están estupendos, la cámara siempre está en su sitio y su ritmo narrativo y corta duración hará que la historia se desarrolle ágil y suavemente hasta concluir en un suspiro. Un "must" indiscutible.
PlasticFace DOOM
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8
10 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me alejé de esta película.
Había malas lenguas cercándola por casi todos los flancos posibles.
Tuve miedo.
Dudé.
Finalmente decidí verla, sabiendo que Scorsese pretendía ofrecer algo que no había ofrecido hasta el momento. Creí estar preparado para verla libre de prejuicios negativos (tengo que dejar de visitar esta página a consultar una película antes de verla), pero probablemente me engañé a mí mismo.
Y aunque así fuera, poco importa. Lo que me encontré silenció las malas expectativas.
Más allá de la temática que trata (que a mí me flipa pero que a mucha gente le parecerá tediosa, lo cual no implica que la película lo sea), la historia está narrada con un sentido visual de la tragedia sutil, profundo y, a la vez, obvio (en el mejor sentido de la palabra). Scorsese supura veteranía en cada fotograma. Las imágenes hablan más que los personajes, encarnados de manera sorprendentemente magistral por Andrew Garfield, Adam Driver y Liam Neeson, en una película sin banda sonora, que deja que sea el silencio de Dios el que añada el último broche emocional cada escena.
Scorsese ha hecho la que probablemente sea su película más personal y, además, una de las más alejadas del estilo del resto de su filmografía, donde impera mayormente el cine de gangsters y criminales, un cine mucho más dinámico, con ritmo, agilidad y estilo, siempre apoyado en bandas sonoras potentes (cómo olvidar Tell Me en Mean Streets, Layla en Goodfellas, Gimme Shelter en The Departed, The House of the Raising Sun en Casino o la increíble música de Bernard Herrmann en Taxi Driver). Un cine mucho más físico, no tan emocional ni reflexivo. Silence es, en cambio, sumamente pausada, mucho más emotiva, un tratado trágico sobre el sentido de la fe y su poder (o su falta de él), una narración que exprime los recursos narrativos exclusivamente cinematográficos al máximo, adquiriendo así un aroma clásico. Es un gran ejercicio de estilo exclusivamente visual e interpretativo, que rompe con el molde "Scorsese" que todos tenemos en la cabeza. Poca gente quería ver esto. Si Silence estuviera firmada por otro director, tal vez otro gallo cantaría, quien sabe. Yo aplaudo este cambio, no por el atrevimiento, sino por el magnífico resultado. Con Silence, Scorsese ha fabricado cine, cine en el sentido más puro y estricto, con el toque del experto, simple y, a la vez, trascendente.
No entraré a explicaros el significado y el sentido de la película, eso ya lo dejo a cargo de cada uno. Me da la impresión de que, aunque a nivel filosófico, teológico e histórico la película tiene chicha, Scorsese casi se ha preocupado más por la fotografía, el encuadre, el sonido y el montaje, para que le otorgaran a la historia la trascendencia que ésta necesitaba. Mi única pega, en el spoiler (leedla solo si ya habéis visto la película, por lo que más queráis).
Sólo añadiré que me arrepiento de no haberla ido ver en el cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PlasticFace DOOM
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6
9 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diré, antes de empezar la crítica propiamente dicha, que PTA es un director que descubrí hace relativamente poco pero que me ha fascinado, tanto en Boogie Nights como en otras como There Will Be Blood o The Master. Magnolia, aunque es la película de Paul Thomas Anderson con mejor valoración en FA, no es de mis favoritas, aunque me encanta y me parece una joya cinematográfica. No pude evitar imaginarme todo el trabajo y todo el tiempo que requirió hacer un film de semejantes proporciones, sobretodo a nivel de dirección, de dirección de actores y de edición y montaje.

Es un documental que no está especialmente bien rodado a nivel técnico, se echan en falta escenas de cómo se rodaron algunas partes de Magnolia, sobretodo la de Tom Cruise, ya que es de los pocos papeles destacables que ha hecho a lo largo de su carrera. Por otro lado, sale como preparan o ruedan otras escenas que, para un friki del cine como yo, suponen partes de gran interés. Se habla con una pequeña parte del equipo técnico (aunque se habla poco) y se habla con una pequeña parte de los actores (aunque muy poco). Sobretodo se habla con PTA, se ve cómo ensayan y ruedan algunas de las muchísimas escenas de Magnolia y asistimos a lo largo y caro que fue el rodaje de la película. PTA es un tío muy extrovertido, siempre de buen humor que sabe exigir lo justo de sus actores y se implica con ellos y su trabajo, cosa que a otros buenos directores no se les da nada bien. Es un documental interesante que te permite atestiguar la cantidad de trabajo que requirió la producción y lo claras que PTA tenía sus ideas respecto al proyecto y cómo logró materializarlas, aunque tampoco llegas a ver demasiado, sólo fragmentos dispersos del proceso. El resultado fue una grandísima obra que no envejece, a pesar de que han llovido muchas películas de historias cruzadas desde entonces. Y el resultado del documental es interesante, pero poco más.
PlasticFace DOOM
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