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España España · MADRID
Críticas de PSG
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Críticas 30
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
14 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si verdaderamente una paloma se posara sobre una rama y, desde allí, viera lo que Andersson ha filmado, entonces concluiría que esa paz que ella misma simboliza es sencillamente inalcanzable, al menos en esta Tierra salvaje, imperfecta y por supuesto cruel. Asimismo, resulta por completo imposible averiguar todos los propósitos que subyacen bajo ciertos contenidos de este guión, que de paso exhibe una estructura narrativa de lo más caótica —cuesta ubicarse en la proyección incluso más allá del primer cuarto de hora—; con todo, se trata de intención y no de descuido.
La estética de la película impresiona sin duda, y no tanto por lo espectacular como por lo escogido. También, Andersson opta por el plano fijo sin estridencias ópticas de ninguna clase. Entonces pone a los actores a interpretar. En pocas ocasiones los límites de una pantalla se tornan un puro marco de claustrofobia tan acusado. Es como si el director quisiera decirnos: ¿Veis a estos tipos? Pues no tienen más remedio que ser así y aguantarse sin saber ni que se aguantan ni qué les pasa, ni cuál es su drama en el fondo, están ahí para sufrir, para errar y con suerte solo figurar… La luz no es casual, siendo muy destacable la de los interiores, que siempre forma magníficos contrastes con las vidrieras cuando aparecen. Los actores están caracterizados un poco como payasos. A primera vista, recuerdan a esos singulares payasos tristes, sí; pero necesitas muy poco para darte cuenta de que hasta eso ha sido pervertido: simbolizan en realidad evidentes humanos acabados o miniaturizados, despeluchados emocionalmente, zarandeados por el tránsito. Y cuando se permiten sentir, carecen de la lógica transición a la que estamos acostumbrados, con lo cual las consternaciones y hasta las alegrías se nos antojan ridículas. En este punto, el espectador no tiene ni media oportunidad de ejercitar su empatía: sencillamente, en esa piscina no hay forma de hacer pie. Por su parte, el montaje carece de relevancia: se limita a consistir en que las distintas secuencias (que, básicamente, funcionan como sketches) queden pegadas en el orden elegido. Se trata, por así decirlo, del aspecto técnico-artístico que se ha sacrificado en aras del resultado global, que al fin y al cabo es también de lo que va el cine: de elegir y de acentuar sin miedo.
Los diálogos, muy esenciales, esquemáticos, recuerdan a los parlamentos de las obras de Beckett, sobre todo, del estilo Fin de partida o Esperando a Godot, en la relación forma-fondo. Andersson no juguetea demasiado con la crudeza, te permite todo lo más un punto de humor muy variable, por cuanto depende de la sensibilidad que cada espectador tenga y de lo curado que esté uno respecto del espanto, llegado el caso. Pero te deja las cosas muy claras en cuanto a nuestra naturaleza existencial: te recuerda, de entrada, que te vas a morir, que puede que además a nadie le importe, y que por delante tienes un camino de decrepitud e imbecilidad irrelevante, y eso si tienes suerte, porque como formes parte de los devenires que otros poderosos ejecutan aún lo tienes bastante peor. Tal y como ejemplifico en el spoiler: debajo del absurdo, asoman realidades bastante contundentes e inquietantes. Pero tomar conciencia de ellas podría ser un motivo para la esperanza. Más no te va a quedar cuando salgas de la sala. Debería de haber una cámara oculta para ver a los espectadores de una proyección con cuatro personas y otra para una en la que hubiera cuarenta. Creo que las risas aparecerían gradualmente en la segunda, en buena parte, por contagio social.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PSG
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6
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay duda de que HER tiene muchísimos elementos de valor: la magnífica actuación de Phoenix, la engatusadora voz de la OS Samantha, cierta modernidad —no lejana en el tiempo— que nos informa muy bien de un «nuevo» modo de interactuar a distancia, con la capacidad que ello conlleva de convertir a los sentimientos en ilusiones —tal y como pasa hoy, que gente solitaria reúne 2300 amigos irreales en Facebook—… Si bien, tampoco podemos pasar por alto algunos pequeños talones de Aquiles, como por ejemplo el haber reclutado a Amy Adams —una verdadera maestra de la expresividad facial de las emociones— para un papel de escaso o muy sencillo dramatismo.
Pero el verdadero problema de HER es este: las historias se basan en el tránsito. Esto es, partimos de unos personajes en una situación y llegamos a otra final con algunas modificaciones de relevancia para todos o para algunos. Normalmente, el mecanismo para llevar adelante el tránsito es la creación de un conflicto. Por ejemplo: ¿podría un hombre aquejado de repente por una grave enfermedad, la cual cambia su estatus dentro de su comunidad, superarla y salir incluso reforzado? Este es el conflicto central de DALLAS BUYERS CLUB, ¿no? El conflicto es el modo por completo mayoritario de acometer ese tránsito del cual les hablaba más arriba. Pero, a veces, el conflicto o no existe o es de muy baja intensidad. Entonces ese tránsito no supone sino un mero discurrir de la acción. Podemos ver un ejemplo de esto en la película francesa INTOCABLE. Aparece un asistente negro de los suburbios y hace que un rico tetrapléjico se lo pase mejor e incluso se anime a hacer valer su mayor activo: su cerebro. HER va en esta línea, y no se puede dudar de que narrativamente resulta una opción más valiente y más elegante, pero tropieza aquí: la acción no avanza, no debidamente, se trata muchas veces de un bucle al que en cada vuelta se añade un detalle. El final se basa en un detalle por completo creíble, pero que carece de antecedentes en la historia, así que tendrá detractores y defensores, todos legítimos. Pero, sobre todo —y esto suele ser ruinoso para una cinta—, a cierta altura de la película, te das cuenta de que no vas con nadie; te da igual: lo que le pase a Phoenix, las particularidades emotivo-aprendidas de Samantha, el drama de pareja metido con calzador de Amy Adams… La película tiene mil brillos meritorios; pero carece de cielo donde ubicar todas esas estrellas. Por eso el largometraje es bueno, pero no maestro. Una de las mejores pruebas de que el cine consiste en un puente (amoral si es necesario) de empatía con el espectador es esta: en la trilogía de EL PADRINO, vamos con Don Vitto Corleone, ahí es nada…
PSG
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9
3 de agosto de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica crónica de cómo las mujeres están literalmente asaltando todos los ámbitos de la humanidad moderna. A través de un elemento tan sencillo como el deseo particular de una niña, la narradora nos cuenta la revolución larvada que se da en Arabia Saudí, donde conviven al menos tres mentalidades femeninas: las que comulgan con el sistema sacando partido de él, escondiendo los comportamientos tan hipócritas como rentables que les permite su estatus asociado a la sumisión religiosa más extrema; las que no tienen fuerza suficiente como para romper todas las cadenas inculcadas en la infancia (pero quieren lo mejor para sus hijos); y las jovencitas que solo desean pedalear hacia un progreso emancipador, lejos de la pesadilla machista, retrógrada, culturalmente aburrida. En el fondo, es también una historia de reconciliación entre sexos, en la cual la bicicleta verde simboliza el salto generacional de carril, además porque sí, porque basta el concepto de humanidad como razón para auto-concederse toda legitimidad.

La cinta es una producción modesta en cuanto a medios; pero no tanto en cuanto a concepción: sigue la senda de esas realizaciones correctas, muy preocupadas por escoger muy bien la relación personaje-escenario con el fin de retratar cada porción justa de realidad, dejando para los momentos cruciales lo verdaderamente emotivo. Llama la atención la dirección de actores: en algunos momentos, da la impresión de que les permite tanto ser ellos mismos que se nota un poquito que actúan, como si se quisieran preservar todas las naturalidades de una primera toma (prisionera pues del miedo a escoger e incluso a promover las siguientes, que ya serían hechas con más conciencia por parte de los actores, con el riesgo de perder cierta frescura necesaria). Las dos secuencias que preceden al final constituyen pura magia: pocas veces podremos ver a través de planos tan íntimos una conversación entre mujeres que se pasan el testigo sin sonar a discurso, sin dejar de aparentar las edades que tienen y aportando los ladrillos finales a la construcción de la historia; casi nunca encontrarán que dos detalles lumínicos separen mundos enteros a tan poca distancia dentro de una imagen. Y ya el desenlace constituye, sencillamente, una celebración.
PSG
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8
31 de diciembre de 2012
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película: solvente en la realización y con una buena dirección de actores. El montaje tiene su mérito por el modo tan oportuno en que retrata los lugares de la escena, los detalles (todo eso que gotea) y el valor emocional de los figurantes. Lo más relevante de largo es el guión, del cual hablo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PSG
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3
16 de agosto de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hay que encontrar el modo de que Woody Allen descumpla 30 años." Eso pensé después de ver en el cine esta película. Comienza como un interesante cuento de hadas, progresa como una aceptable comedia decadente y descarrila tomándose su tiempo en un esperpento pseudo-emocional que dejaría patidifusos incluso a los amantes de Ana de las Tejas Verdes. La dirección, la fotografía y el montaje no tienen nada del otro jueves. Es cierto que el osito de peluche está fantásticamente animado -por desgracia, en España Santi Millán se encarga de destrozarle la voz: nada peor que tener la sensación de que alguien doble a un personaje. El doblaje bueno pasa desapercibido-. Nunca entenderé por qué cuesta tanto comprender esto: el fondo de una comedia valiosa siempre (o casi siempre) es serio, por eso resulta el género más complicado de escribir. El infantilismo de los adultos occidentales queda retratado en TED con tal ímpetu que casi parece lo natural desde un punto de vista antropológico: sin raíces reflexivas de peso que lo sostengan, se pierde entre un montón de estereotipos y clichés que muchas veces ni vienen a cuento. Si a falta de veinte minutos, entra un acomodador, se acerca a su oreja y le susurra "le doy dos euros porque deje de verla", no lo dudes, amigo: toma el dinero y corre.
PSG
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