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México México · Tula de Allende
Críticas de ayala1788
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Críticas 53
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
7 de enero de 2021
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una excelente carrera como actriz, especialmente en el mundo de la televisión, Regina King se aventura por primera vez en el mundo de la dirección con One night in Miami, un drama basado en hechos reales y con un fuerte discurso sobre el racismo lo cual podría ser una fórmula ganadora de cara a la próxima carrera hacia el Oscar.

El punto de partida es más que interesante pues One night in Miami nos lleva hacia una noche donde cuatro ocurre una reunión entre cuatro figuras importantes afroamericanas que se destacan en diferentes ámbitos, Malcolm X, Cassius Clay , Jimmy Brown y Sam Cooke, un encuentro que permite al guionista Kemp Powers (coguionista de la también esperadísima Soul) intentar lucirse con una serie de conversaciones sobre el tema racial de la época (y que en estos días continúan) visto desde las diversas perspectivas de los protagonistas así como la confrontación de sus ideas y las relaciones que estos llevaban.

El discurso central es totalmente oportuno (que hacen las celebridades para combatir el racismo con su influencia sobre la gente) y sobre todo destaca en los enfrentamientos entre Malcolm X y Sam Cooke, sin embargo en eso se basa básicamente el 90% de la trama, discurso, discurso, discurso, sin apenas recurrir a un lenguaje cinematográfico que permita distinguir que lo que estamos viendo es una película y no una obra de teatro, pues Regina King básicamente dirige todo en un piloto automático que vuelve al producto muy rutinario, sin silencios o detalles que permitan elevar el relato, algo similar que ocurrió hace unos años con Fences de Denzel Washington.

Es en la dirección de actores donde King brinda sus mejores atributos dejando con sus cuatro protagonistas (el cual ninguno es un estelar) hagan interpretaciones bastante llamativas, en lo personal quedándome con Kingsley Ben-Adir quien logra un Malcolm X bastante certero y humano, sin dejar de mencionar claro a Leslie Odom Jr. quien tiene los momentos más lucidores.

One night in Miami termina siendo un producto entretenido y eficaz en su discurso racial, sin embargo en todo lo demás es un filme bastante olvidable al que le hace falta claramente mayor fuerza cinematográfica ponderando el discurso por encima del resto cuando tendría que ser lo contrario.
ayala1788
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6
13 de octubre de 2018
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director británico Paul Greengrass regresa a un terreno que le viene muy bien; como en “Domingo sangriento” o “United 93”, con un relato basado en hechos reales que involucra el tema del terrorismo directamente. “22 de julio” narra lo ocurrido en Oslo durante 2011 cuando un ultraderechista ejecutó el ataque más grande de la historia de Noruega al detonar un auto bomba para luego disparar contra varios adolescentes que se encontraban en una isla cercana.

Los primeros 40 minutos de “22 de julio” son nervio puro, Greengrass en su mejor faceta y en lo que mejor sabe hacer, la recreación del ataque terrorista visto desde varios ángulos con un montaje paralelo sobresaliente y una crudeza para mostrar los hechos sin ningún tipo ataduras ni complejos. Una auténtica lección de cine por parte del británico que daba la sensación de que se podía venir algo muy grande.

Sin embargo, pasado el ataque y la tensión el resto de la historia da un bajón tremendo y muestra los grandes defectos de Greengrass como narrador y creador de melodrama. Si bien el personaje del terrorista sigue teniendo un importante peso en pantalla, la mayor cantidad de minutos lo ocupa la recuperación de una de las víctimas del atentado y cómo el junto a su familia van sobrellevando sus vidas tras el suceso. Esta parte no sólo flaquea y parece sustraída de algún mal telefilme, sino que además es bastante innecesaria y alargada, no se aporta nada a la trama paralela del terrorista y lo que es peor, el director se dedica a dar lecciones de superación que no tienen mayor cabida aquí, todo esto hace que el relato del atacante pierda tensión y fuerza, y si a eso agregamos que el guion también le da su espacio al Primer Ministro y al abogado defensor (los cuales quedan como meros personajes de paso cuando se pudo haber profundizado mucho más en ellos) tenemos como resultado un filme descompensado que conserva cierto interés sí, pero donde el melodrama barato sobra totalmente.

El elenco cumplen muy bien todos, pero por encima esta sin duda Anders Danielsen Lie como el terrorista, su frialdad, su descaro, su mirada, realmente parece que estamos enfrente de un psicópata radical.

“22 de julio” nos trae una de cal y otra de arena, por un lado 40 de los mejores minutos del año llenos de pura tensión, pero que termina concluyendo como un drama común y obvio durante la mayor parte de su duración, una verdadera pena porque con tal inicio Greengrass pudo haber entregado una salvajada, quizá con un mejor guion (o en el tono de su estilo de cine) lo pudo haber hecho.
ayala1788
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8
26 de septiembre de 2018
75 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Burning” de Lee Chang- Dong fue una de las sensaciones del último Festival de Cine de Cannes donde se hizo con el premio FIPRESCI fruto de las alabanzas que consiguió por parte de la prensa. Se trata de una adaptación de un cuento del escritor Haruki Murakami, lo cual ya dice mucho pues con excepción de Tokio Blues las adaptaciones del japonés no han tenido una acogida muy importante en el mundo cinematográfico, por lo que “Burning” rompe la tendencia y de qué forma.

Chang- Dong crea un thriller diferente, que hasta cierto punto se le puede acusar de predecible con las pistas que va brindando, pero es la forma en que el coreano cuenta esta historia lo que hace de “Burning” un producto único. Se le puede atribuir su excelencia al gran trabajo atmosférico que el director consigue con la ayuda de su director de fotografía Kyung- pyo Hong (el mismo de “Snowpiecer” y “The Wailing”) el cual nos mantiene en una sensación de soledad y ahogo durante la mayor parte de la trama, sin embargo las imágenes también se elevan a un nivel casi poético donde lo cotidiano se transforma en una auténtica hipnosis visual, hay pequeñas sensaciones oníricas que dejan la espina de si lo que se está viendo en pantalla es la realidad, ficción o fantasía, quizá sea ambas cosas y es ahí donde me rindo ante la propuesta que es “Burning”.

El guion es un auténtico deleite, se toma su tiempo para ir presentando a los personajes, desarrollando poco a poco la historia y casi sin que uno se dé cuenta se encuentra metido en el laberinto de misterios que es “Burning”, donde además se da el lujo de crear pequeñas metáforas acerca de la economía actual en el ámbito laboral, en ese aspecto los protagonistas del relato funcionan como polos opuestos para proyectar la diferencia de clases sociales así como las oportunidades que se les van brindando a los jóvenes en el mundo, ejemplo claro está en Jognsu quien sueña con ser escritor, está escribiendo una novela, pero sólo consigue empleo en trabajos poco satisfactorios para él, en la trama se muestra el choque de clases cuando conoce a Ben, un joven de posición alta que puede aparentemente hacer de su vida lo que él quiera, desde tener un auto de lujo hasta viajar a África, y justo en medio esta Haemi, el más fascinante de los personajes, una chica de espíritu libre que se encuentra justo en medio de estos dos puntos.

“Burning” posee algunos de los mejores momentos del año, pero me quedo sobre todo con una secuencia poética donde Haemi se contrasta con el cielo, el atardecer mientras se libera del mundo físico y la fascinante banda sonora completando el cuadro. Probablemente la mejor escena del año.

Han pasado ya unos días desde que visualice “Burning” y las sensaciones ahí siguen, las ideas van cogiendo fuerza y tamaño, confirmando que se trata de una película muy especial que ira creciendo con el tiempo y los visionados. Una nueva demostración de que actualmente nadie hace cine como los coreanos.
ayala1788
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8
3 de septiembre de 2018
204 de 284 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Esto es gracias a ti mamá, si yo estoy aquí es por ti” declaraba Alfonso Cuarón cuando fue galardonado como mejor director por Gravity en los Premios Oscar 2014. La madre del director le regaló su primera cámara Super 8 con la que comenzó a filmar películas domésticas, pero además de su mamá otra figura femenina impacto durante la niñez de Cuarón, ella fue Libo, su cuidadora y a quien le dedica su nuevo trabajo Roma. Estas dos mujeres sirven como base para las protagonistas de esta historia y donde se pueden ver reflejados además los recuerdos del cineasta en su infancia.

Por esto y mucho más podemos decir que Roma es el filme más íntimo y personal que ha rodado Cuarón en toda su carrera, un relato que nos traslada a esa cada vez más nostálgica Ciudad de México de la década de los 70s, donde podemos encontrar a un país polarizado por la diferencia de clases sociales (tema que aparece constantemente durante el metraje), pero también en crisis política y económica, víctima de la discriminación, la libertad de opinión o de los estereotipos sociales, de echo de esto último abusa el guion de Roma pues los personajes son obvios, unidimensionales, en ese aspecto el protagonista más complejo es el interpretado por Marina de Tavira, una madre de clase alta que debe lidiar con conflictos familiares y personales.

La trama de Roma es muy simple, a veces hasta un poco telenovelesca, pero lo importante es cómo está contada, pues Cuarón no abusa de los diálogos para dejar que sea la imagen la que coja el protagonismo, así a través de paneos milimétricamente pensados el director pasea la cámara para presentar y desarrollar las acciones de los personajes mientras que se apoya del sonido para reforzar la ambientación histórico- geográfica en donde se desenvuelve el relato, de modo que uno puede cerrar los ojos y aún así sentirse en la capital del país, escuchar a los vendedores ambulantes, la música de las calles, el grito de los vecinos, el ruido del tráfico vehicular, el ambiente de la sociedad, todo esto es pura narración visual y sonora digna de un maestro como lo es el también director de Children of men.

Pero el alma de Roma no es otra que la excelente Yalitza Aparicio quien personifica a Cleo, un personaje estereotipado sí pero muy humano, real, tanto hermoso como trágico, sobre todo cotidiano ya que a Cleo la podemos encontrar en cualquier rincón del país, una mujer luchadora, noble, maternal que es a su vez víctima del machismo y los abusos socioeconómicos que albergan en México. Cuarón no se olvida de esas mujeres y las homenajea en Roma, no lanza discursos feministas ni juzga, no hace falta, lo que hace el mexicano está muy cercano a lo que hacía décadas atrás Kenji Mizoguchi, recrea el mundo desde la perspectiva de la mujer y lo vacía en celuloide.

Por segunda vez en su carrera Cuarón no trabaja con el “Chivo” Lubezki (la primera fue en Harry Potter y el prisionero de Azkaban) aunque la verdad es que no se nota, la fuerza visual de las imágenes es musculosa, desde las tomas en interiores hasta secuencias que se desarrollan en las calles, la playa o el campo rural, hay momentos netamente salvajes, crudos y sucios, escenas que te sacuden y noquean sin compasión alguna.

Cuando Cuarón ganó el Oscar por Gravity tenía a Hollywood a sus pies para hacer el proyecto que se le viniera en gana, pero el mexicano decidió regresar a su nación para crear esta obra a la que le ha puesto todo su corazón, se nota en cada el amor por ella en cada plano, en cada sonido, en cada idea que se ve en pantalla. Cuarón ya era uno de los mejores realizadores de la actualidad, hoy ha dado un paso muy importante para convertirse en un autor y voz del cine “mexicano” a la altura de Buñuel o Ripstein.
ayala1788
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7
28 de octubre de 2017
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guillermo del Toro siempre conserva las características de su cine que lo han venido acompañando desde sus inicios tales como la fusión de realismo con fantasía, la presencia constante del terror gótico, relaciones socialmente incorrectas o la creación de monstros sacados de su imaginativa mente, podrá gustar más o menos su cine pero este autor siempre se ha mantenido fiel a sus convicciones cinematográficas, su nueva película La forma del agua (The Shape of wáter) es la reafirmación de estas evidencias.

Podemos hablar de que La forma del agua es la versión personal del director de La bella y la bestia, pues en ella tenemos a dos seres distintos sintiendo una atípica atracción, por un lado una mujer muda imperfecta y por otro lado una especie de criatura, anfibio, hombre- pez que es ocultado por parte del gobierno estadounidense, estos dos seres rechazados por la misma sociedad de diferentes formas son los protagonistas de un cuento de hadas para adultos que nos regresa al Del Toro más auténtico, aquel que no veíamos desde hace 11 años en El laberinto del fauno.

Fuera de la personalización de varios elementos fantásticos o la contextualización de la historia en la Guerra Fría lo cierto es que el guion no posee la originalidad y profundización necesaria, como sucede en la mayoría de su filmografía la historia se permite algunas licencias que le otorgan cierta incoherencia en algunas situaciones que ocurren en pantalla, en este caso la mayoría de estos pecados ocurren cuando la trama de un giro para convertirse en un thriller, más cercano a una especie de Liberen a Willy. Estas deficiencias; o pretextos de guion, Del Toro los sabe aprovechar al máximo para crear algunas imágenes muy hermosas visualmente que le dan a La forma del agua una estética más pulcra que cualquier trabajo anterior del cineasta, es en esos planos donde gana enteros y contrapone las complacencias del libreto.

En aspectos estéticos puede ser la película mejor definida del director, la fotografía y la dirección de arte lucen en las fantasiosas imágenes mientras que la banda sonora de Alexandre Desplat brilla por si sola.

Sally Hawkins consigue transmitir sin necesidad de diálogo la ternura y emoción necesaria que requería su personaje, la trama le da la oportunidad para lucirse y ella no lo desaprovecha, mientras que Michael Shannon es el que tiene que sacar agua de un pozo casi vacío, su personaje es una réplica de los villanos de El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, un típico villano sin aristas, maldad pura, y el actor lo saca increíblemente adelante.

Visualmente hermosa, con un par de grandes momentos estéticos que penetran la pupila pero con carencias de guion y narrativa que no le permiten ser una película más grande de lo que pretende, Del Toro le da a su público lo que promete y sale adelante pero no será con La forma del agua la que le permita encontrar nuevos seguidores en su carrera, El laberinto del fauno queda aún como la mejor película del tapatío.
ayala1788
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