No veía nada tan malo en el cine desde hacía mucho tiempo. Es más, no sé ni por donde empezar esta crítica.

Para empezar el que espere ver la clásica historia de Hércules puede coger y levantarse del asiento sin ningún tipo de remordimiento. La historia no tiene nada que ver con el mito original y esta nueva versión nos ofrece una historia bastante más mala y aburrida.

Renny Harlin es un auténtico experto en hacer basura en el cada vez más depravado séptimo arte, pero por si fuera poco, ahora encima copia ideas de otras películas pero poniéndolas a la altura del betún claro está. El deleznable director reutiliza la escena final de La Jungla 4.0 y cada segundo del filme parece un plagio a 300, Gladiator (el actor que interpreta al villano se parece a Joaquín Phoenix por si fuera poco), Espartaco, Ben Hur o hasta del videojuego God of War.

La censura de la película es exagerada y los efectos especiales son demasiado digitales. Una cosa es hacer un mundo digital con cierto atractivo visual como en Immortals o 300 y otra muy distinta es la porquería de escenario que se nos muestra en la pantalla.

El argumento y el guión son penosos y los diálogos están excesivamente refinados y tardan 5 minutos en decir algo que se podría decir en 2 y utilizando menos saliva.

El actor que más destaca es Liam McIntyre. Y aún así no lo hace bien. El resto de los actores efectúan unas interpretaciones dignas de un niño de 3 años. Kellan Lutz se reafirma como un guapito cachas que no sabe actuar. Es muy posible que salve a McIntyre por mi amor hacia la serie de televisión protagonizada por él conocida como Spartacus.

En definitiva gástese el dinero del cine en ver una película de verdad o en comprar algo que no le provoque que le ardan los ojos. Tardaré en olvidar semejante hez.

Martin Scorsese convierte en oro todo lo que toca. Tras demostrar que no necesita lenguaje soez ni violencia para arrasar en las críticas con la espectacular Hugo, el mítico director regresa a un mundo cruel plagado de vicios, violencia y corrupción.

La película nos cuenta la grotesca historia de un agente de bolsa que llegas hasta los más alto estafando sin ninguna compasión al pueblo americano mientras su adicción por las drogas y el sexo crece. Este personaje es real, aunque la película obviamente haya sido dramatizada para causar un mayor impacto en el público. Este hombre es Jordan Belfort. De su biografía nace este filme.

Las interpretaciones son magníficas. Por un lado tenemos a un cada vez más entregado Leonardo DiCaprio, que muy posiblemente estrene su palmarés en los Oscar con esta película y que sigue reafirmándose como uno de los mejores actores del siglo. Por otro lado tenemos a un genial Jonah Hill que sigue demostrando que vale para algo más que para las comedias aunque esto ya lo demostró en la película Moneyball donde realizó una interpretación igual de buena que en El Lobo de Wall Street. En la película salen otros actores que realizan papeles bastante aceptables como Jean Dujardin, Jon Bernthal o Margot Robbie, pero por detrás de Leonardo y Jonah el mejor es el fantástico Matthew McConaughey. En los escasos diez minutos que aparece demuestra que el dicho: ‘no hay papeles pequeños, solo actores pequeños' es totalmente cierto.

En conclusión vaya a verla. Siempre y cuando no le importe pasar tres horas escuchando palabrotas y viendo escenas de sexo.

El que espere una película con innumerables explosiones y efectos especiales, pero sin un argumento demasiado elaborado; habrá acertado al ir a ver esta película. Pero si por el contrario esperas una película con una gran historia habrá fracasado en tu elección de dignarte a ver el susodicho filme.

Las películas antiguas de Robocop son bastante más entretenidas pues el remake se basa en un sin fin de explosiones sin mucho sentido que harán del espectador un conjunto de asombro ante estos magistrales efectos pero decepción por semejante zurullo argumental.

Los actores cumplen. Tampoco se les puede pedir más, porque excepto Gary Oldman y Samuel L. Jackson el resto pueden ser tachados de mediocres.

En conclusión no estamos ante una obra maestra, ni siquiera ante una buena película, pero si ante una que cumple su objetivo: entretener al espectador a base de tiros, explosiones y objetos futuristas.