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Críticas de PeorQueNegro
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Críticas 15
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
27 de septiembre de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Riiiiing… riiiiing… riiiiing!!!

- Ehhh, ¿sí?
- Hola, hola, ¿Sean Penn?
- Sí, ehhh…
- Bien, hola, ¿te acuerdas de mí? soy Terrence
- Ehhh…
- Terrence Malick, hombre! El cineasta!
- Ehhh, sí, sí, claro, Terrence, ¿Qué tal todo? ¿Hace mucho que no…?
- Ya, es que he estado muy ocupado.
- Ehhh, claro, claro, ¿y qué tal todo?
- Bien, fenomenal, voy a rodar otra peli y quiero contar contigo.
- Ah qué bueno! Y qué tengo que hacer!
- Bah, poca cosa, tú solo tienes que poner cara de Sean Penn y ya está.
- Vale, vale, y me vais a pagar? Es que ando un poco justo últimamente.
- No te preocupes, he engañado a Brad Pitt para que me la produzca.
- Esto, y… bueno, pues ya me contarás en qué consiste el asunto…
- Nada, pasamos el jueves a recogerte te hacemos unos planitos y listo.
- Ok Terrence, hasta el jueves.
- Hasta el jueves chaval.

Clack! Tuu… tuu… tuu…

Supongo que no fue tan fácil, supongo que Terrence Malick le soltó un rollo de hora y cuarto al bueno de Sean Penn sobre la vida, la muerte, la madre que parió al universo y el sentido que tiene todo eso para cada uno de nosotros. Supongo que más o menos a la misma altura de este diálogo ficticio Sean Penn se convenció en el real del proyecto de Malick, más o menos a la altura de: vale, vale, ¿y me vais a pagar?

También supongo lo duro que tuvo que ser para un actor tan satisfecho de sí mismo como Sean Penn verse relegado a un plano secundario por un Brad Pitt poniendo cara de Brad Pitt y una ringlera de fotogramas supuestamente poéticos.

La poesía es un concepto muy discutido, ampliamente aceptado como lenguaje pero ordinariamente marginado a la interpretación de unos pocos. Me asusta que el establishment intelectual de medio mundo nos quiera vender El árbol de la vida como una obra maestra, no sé si tomarlo como un cándido síntoma de esnobismo ilustrado o si por el contrario el cine actual se encuentra tan escaso de una visión original y diferente que acoge como salvador a cualquiera que se atreva a saltarse la norma fundamental de la narración cinematográfica, véase sino el caso del triunfo de Isaki Lacuesta en el reciente certamen de San Sebastian. No discuto que las imágenes que nos ofrece Malick en esta película sean poéticas, pero lo que en absoluto voy a admitir es que el resultado sea poesía ni una obra de arte. La belleza por sí misma no configura el arte, forma parte de él, y en ocasiones, pero no lo instituye. Cada campo artístico dispone de sus propias leyes, así como en la pintura es la imagen la raíz y el marco de la idea, en el cine, y digo cine y no videoarte o spots publicitarios, es la narración la que valiéndose de las imágenes comunica el mensaje del artista y el valor de la obra. Y reitero, cine, el cine como lo concebimos hoy por hoy, películas entre los noventa minutos y las dos horas de duración que son las que vamos a ver a las salas.

(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PeorQueNegro
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7
1 de febrero de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Danny Boyle tal vez sea de los pocos directores en arriesgar la más variopinta gama de recursos “circenses” dentro de sus películas con un mayor número de aciertos. Mírese sino Slumdog Millionaire, fantástico film efectista a más no poder que cumple todos sus objetivos desde el primer minuto hasta el final… te entretiene, te abruma, te acongoja, y te saca la indignación hipócrita que gasta cualquier hijo de vecino cuando se siente hermano de la humanidad. Así es Danny Boyle un hábil prestidigitador y un charlatán convencido, pero ¡leches! Qué buen cineasta también.

127 Hours es un excelente ejercicio de algunos de estos trucos. El tipo ya en los títulos de crédito te calza un videoclip para no asustar, como diciendo: “tranquilo muchachote, que no te vas a aburrir”. Y no te aburres, estás a punto cuando parece no haber más tu tía pero no, es un pequeño descanso para preparar el clímax, donde también estás a punto, pero no, al final sueltas la lágrima, lloras un poquito como dándote vergüenza por ser manipulado tan fácilmente.

Realizar una película en base a un solo personaje y limitada a un solo escenario no es fácil, existen centenares de factores por los que se puede ir al garete pero requiere de tan solo una condición para que funcione, dicho de otro modo: más vale que el personaje nos caiga bien, porque de lo contrario no hay dios que aguante el truño. Danny Boyle a diferencia de otras cintas de similar planteamiento, (sin poder resistirlo la voy a comparar con la “española” Buried del redicho opositor a contertulio de "Que grande es el cine" Rodrigo Cortés), desde un primer momento define al protagonista dentro de la posición del héroe, nunca como a un tipo normal al que acaece una fatalidad, nunca como a un anónimo… sino como el tío que nos gustaría fuera nuestro colega. James Franco es nuestro colega, todo el rato, y no queremos que se muera en ese agujero, por eso se nos encoge la boca del estómago cuando apenas queda agua en su cantimplora, eso es lo que le diferencia del personaje de Ryan Reynolds en Buried, que nos toca tres cojones que muera, venga Obama a salvarle o se descubra que todo ha sido un sueño del señor Resines. Y para conseguir esto Boyle sacrifica únicamente los primeros quince minutos de película, establece quien es Aron Rastlon y porqué su historia merece ser contada.

Mención especial al trabajo interpretativo de James Franco que en ningún momento flaquea ni dejas de creértelo. Ahí, ahí va a estar en la lucha por el oscar.
PeorQueNegro
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5
18 de enero de 2011
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy tomando algo con mi amiga Sil en una cafetería muy mona cuando me llama María para proponerme ir luego al cine, le indico que tengo muchas ganas de ir a ver Pa Negre antes de que la retiren de la cartelera, que menudos son los de las salas de cine con las pelis catalanas. Me digo a mí mismo que para haberme despertado a las seis de la tarde sin más expectativas que recalentar unos grasientos espaguetis del sábado anterior mientras me “lobotomizo” con un nuevo reportaje de Españoles por el mundo no está nada mal acumular dos planes un lunes por la noche.

Con este buen ánimo aguardo antes de entrar en la sala a que María termine de escribir un mail en uno de esos teléfonos modernos. Una vez comenzada la película me dura alrededor de veinte minutos. Después de contemplar una de las aperturas más impactantes y brutales que he experimentado en un cine la cinta se va diluyendo como un azucarillo entre el costumbrismo ingenuo y la imprecisión de estilo. Es una lástima porque cada escena está cuidada al detalle, destacando en algunos casos una fotografía excelente, un trabajo actoral importante y unos diálogos más que correctos. Sin embargo estos tres elementos que en un principio deberían haberse aliado en pro del éxito del film por una gestión cobarde se convierten en sus peores enemigos. Excepto Sergi López, Eduard Fernández y Nora Navas que son unos titanes y se mantienen en pie pese a la indefinición de sus personajes el resto de los actores no logra sobrevivir la primera hora de la película. Imprecisos y mal dibujados sobre todo el personaje de Andreu que cruza la barrera de la heroicidad hasta la villanía como el que va a comprar el metrobus. Del mismo modo la relación con su hijo no atraviesa ninguna evolución a lo largo del film y éste mismo relegado a ser un mero espectador durante noventa minutos, en diez es forzado a intervenir como juez supremo entre el afecto y el odio. Empantanándolo todo además una docena de insinuaciones accesorias a la trama principal que en ningún momento se resuelven ni se desarrollan más que en unas pinceladas, lastre literario que Villaronga sin duda arrastra de la novela de Emili Teixidor en la que está basada la cinta.

Agustí Villaronga equivoca tono y ritmo, comienza intentando mantener su independencia como director maldito para no caer en el melodrama con una estética y una transcendencia impostada y termina más cerca del telefilm de encargo que del cine para minorías. La película fracasa porque Villaronga no se atreve a enfrentar el culebrón que tiene enfrente, lo disfraza y aún se atreve a darnos lecciones de vida a lo new age cuando lo único que se le hubiera pedido es que emocionara. Pa Negre no emociona, y no lo hace porque el héroe no está trazado, el protagonista no interviene en la trama más que como testigo y el ruido literario de los diálogos ahoga el ritmo, interés y progreso de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PeorQueNegro
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9
14 de enero de 2011
57 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella dice:

“I felt it. Perfect. I was perfect”. Son sus últimas palabras y lo sabe. Natalie Portman lo sabe. Tiene medio oscar en el bolsillo y media legión de fans prácticamente analfabetos buscando en la wikipedia quién cojones era Tchaikovsky. Esa es la magia del cine, la que hace que se distinga de las demás artes, la posibilidad de acercar la belleza y la perfección a las masas manteniendo de manera simultánea al instrumento de la misma en una categoría análoga a la del pop star. Darren Aronofsky lo sabe. Darren Aronofsky es un genio. Y también lo sabe. De sus cinco películas dos son magistrales, dos son de culto y una… bueno, una es bastante discutible.

Black Swan entra dentro de las magistrales. No es perfecta pero tampoco creo que Aronofsky lo pretendiera, solo crear la ilusión de que sí lo es. La mitad de la cinta es sobria y sí, perfecta, puesta en escena, clima, suspense, desarrollo, actuaciones. La segunda mitad no es perfecta pero está lejos de apelativos como “conjunto de despropósitos”, “ejercicio de histeria”, “esperpento barato” (… por cierto, cada día que pasa me convenzo más de que el criterio cinematográfico de Carlos Boyero es tan válido como el sentido de la democracia para Hugo Chávez). Es justo esa amalgama de efectismos, para nada caóticos o maliciosos qué dicen, sino concienzudamente hilados y programados los que nos llevan hacia la consecución de un climax que, señores! dura treinta minutos. No me vengan ahora con el cuento de si la abuela fuma o si la abuela se mea… el cine es trampa, siempre lo ha sido y Hitchcock hacía trampa todo el rato. A ver si este judío pagado de sí mismo no va a poder!

Morfología de una pesadilla, la belleza y su lado oscuro, que es la obsesión por conseguirla. Si el gran Satoshi Kon levantara la cabeza se sentiría bastante más orgulloso de la reinterpretación que hace Aronofsky de Perfect Blue que la que hizo este mismo año Christopher Nolan de Paprika.
PeorQueNegro
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7
19 de noviembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No recordáis un bulo de hace tres o cuatro años que anunciaba la muerte de Juan José Campanella? No, seguro que no, porque fue una broma que me gastaron exclusivamente a mí, y lo peor de todo, me la tragué. Tampoco es que me esforzara mucho en contrastar la noticia, de primeras la tomé por buena, hasta anduve un par de días apenado porque de verdad me había gustado El hijo de la novia y me jodía que el tipo no pudiera seguir haciendo pelis.

Bueno, pues no está muerto, sigue haciendo cine, películas tan notables como El secreto de sus ojos. ¡Y qué queréis que os diga! Joder, pues ir a verla, no os vais a sentir defraudados. Yo de preferir hubiera preferido que no mareara tanto la perdiz con lo de la trama criminal, que logra mantener el interés, sí, pero en el fondo todos sabemos que es una excusa como otra cualquiera para servir de refuerzo al leitmotiv emocional del prota y su amor no resuelto. Esto es lo que verdaderamente importa, lo que Campanella sabe hacer a las mil maravillas, transmitir a través de su mirada amable y tierna el conflicto sentimental de un mismo personaje con variantes, aderezado todo ello de una generosa serie de ingeniosos latigazos de dialogo y el contrapunto cómico de un secundario de lujo como es por ejemplo Eduardo Blanco y el de este caso, Guillermo Francella, que está que lo borda, lástima que el desarrollo de la historia lo releva a un segundo plano.

Darín es el yerno soñado de gran parte de Argentina y de media España gracias a Campanella, y si éste se lo propusiera hasta un tío con tan poco carisma como Ramoncín podría ser ese yerno, porque sabe tocar como nadie la fibra sensible del espectador, animar el fondo común de los buenos sentimientos... porque sabe convertir un detalle al inicio de la película en un motivo para mojar el pañuelo antes de los títulos de crédito, porque te hace salir del cine con una sonrisa idiota y el cerebro apestando a romanticismo urbanita.
PeorQueNegro
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