Lo bueno de esta película es que tienes tres o cuatro pelis por el precio de una.
Tienes la comedia de ciencia ficción que divierte y entretiene.
Tienes el retrato de la desigualdad social; unos pocos se lo pasan bomba mientras la mayoría lucha por sobrevivir.
Tienes el regreso a la Arcadia, lugar de pureza, felicidad, sencillez y mucho amor. Asistimos a la celebración festiva de dríadas, ninfas, algún sátiro desatado y otros espíritus de la naturaleza.
Tienes el ultimátum apocalíptico: si no reaccionamos pronto, muy pronto, quizás nos hallemos al borde de la extinción.
Míster Payne quería contar muchas cosas y vaya si lo ha hecho. Tal vez sea la película con más mensajes por metro cuadrado de los últimos años.
¡Ay, reconozco que prefiero un mensaje, o medio, o ninguno si puede ser!
¿Dónde la magia de "Nebraska"?

Vuelve a demostrarse que no bastan una buena historia y una buena fotografía para hacer una buena película.
La brevísima aparición de Scott como un tipo vanidoso y mal explorador, una burda caricatura. En el cine, sin villanos no hay héroes, ya lo sabemos; ahora bien, creo que en esta ocasión no era necesario utilizar este recurso.
¿Tal vez demasiadas expediciones en dos horas de metraje?
Entiendo que había muchas cosas que contar; sin embargo, ni rastro de uno de los grandes logros del noruego: el paso del noroeste. Y encima la confusión del episodio del Polo Norte. ¿Llegó o no llegó al Polo Norte el tal Amundsen? ¡Bueno, no nos pongamos tan rigurosos!
La teoría de la deriva transpolar, según la cual una vez atrapado convenientemente tu barco en el hielo, las corrientes te llevarán hasta la mismas puertas del Polo Norte como si de un viaje de placer se tratara (solo que con más frío), ni se entiende ni se llega a explicar durante el metraje, con lo cual el espectador realmente no sabe lo que está pasando durante un buen trecho de la película, y se va a su casa preguntándose: ¿pero será verdad? Ya tenemos conflicto interior y discusiones entre parejas en los diferentes hogares del ancho mundo, si no cosas peores.
Otra cosa que llama la atención: los personajes envejecen al ritmo que les da la gana. La muchacha que se permite decirle al hermano; tú no conoces a Roald, yo sí que lo conozco; a esta muchacha, en virtud de su inocencia y de su alegría de vivir, no se le nota el paso del tiempo en absoluto. A otros personajes (algún tripulante, por ejemplo), casi tampoco.
Lo de las dos chiquillas inuit adoptadas: mal contado y peor resuelto.
El accidente aéreo que abre la película; un truco de guion infame.
En resumidas cuentas, una persona que vaya a ver el film sin saber demasiado sobre exploraciones árticas saldrá irritado y confuso, sin tener claro qué es lo que consiguió y qué es lo que no el célebre investigador noruego.
Eso sí, la fotografía, excepcional.

El cine español no tiene arreglo, por una vez que nos encontramos una historia interesante, unos diálogos inteligentes, una situación propicia para sacar algo en claro de las relaciones humanas... aparecen de pronto los peores recursos del cine nacional para dar con todo el proyecto en la papelera de la oficina. Volvemos al apasionante mundo del sexo y al soberbio referente del "era un inglés, un francés y un español", con el agravante de tirarse la pelotita como tontos en un descampado.
Noriega no da para más, este chico debería replantearse unas cuantas cosas. Nimri...¿alguien sabe a qué ha venido? Alterio tiene una vis cómica que yo creo que no explota lo suficiente, y no quiero decir en esta película. Verbeke no pinta nada. Gómez es, para mi, el único que se salva.
Lo que podría haber sido y no fue.

Por supuesto, vaya por delante que el problema de esta película es la historia sobre la que se sustenta, es decir, el super best seller en cuestión.
Ver y analizar el mundo de los adultos a través de los ojos de un niño entraña multitud de problemas, y es ya un contrasentido desde un inicio. Si te comes un bombón disfrutas y te parece un placer, si te comes la caja entera vas a tener una digestión más que complicada.
Lewis Carroll es único e inimitable, y demasiados escritores han intentado ya apropiarse de su estilo. Si esto lo juntas con una de las mayores desgracias de la humanidad, el resultado no se sostiene de ninguna manera.
Me parece bastante triste que los colegios organicen sesiones matinales para que sus alumnos se eduquen en unos valores éticos perdurables y que aprendan a no cometer los errores del pasado. Basta consultar un poco de la ingente bibliografía sobre la Segunda Guerra Mundial para desmontar la supuesta inocencia de un niño de 8 años, que desde luego no era cómplice de lo que ocurría pero tampoco era tan estúpido para creerse en un mundo de hadas y de caballeros andantes. Sobre este particular, es interesante la obra de Guido Knopp "Los niños de Hitler", en la que se analiza la nefasta y progresiva deshumanización a la que se se sometieron generaciones enteras de ciudadanos alemanes bajo el régimen nazi.
Por el contrario, hay que reconocer que el joven protagonista es un verdadero descubrimiento. Esperemos que este papel no lastre el resto de su carrera, como ha pasado con tantos otros jóvenes actores.
Lo de Vera Farmiga a mí particularmente me resulta agotador. Como en casi todas sus películas, parece que le va a dar un ataque al corazón en cualquier momento. Yo creo que es su expresión natural, no sé, los rasgos de su cara, su boca crispada. La ves aparecer en un film y te dices: "esta mujer lo va a pasar muy mal..."
David Thewlis parece una agente de seguros en horas bajas, no transmite autoridad, ni siquiera sentimiento del deber. Es extraño que en una película tan simplista no se haya elegido a un actor con más "cara de malo".
Tengamos cuidado con que se cuenta a los niños. Tengamos cuidado con el "buenismo" que contamina a la sociedad contemporánea. 50 millones de muertos no se explican con aquello de "si los adultos jugaran en vez de pelear..."
Repito: el libro es la cuestión. La pregunta que nos deberíamos plantear es la siguiente: ¿Por qué un librito tan flojo y superficial triunfa en nuestros días?

Nos sentamos en el sofá armados de una buena porción de nachos con queso y unos cuantos refrescos. Hemos decidido disfrutar durante una par de horas del delirante y paranoico mundo de las teorías de la conspiración, todo ese entramado de corrupción y de anhelo desatado de poder que tantas alegrías suelen dar a sus seguidores. Ya se sabe: nada es lo que parece y fuerzas ocultas pugnan por dominar el mundo. En Estados Unidos esto ocurre por lo visto en cada panadería.
¡Que vienen los rusos! Y aparece el típico científico loco pero convencido de sus cosas. No te acerques mucho que te meto un implante que te vas a enterar y encima te hipnotizo, todo por el mismo precio. Pero por suerte aparece Denzel el Jovial que se arranca el microchip como quien se quita un granito y de repente ve la luz y se da cuenta del desastre que se avecina.
Meryl Streep está de subidón total, yo creo que se habrá arrepentido bastante de haber aceptado el papel. Sólo le falta llamar a Santa Klaus: "¿Klaus? ¿Santa Klaus? ¿El Gordo Santa Klaus?" y obligarlo a que adelante su paso por el país para que no influya en las elecciones presidenciales.
Jon Voight debe pensar que hay que trabajar para vivir, lo mismo que Bruno Ganz.
Liev Schreiber viene hipnotizado de serie, lo cual ayuda bastante.
Jonathan Demme se ha quedado definitivamente en silencio, este corderito ya no tiene nada que aportar al séptimo arte.