Obra maestra absoluta del infracine. "El primer slasher gore francés" dice la portada del DVD. Sea cierto o no, probablemente sea el peor (y cuando digo el peor, quiero decir el mejor).

La cinta nos presenta a Ogroff, una suerte de Caracuero revenido del chino (aunque he de admitir que su indumentaria queda pintona) que pasea por el campo interminablemente masacrando domingueros (yo también lo haría). Ya desde la primera escena podemos asistir al desastre con esa fotografía, ese descampado, esas interpretaciones, esos cortes de planos, ese montaje de sonido en el que la música tiene que parar para que suene el diálogo (prácticamente inexistente durante la mayor parte del metraje, por otra parte). La cinta alarga planos hasta la saciedad, mostrándonos los ataques de azogue del asesino, interminables meneos del hacha contra el aire, paseos por el bosquecito a ritmo de sintetizadores y cacerolas… Todo diseñado para provocar el estupor y una sensación de dolor que acaba deviniendo en carcajadas alucinógenas. Todo parece diseñado para encandilar a los amantes del cine cutre, una cinta de presupuesto negativo con talento ídem pero con un punto entrañable extraño.

Y cuando parece que vamos a asistir a una hora y media de paseítos y asesinatos de gentuza, pasa algo raro y empiezan a surgir algunos giros incomprensibles que, dentro de ese ritmo repetitivo, pausado y alargado convierten este disparate en una pesadilla surrealista increíble (imposible de creer) y que sólo puede ser disfrutada a muchos niveles. Esa atmósfera lisérgica que se crea es una experiencia religiosa, válida para disfrutar tanto en soledad como en compañía, un magnetismo hacia el humor involuntario y la desorientación acompañada de más sintetizadores y sonidos de cacerolas y un montaje de sonido digno de un simio y una fotografía capaz de derretir retinas.

Esa frontera entre el dolor y el éxtasis de la vergüenza ajena, directa a los anales del cine cenobita en el que no sabrás si al acabar querrás más de ese producto o sólo tendrás ganas de morir en paz y que acabe el sufrimiento. GRANDIOSA, IMPRESCINDIBLE.

Empecemos por lo básico: esto no es el remake de ‘El Imperio contraataca’ que algunos podían llegar a pensar. Disfruté bastante con ‘El despertar…’ y comprendía que esta nueva saga necesitaba ese toque a ya visto, a añejo para volver a engancharnos después del desencanto con las precuelas. Pero aquí Rian Johnson ha podido desmarcarse de esto (dentro de los límites que permite una saga de este tipo, claro) y crear un producto nuevo, muy interesante y bastante inclasificable dentro de la franquicia.

Ya dentro de lo formal nos encontramos con elementos bastante potentes. Mucho planazo, algunos momentos con una fotografía maravillosa*… Hasta las míticas transiciones cutres pero carismáticas marca de la casa quedan genial, disimuladas de forma bastante original. Y el uso del sonido en ciertos momentos** también, a esto le ayuda la música de John Williams, más inspirado en los arreglos de los diferentes temas que en la anterior película.
En cuanto a las diferentes subtramas, la relación entre Rey y Kylo Ren queda definida perfectamente. Este último me sigue pareciendo uno de los personajes más interesantes de toda la saga, y culpa de ello la tiene Adam Driver que es un grande. También tenemos por otro lado un tufillo a ‘Battlestar Galactica’ que yo agradecí mucho, y por supuesto no falta la parte aventurera y de acción con sus momentos cómicos.
En el elenco protagonista me sigue pareciendo Finn el personaje más flojo, no tanto por Boyega (que al fin y al cabo en ‘Detroit’ y ‘Attack the block’ nos demuestra que es bueno) sino porque suele ser más relegado, por desgracia, a ser el “negro gracioso”. Oscar Isaacs, por su parte, está compuesto de carisma y Daisy da la talla lo suficiente. Por su parte, Mark Hamill y Carrie Fisher (DEP) se lucen cuando tienen oportunidad. Las nuevas adiciones muy correctas, en especial Laura Dern.

Un riesgo que ha tomado Rian y que me parece fascinante es meter en ese universo de luz y oscuridad, tantos tonos de grises. Acciones bienintencionadas que no salen bien, desmitificaciones de héroes, lucha interna de los personajes entre esa dualidad de una forma bastante natural (nada que ver con el Anakin “ahora voy a masacrar niños for the lulz”), y hasta algún toquecillo por encima de temas políticos actuales***. Es más adulta, más arriesgada y más densa (y es que en la trama de la huida esta densidad es necesaria para apreciar la gravedad) que otras entregas, de esas que merecen un segundo visionado. Por eso puede ser que los momentos cómicos, aunque en ocasiones bien integrados, otras veces parezcan metidos con vaselina. Pero lo puedo llegar a entender porque esto no deja de ser una saga familiar de monjes armados con espadas láser contra nazis del espacio y a ver cómo le metes a un chavalín estas dos horas sin que se mate.

En definitiva, una película diferente de Star Wars pero con la esencia. Tiene fallos, desde luego, pero en general es un film bastante redondo. Posiblemente provoque bastantes diferencias de opinión entre unos y otros, pero reposada y con el tiempo es probable que la recordemos como una de las mejores entregas. Ah, y los porgs no son ni ewoks ni Jar Jar, sino el alivio cómico achuchable product placement puro.

Han pasado cinco años desde que Paco Plaza dirigiera su último largo, '[REC]³:Génesis' (la mejor de la saga). Y la cosa es que la espera ha merecido mucho la pena. 'Verónica' sería, haciendo una comparación así regulera demasiado básica, una suerte de Expediente Warren en Vallekas con música de Héroes del Silencio.

Plaza consigue combinar de puta madre el terror psicológico (y sin abusar de los jump scares, gracias al cielo) con énfasis en el drama familiar (lo mejor) y hasta unos paréntesis de humor que le sientan de puta madre al conjunto. El reparto está en estado de gracia, y eso que básicamente son tres niños y una adolescente los que llevan encima el peso de la trama. No sólo los niños resultan carismáticos en lugar de odiosos (logro desbloqueado) sino que Sandra Escacena como la protagonista es de lo puto lo mejor, espero que se lleve un merecido Goya a actriz revelación.

Una cosa que me gustó mucho es esa ambientación tan de barrio, con su colegio de monjas, su bar cutre y su pisito, nada de chalets de cuatro pisos, gran acierto cómo está usado y cómo consigue diferenciarse así de otras películas de posesiones.

En definitiva, una progresión dramática con un ritmo cojonudo, una ambientación lograda, un reparto que lo triunfa, y unas escenas de terror bastante bien llevadas y con tensión y una utilización muy profesional del espacio, la luz y los movimientos de cámara, y una buena peli de terror en resumen a la que el mayor pero que le puedo poner es, sin hacer spoilers, unos momentos del clímax en el que el uso de flashbacks sacan un poco del tema, porque son de esos "por si el espectador es tonto" que rompen el ritmo.

'Antiporno' de Sion Sono es un experimento audiovisual tan recomendable como enervante. Una bofetada cargada de toda la mala hostia que lleva el director dentro, una pesadilla desquiciada que nos muestra de una forma muy particular como sólo pueden hacer unos pocos (Sono, Miike, Tsukamoto...) una crítica brutal a la posición de la mujer en la sociedad japonesa, especialmente en lo que a tema sexual se refiere.

Y todo esto dentro de lo que supuestamente era un encargo para homenajear el pinku eiga (soft porn más o menos) por parte de la Nikkatsu, que querían así revitalizar un poco un género que era bastante visto en Japón y así ganar panoja llamando a algún director de renombre y dejándole total libertad salvo por que tenían que meter cada X tiempo una escena de sexo (obviamente). Pero se ve que a Sono esto del pinku eiga y cómo trata a la mujer no le mola mucho y sí, más o menos cada X tiempo hay una escena de sexo, pero el cómo están tratadas y la combinación en el resto es un vómito de lava en el género, en la productora y en sus ancestros.

Un montaje frenético y conscientemente confuso en el que nunca estás del todo seguro si el personaje está en la realidad, en una pesadilla o recordando un trauma, unas interpretaciones al borde del colapso con unos monólogos cargados de espumarajos de rabia, unos decorados chillones y algunas situaciones surrealistas se combinan en un cóctel molotov representando la mente a punto de resquebrajarse de una actriz del género que tan pronto te puede provocar una risa incómoda, como una carcajada y al minuto siguiente dejarte picueto, totalmente indignado y finalmente agotado.

75 minutos después, si te dejas llevar, te habrá marcado. Personalmente, salí muy inquieto y enervadísimo, sabiendo que me había gustado pero que es todo un desquite necesario.

Lo primero es lo primero. Esta película va dirigida a públicos de dos edades muy distintas. Sin embargo, esto tiene un problema. Para funcionar bien, tienes que equilibrar el tiempo que le dedicas a cada público. En este caso, la primera media hora va dirigida a gente ya mayor de edad, mientras que el resto va muy dirigido a un público infantil. Y un chavalín puede disfrutar bien de la primera media hora, pero un adulto es más difícil que disfrute del resto.

Dicho lo cual… la primera parte de la película es una auténtica joya. Un sentido homenaje al mundo de los videojuegos, increíblemente gracioso y nostálgico. Un festival de referencias muy original y con mucha alma, empezando desde esa mezcla de 'Donkey Kong' y 'Rampage' que es el juego 'Fix-It Felix Jr.', y siguiendo por el desfile de cameos, a cuál mejor, las escenas en 8 bits... Uno piensa que está ante una nueva 'Toy Story', una de esas películas que cualquier niño puede disfrutar, y a la vez cualquier adulto sacará a la luz a su niño interior y lo gozará como si fuera la primera vez que va al cine en su vida.

La película se desarrolla frenéticamente, se te pasa volando… hasta que, de repente, igual que Ralph cambia de videojuego, parece que el espectador cambie de película. Se estanca, pierde ese punto original, revives escenas mil veces vistas… incluso el humor se infantiliza hasta el extremo. Se pierden las referencias, y a la vez pierde esa identidad tan única. Y no sé si será cosa del doblaje, pero cada vez que la niña suelta un chiste, ganas dan de ahorcarse. Es como saltar de Pixar a Dreamworks.

A pesar de ello, sigue brillando en algunos momentos, sigue resultando tierna, y nunca deja de gustar realmente. Pero nunca deja de echarse en falta es variedad de situaciones, de escenarios, de un tono no dirigido tan directamente al público infantil… en esta segunda parte. Desaprovecha ese vasto mundo que ha creado hasta unos límites insospechados. He ahí la diferencia con Pixar, que saben compaginar bien los elementos dirigidos a niños y los dirigidos a adultos durante todo el metraje, saben tener una personalidad propia y no perderla por el camino.

Recomendable la película, sin duda. Especialmente para llevar a los niños al cine, y también para todos aquellos que crecimos con Sonic, Mario, PacMan, Pitfall… para sacar a relucir al niño que llevamos dentro, y al friki que somos en realidad.