Insustancial y miope adaptación de la novela homónima de Bret Easton Ellis. Explica con perseverancia lo que no es capaz de transmitir con imágenes e incluso reinventa elementos de la historia que trata de encajar sin acierto en la trama. Pese a los esfuerzos de Christian Bale por dar cuerpo y sustancia a la compleja y tortuosa personalidad del ejecutivo / psicópata Pat Bateman, el filme, en su conjunto, acaba dando más pena que miedo. El resto de personajes aparecen desdibujados, por lo tanto no cabe esperar interpretaciones convincentes. En el camino se pierden la crítica social, la sensación de vacío existencial, la sordidez y violencia que debieran impregnar este drama psicológico.

Drama sobre el activismo en la lucha contra el sida, su contexto histórico y consecuencias en una época marcada por la proliferación del VIH y los escasos avances en la investigación para su tratamiento. El filme está aderezado por fugaces momentos de distensión festiva y por una única historia de amor, llevada al límite, pero sin apenas concesiones al sentimentalismo. Robin Campillo parece recurrir en esta ocasión a la alternancia de planos y distancias focales cortas (primerísimos primeros planos, primeros planos y planos medios) para mostrar en toda su crudeza y detalle al espectador la dura realidad en la que se recrea y trata de implicarle (o desafiarle) durante esos 150 minutos de metraje. Abandona la cámara al hombro y se reserva algunos planos panorámicos largos con travelling incluidos para otros tantos momentos en que parece querer ensalzar mensajes con alta carga simbólica: Hay lugar para la fugaz felicidad (en el mar); la unidad en la lucha es posible pese a las discrepancias (en la escena con los activistas tumbados ocupando toda la calzada) y la consecución de los propósitos fruto de esa unidad -en este caso, propagandísticos- (el río teñido).

Retrato trepidante de una generación de ociosos 'outsiders' (burgueses) del Londres de los años 60, en el que la búsqueda de segundas oportunidades y de redención, los intentos de conciliación, el miedo al fracaso y el rechazo de una parte, colisionan con el afán de venganza, la afirmación de la propia identidad y la búsqueda de la libertad sexual, de la otra. Todos estos elementos se dan la mano de manera descarnada en un drama que recrea con acierto las atmósferas de vanguardia psicodélica y los clubes nocturnos del escenario británico. Lo mejor, el duelo interpretativo entre las dos protagonistas femeninas. Lo peor, los rudimentarios y mal ajustados 'playbacks' musicales, por mucho que se jacte de ser el primer filme de su nacionalidad en editar en vinilo su banda sonora.
No confundir con la Generación Beat de la otra orilla del Atlántico, capitaneada por Kerouac, Ginsberg y Burroughs...

Emotivo y original drama que estaría mejor estructurado y evitaría algún que otro vaivén en la narración si fuera más comedido con los flashback, de los que abusa de forma recurrente de principio a fin. Interpretaciones respetables en su conjunto. Interesante banda sonora de A. Hacke.