Me acerqué a esta película simplemente por el score original de Vitalic, tenía curiosidad. Con esto en mente, el titulo Disco Boy la verdad me ha parecido un cebo. Obviamente no ha sido lo que esperaba en absoluto, aunque tampoco sabía a qué atenerme pues no veo nunca trailers.

La película está entretenida, hasta cierto punto. Empieza al estilo del "cine de vérité", un drama costumbrista tipo Ken Loach, y poco a poco se va tornando más onírica y metafórica. La actuación de los actores es bastante buena y tiene tramos realmente hipnóticos, pero la sensación final que te deja es de no haberte contado nada.

Desaprovecha la oportunidad de hablar más y mejor sobre la Legión Extranjera, que es algo fascinante y poco explotado en el cine, o también podría haber tratado mejor el tema de la inmigración ilegal, lo toca todo de puntillas. Le faltan más diálogos y exposición de los personajes, acaba dejando de lado la historia para centrarse más en el poder visual y sonoro, y a mi no me ha parecido un acierto.

Podría haber sido una buena película, de las que se te quedan en el espíritu por mucho tiempo o para siempre, y sin embargo decide convertirse en una del montón por su empeño en ser una película de "arte y ensayo". Una pena.

Y la banda sonora de Vitalic tampoco es la gran cosa.

Más floja que la anterior tercera parte. Repite Lance Henriksen en su personaje y se continúa el esquema de la 1 y 3, sin embargo esta historia no llega a enganchar ya que es la típica de clanes familias rivales con dos enamorados entre ellos etc.

Por el lado positivo tenemos otra vez el tema del gore que es todo práctico y está bastante bien, y los fx del bicho que también son prácticos y diría que aquí se le ve más que en la 3 y tiene más movimientos y mejores matices.

En definitiva, una película para pasar el rato por los amantes del género y de la saga. Simplemente por los efectos de maquillaje merece la pena, pero está un escalón por debajo de la anterior en cuanto a entretenimiento.

Entretenida tercera parte, que continúa con la mitología de la primera recuperando personajes y acontecimientos de la película (al contrario de la segunda, que era una historia alternativa y paralela).

Tenemos dos grandes rostros del cine de terror como principal atractivo, Lance Henriksen que repite papel y a Doug Bradley (Pinhead), y unos efectos especiales bastante decentes, tanto las escenas sangrientas como el diseño de Pumpkinhead, está lejos del trabajo de fx de las dos anteriores pero sorprenden para una producción de este tipo, tiene algún momento digital pero el 95% es todo práctico.

El argumento sigue la estela también de la primera parte, con sus diferencias, pero tiene una trama lo suficientemente interesante para entretener. No es ningún peliculón, está lejos del nivel de la primera parte, pero sinceramente superior a la segunda (de la que sólo destacaría los fx), Para los amantes del género y de la primera parte puede ser una sorpresa, la recomiendo para pasar el rato.

Vuelve John Woo, seguramente no para quedarse, sino para despedirse, y lo hace con una película pequeñita, lejos de las grandes superproducciones que hizo en Hollywood en los 90 y 2000, pero no por ello menos digna. Aprovecha su ajustado presupuesto para forzar al máximo sus recursos narrativos y nos trae una película prácticamente sin diálogos, enfatizando todos los demás elementos.

Quitando la curiosidad de filme sin diálogos, se nos queda una película mil veces vista y que todos conocemos al dedillo con cero sorpresas, El justiciero de la ciudad, Punisher, Sentencia de muerte... Pero al César lo que es del César, y lo que con otro director hubiera sido una película DTV del montón, aquí tenemos auténtico cine de autor, le pese a quien le pese.

Joel Kinnaman no es santo de mi devoción, le tengo tirria desde el remake de Robocop, pero oye, el hombre se esfuerza y tanto él como todos los demás tienen que mostrar todo sin decir ni una frase, y eso tiene mérito. Además su personaje transmite una vulnerabilidad lejos de lo que estamos viendo últimamente, véase John Wick, no es ese superhéroe invencible e imperturbable.

El meollo de la cuestión es la acción, y obviamente no hay pasta para las florituras made in John Woo, pero deja destellos de genialidad. Y si bien se nota que es un estilo de cine que ya no tiene cabida en la actualidad, el resultado es infinitamente mejor que, por ejemplo, Domino de Brian de Palma que daba mucha pena ver para lo que había quedado. Ojalá vuelva para otra más grande, pero si este es su capítulo final, no dudo que con el tiempo será de culto, y probablemente tendrá una segunda vida en streaming, porque en cine es obvio que se la va a pegar.

No me extrañó nada descubrir que detrás de este producto del malogrado Jeff Speakman se encontraban nombres míticos del cine de terror como William Lusting o Larry Cohen, y es que navega entre géneros y nos regala una sórdida y ambigua película con un resultado final irregular que no llega a cuajar por culpa de un rodaje complicado y con visiones diferentes de los realizadores.

Las interpretaciones son buenas, a destacar un enorme James Brolin que se come la película, algunos secundarios tienen matices y subtramas muy interesantes pero mal explotados o desarrollados. La trama es de una crudeza y una violencia extrema, le faltó sentido del humor para subrayar la ironía, por eso finalmente te deja una sensación rara de no saber muy bien qué has visto, si un panfleto reaccionario, una denuncia a la pena de muerte o una crítica al sistema penitenciario... todo queda en el aire sin saber muy bien a qué acogerse.

Pero en líneas generales es una película muy entretenida, con buenos actores, buenas y sangrientas escenas de acción, y sobre todo una cinta muy original y de las que ya ni se hacen ni se harán. El que se acerque a ella se llevará una sorpresa seguro. Cameo de Ted Raimi incluido.