De este film se he llegado a oír cosas que me han dejado tan atónito cómo me dejaron en su momento las alabanzas que Steve Jobs recibió después de su muerte. Algunos comentarios de críticos de cine la entienden como una película "casi conceptual", "brillante y nada convencional", "una obra maestra de la economía narrativa" etc. Si se tratara de criterios subjetivos, uno podría pensar que es cuestión de gustos, y que simplemente el propio no encaja con el de la mayoría. Y no pasa nada. Pero es que hablamos de criterios e indicadores totalmente contrastables. Esta película ni es conceptual, ni es rompedora, ni poco convencional, ni hace gala de maestría narrativa de ninguna clase. Es entretenida, sí, pero en ningún caso merecedora de tal cantidad de adjetivos superlativos.
Por orden:
- Si entendemos conceptual como aquel arte en el que prima la expresión de una idea más que de un hecho puramente vivencial, creo que es bastante evidente que "Steve Jobs" se encuentra lejos de la categoría. Sí, tiene mensaje/s, y sí, deja espacio al espectador para que interprete él mismo, sin sesgos entrometidos. Pero la interpretación reside puramente en lo acontecido y en su dimensión social, moral, ética e, incluso, económica. Nada más.
- ¿Poco convencional en qué sentido? ¿En la dirección? ¿En la ingente multitud de planos cámara al hombro siguiendo la acción? ¿En el alto ritmo de montaje para enfatizar una acción algo incipiente? ¿En la estructura del guión dividida en tres partes, todas sobre la vertiente "entre bastidores" de los momentos de lanzamiento de tres innovaciones clave, y centradas en la faceta más personal (y digo convencionalmente personal) de Steve? No me cuesta pensar en algún film de Paul Greengrass que presente el primer aspecto (y llevado a cabo de mejor forma) o alguno de Fincher de montaje agilizado (incluso guionizado por el mismo Sorkin). En cuanto a la estructura del guión, espero que no haga falta poner ejemplos de otros muchísimo más complejos, conseguidos y críticos, y todo sin tener que aguantar los típicos chascarrillos "sorkianos" que, en este caso, se han hipertrofiado hasta lo vergonzante en algunos momentos.
- ¿Narrativa? ¿Pero de qué? Si, a la hora de la verdad, en la película no sucede NADA que sea auténticamente trascendente más allá de ver la dimensión "humana" (por decir algo) del infame personaje, y de ofrecer su lado bueno y su lado malo al espectador (aunque este último con una inquietante sensación de "condonación" por parte de Boyle y Sorkin, cómo si justificaran ciertas cosas).
Hablando en plata: ¿es una buena película? Sí, pero no deja de dar la sensación de tratarse de otro proyecto destinado a la implacable inflación mercadotécnica de Apple y de su fundador. No es descabellado ver la mano de esta poderosa multinacional en el sorprendente (por incomprensible) impacto mediático que ha suscitado un biopic que, desde el punto de vista estrictamente cinematográfico, es totalmente "del montón". A algunos críticos les deben haber regalado el último iPad mini, o vete tú a saber que otra chuminada.

No obstante, si alguien está interesado en la figura del creativo que se retrata, en la industria tecnológica, o en la historia de Apple: que la vaya a ver, porque la encontrará entretenida. Pero que sepa de antemano que hay momentos en los que la referencia a aspectos técnicos, modelos de ordenadores antiguos, o momentos concretos de la historia de la computación, pueden hacer el guión difícil de seguir para los profanos.
PD: De los elogios a la figura de Jobs no tengo tiempo de hablar; esta obra ha servido de ocasión perfecta para que salgan a relucir aquellos que quieren ver en este emprendedor americano " el fundador de nuestro mundo, el de hoy". Comentar estas aseveraciones y su hiperbólica y nauseabunda aura de vacuidad filosófica y de neoliberalismo utópico llevaría páginas y páginas de digresión que no vendrían al caso. Pero espero sinceramente que la mayoría de gente tenga claro que los valores negativos que las acciones y la forma de comportarse de Apple han impuesto a la sociedad mundial van mucho más allá de la posibilidad de chatear con alguien de Australia, clicar con un ratón el anuncio de coches o lencería adecuado, leer la revista porno de turno con el iPad en el tren sin que todo el mundo sepa qué estás haciendo o escuchar música en cualquier parte (pero sólo en el formato que a Jobs le salga de los...”manzanos”).
En el film se compara a Alan Turing con Jobs, de forma indirecta claro...pero aún así, la frivolidad y la constricción ética que esta simplificación de las dos figuras representa me parece, como mínimo, desconcertante.

Gavron nos ofrece, en este drama ambientado en un Londres de principios de siglo, una mirada intimista y coprometida acerca de la lucha de las mujeres para la consecución del derecho a voto, así como el derecho a tener una opinión, gestionar su propio dinero, decidir cómo cuidar a sus propios hijos, y un largo listado de derechos que hoy se entienden como fundamentales, pero que en ese momento ni siquiera entraba en la cabeza de muchas mujeres el optar a ellos.

Abundan los planos cortos, Gavron quiere que nos acerquemos a milímetros de las protagonistas, que entendamos lo que hacen no desde una perspectiva moral, sino sociológica. Cámara al hombro, uno tiene la sensación de encontrar-se en medio de la agitación social del momento, y afrontar los ultrajes a los que esas mujeres se vieron expuestas durante años; y que las mujeres en general han tenido que aguantar durante siglos, y siguen aguantando en muchos lugares del mundo.
El guión es simplemente brillante, una quirúrgica y mesuradísima mirada genealógica hacía los sentimientos encontrados de la protagonista, el miedo a perder, la necesidad de ganar, el descenso paulatino pero constante hacia lo inevitable, hacia la reflexión y posterior compromiso por la libertad que todo el mundo parece ostentar excepto su colectivo, el de las mujeres, sean ricas o pobres. Nunca decae el interés por una historia que, dado lo poco que se ha avanzado hoy en muchos lugares del mundo e incluso, en algunos aspectos como la violencia de genero, en nuestro propio país, no solo resulta un tema necesario, sino inevitable; la igualdad de derechos y oportunidades.

Algunos diran que la parte final del guión es una repetición del esquema inicial, y puede que sea cierto, pero no pierde fuerza gracias a unos personajes y a una historia que consiguen atar al espectador al sillón. Especial atención al papel de Mulligan, que la confirma como una de las mejores representantes de su generación. Brutal.

Al final, uno se da cuenta de que, dado el dramatismo del hecho histórico que cuenta, la película podría ser mucho más cruda de lo que ya es, pero al final uno se da cuenta de que esta película no es un retrato de lo que sucedió para que lo podamos ver, sino una reflexión sobre lo que sucedió y sigue sucediendo, y nos negamos a ver. La película de Gavron habla de desencadenantes, de consecuencias, de cataclismos; no de éxito, ni de justicia...
Uno tiene que tener en cuenta esto cuando la vaya a ver. Y pensar en ello cuándo termine de verla.
Quizá entonces habrá tenido algún sentido.

Sí, la nota responde a la forma en cómo me he sentido tocado por el film, más que por su estricto valor artístico. Quede dicho de inicio para evitar dirigir la interpretación de lo que aquí escribo hacia erróneas direcciones.
La recopilación de material de archivo, su pase en primer plano mientras, en off, se escucha la voz del narrador, la inclusión de efectos en el color, en el canal a través del que se muestra el material (véase por ejemplo el cuarto oscuro con las fotos colgadas a secar, justo cuando Brando habla del "actuar" de la vida, de la pantomima del día a día...muy bien encontrado), la inclusión de planos recurso que conecten la forma de contar con un imaginario concreto (las cintas de audio, la voz gravada, en este caso), etc; son recursos utilizados una y mil veces...y más que se utilizarán; y aunque Riley los gobierna bien, su empleo tampoco es excesivamente imaginativo ni perspicaz.
Tampoco es un documental crítico, ni agudo en sus interpretaciones o en sus análisis.
No..."Listen to Me Marlon" no es un documental sobresaliente en muchos aspectos...

Aquí lo que verdaderamente nos interpela a pensar, a entregarnos, a sentir...es Brando. Siempre es Brando. Sus palabras no tienen vocación axiomática, ni generalizable...esto no es una moralina, ni un decálogo sobre como ser buen actor, ni un manual para llegar a ser libre, ni una advertencia a los futuros padres y madres, ni nada por el estilo...
Esto es Brando, contado por Brando; la vida, la paternidad, el arte, la interpretación, la libertad, la ética, la justicia, la honestidad, la tristeza, la muerte...
La presencia de Brando, en la voz, en las fotografías o en los fragmentos de sus películas, nos invade, nos magnetiza, como hizo en todas sus películas...pero esta vez no es una entregada interpretación, sino un legado, un susurro a través del tiempo, al que podemos asistir casi de escondidas, clandestinamente...y mirar a través de la mirilla.

Lo que vamos a ver al otro lado, depende de nosotros. De cada uno.
Brando habla del actor como alguien que pone en contacto a la gente con sus sueños.
Vamos a ver a Brando hablando de Brando, sí...un hombre hablando de un hombre.
Pero quizá veamos otras cosas, quizá escuchemos otras cosas...quizá nos encontremos reinterpretando, participando, atravesando la rendija que se ha abierto delante de nosotros.
Quizá terminemos escuchando las hojas de nuestro propio olmo descender, lenta y precariamente, humanamente, a través de la vida. La nuestra.

No busquen confort cuando vayan a ver "Langosta"; Lanthimos ha medido cada plano, su composición, tanto los individuales como los conjuntos, para que la sensación en la pantalla sea de soledad, de aislamiento, de desamparo. Sino, fíjense en como los compone, en la posición de los actores, en la abundancia de planos generales al principio de la película, y el lento cambio hacia planes más cerrados. Yorgos sabe lo que se hace, y su crítica del concepto de amor y pareja es imaginativa como pocas distopías lo han sido últimamente. Los pequeños detalles son, de largo, lo más divertido de la película, cáusticos, sublimes. En cambio, los grandes efectos, los puntos de giro del guión, son el aspecto en el que más cojea esta peculiar película; la perdida de ritmo, interés y frescura hacia la mitad para volverlo a recuperar a los 10 minutos del final puede desalentar a muchos, dado el ritmo ya de por sí sosegado del film.
¿Resulta un fracaso como comedia? A ver, "Langosta" es una comedia, como lo era también "La Grande Belezza". Me refiero a que la tragedia subyacente sostiene una sensación de desasosiego que, si bien proviene de la comicidad, es difícilmente risible, y el juego reside en que el "reír por no llorar" sea tan natural como sea posible. Aún así, la película de Sorrentino conseguía hacer reír lo suficiente como para considerarse no solo una buena obra de cine, sino una buena obra en su género. Langosta, en cambio, flojea mucho como comedia. Uno siente, sin querer, que muchos de los gags son un poco burdos, demasiado obvios, y que los realmente buenos duran solo hasta la mitad del film o se centran en detalles descriptivos del mundo creado por Yorgos.

Aún así, la recreación de la mutilación constante del individuo y el colectivo a través del amor, el sexo y la sublimación de las pasiones está tan inspirada como para considerar que, junto a una bellísima dirección y un magnífico reparto, es razón más que suficiente para recomendar ir a ver la nueva obra de Lanthimos.
De acuerdo, el resultado final está lejos de la perfección, y puede que algunos al final se queden tan impasibles como algunos de los protagonistas. Pero es imposible negar que "The Lobster" es una obra trágicamente bella.

Una historia de violencia es un acercamiento más al trillado tópico del inevitable retorno de la violencia del pasado una vez esta ya parecía olvidada. Una "Carlito's Way" más directa, más "al grano", con mucha menos profundidad pero igualmente bien contada.
El mecanismo es eficiente como el de un reloj; tanto el guión como la dirección de Cronenberg. Algunos han visto en su aparente simplicidad formal simplismo y convencionalismo, pero la verdad es que cuando un director pretende contar una historia, hay ciertos caminos difícilmente eludibles, que funcionan a las mil maravillas, y que pueden incurrir en un cierto conservadurismo narrativo, pero que requieren tanto el pulso firme del realizador, como la inventiva y el gancho del escritor tanto o más que otros senderos más experimentales; y que al fin y al cabo, bien utilizados, pueden acabar engendrando una maravillosa obra de arte.
Cronenberg nos mantiene a la espera, sedientos, planos largos que, sin cortes, nos llevan a planos más cerrados, como acercándonos poco a poco, y mostrándonos los entresijos del mural conforme corresponda. Luego la dirección se acelera paulatinamente, y desemboca en una espiral de tenacidad narrativa que desemboca en un clímax más bien tibio, para, finalmente, dar paso a un final amanerado pero soberbio y complejo.
No es perfecta, no es rompedora, pero es una gran historia, perfectamente contada, con escenas brillantes, con la suficiente complejidad como para sorprender e interesar a partes iguales y con una acción lacónica pero sublime. Mención a parte merece la escena del "juego de roles" tan sugerente que comparten Maria Bello y Viggo (los dos magníficos), una de las escenas más natural y bellamente rodadas en su categoría...

¿Algún defecto? Quizá la infame nominación al Oscar que recibió William Hurt por una actuación más que cuestionable (en otra de las incoherencias a las que la academia nos tiene acostumbrados).

En definitiva: véanla, es un ejemplar único en su especie; soberbio! No la juzguen por lo que no tiene, quizá es en su falta de ambiciones dónde reside la principal baza de esta película. Solo pretende reflexionar sobre el crimen y la violencia que engendra, y quiere hacerlo a través de la historia de Tom Spall; y lo hace maravillosamente bien.