Quien conozca mis críticas ya sabe que no soy lo que se dice un forofo de los live action.

En general los veo innecesarios y prefiero las fuentes originales.

Este caso no va a ser la excepción.

De todos modos, reconozco el mérito y el esfuerzo realizado por el equipo de Netflix para hacer de esta adaptación a imagen real de la bienamada serie animada algo decente.

Algunas caracterizaciones son realmente buenas (Iroh, Zuko, Aang, Suki o June, por ejemplo) y otras no tanto, aunque ninguna resulta injuriosa.

La recreación visual del mundo de Avatar es más que correcta y la física de las peleas elementales está bastante conseguida. Aún así, hay momentos que los efectos CGI cantan un poco, pero nada escandaloso.

También agradecer algún regalito que hace al fandom del universo Avatar (Esa aparición estelar de Kyoshi).

Ahora bien, otra cosa es hablar de la reescritura del guion para comprimir la historia del primer libro en 8 capítulos, o de ciertos personajes como Sokka para hacerlos “más políticamente correctos” (dañando gravemente su arco narrativo y la enorme evolución que experimenta).

Si a esto se suma las irregulares actuaciones, algunas bien resueltas y otras bastante pobres (especialmente las del elenco más joven, con una fisicidad y un registro bastante limitado), nos queda una serie entretenida, pero lejos de la brillantez de su homóloga animada.

En cualquier caso, mucho mejor esta producción que cualquiera de las otras muchas mediocridades que produce Netflix.

Si al menos descubre el maravilloso mundo de Avatar a un sector del público, bienvenida sea.

Eso sí, si les gusta esta serie, por lo que más quieran no dejen de ver la versión animada, que es la auténtica joya. Les cautivará.

Primero de todo si todavía hay alguien que a día de hoy no percibe el tono fascistoide y de sátira de esta cinta, decirle que tiene un problema.

A pesar de su aparente tontuna resulta que está basada en una novela, concretamente en “Tropas del espacio” de Robert A. Heinlein publicada en 1959.

Afortunadamente la intención del director de la cinta, Paul Verhoeven, difiere absolutamente de la del autor literario.

Aquí se nos presenta una sociedad distópica donde la Humanidad ha adoptado un régimen autoritario y militarista.

La ciudadanía, y por tanto el derecho a participar en la política, se obtiene en los campos de batalla interestelares en un conflicto bélico constante con otras especies a cuenta de la expansión territorial de la Humanidad (¿No os resulta familiar?).

El comienzo del film parece sacado de una serie de instituto tipo Sensación de Vivir (puestos a hacer referencias viejunas…) mezclada con retazos de la “Chaqueta Metálica” de Kubrik, interrumpida por comerciales satíricos muy en la línea de los vistos en Robocop (¿Quiere saber algo más?).

Naturalmente todo narrado en un tono tan superficial que es imposible tomárselo en serio, con un doble triángulo amoroso tan arquetípico que da vergüenza ajena. Las reacciones emocionales de los personajes no podrían ser más estereotípicas y planas. La muerte apenas tiene trascendencia y el duelo es prácticamente inexistente. Hasta el nombre de algún personaje suena paródico (Johnny Rico, Zander Barcalow, …) y a poco que seas avispado te darás cuenta del paralelismo de los uniformes militares con los empleados por los nazis.
Y ese final…absolutamente anticlimático, como remate del chiste que es esta película.

Eso sí, está rodada con unos efectos visuales excelentes que aguantan bien el paso del tiempo y con una buena ración de gore.

Por desgracia, yo que no soy amante del género de acción, se me hizo un tanto tediosa hacia el final.

De todos modos, celebro el gol por toda la escuadra que el inteligente y subversivo director Paul Verhoeven le metió a las productoras de Hollywood con esta sátira política disfrazada de película de ciencia ficción de acción.

Un clásico moderno.

Hacía tiempo que no me indignaba tanto viendo una película.

El término pretencioso le va como anillo a este mal intento de taxi driver.

Un ejercicio fallido de contar lo extraordinario de lo cotidiano.

Una historia que se resume en un párrafo (spoilers) que se alarga durante 2 horas y que su protagonista, Malena Alterio, intenta mantener a flote con su esforzada actuación. Pero no hay caso, de donde no hay no se puede sacar.

Sólo tedio y la música más molesta desde Birdman, intentando reflejar la angustia de la protagonista con una insufrible tonada de violín, es lo único que me llevo de este film.

De todos modos, sabiendo que estaba basada en una obra de Juan José Millás no sé de qué me espanto.

Hay historias que parecen imposibles de adaptar al lenguaje cinematográfico.

Le pasó a la Tierra Media de Tolkien y su obra magna “El Señor de los Anillos” que tras múltiples desencantos y sinsabores cayó en las manos de Peter Jackson, un director talentoso que realmente amaba apasionadamente la obra e hizo lo imposible, adaptó lo inadaptable, dio vida a la Tierra Media y estableció un hito en la historia del cine al arrasar en la ceremonia de los oscars de 2003 con “El Retorno del Rey” estableciendo las bases para el género de Fantasía en las producciones del futuro.

Y estaba escrito en las arenas de Dune que un día llegaría el elegido que volvería a obrar el milagro y llevaría su universo a la gran pantalla para asombro del ser humano.

Ese elegido resultó ser Denis Villeneuve, un director que ya apuntaba maneras, en el que muchos fieles del universo de Frank Herbert teníamos depositadas nuestras esperanzas. Y sí, él es el Kwisatz Haderach del cine.

Cualquiera que haya leído los libros percibe al instante el auténtico amor que el director imprime en cada fotograma a la obra literaria. Un espectáculo glorioso, épico, apabullante, inspirador e inabarcable.
Empezando por lo más técnico, alabar el increíble trabajo de imaginería visual y sonora de Dune.
Una inmersión total desde el primer segundo en pantalla mediante imágenes icónicas y planos épicos que se quedan grabados a fuego en la retina. Una recreación portentosa de locaciones y vestuarios, y en general de toda la tecnología de los libros, lejos del esperpento de otras producciones anteriores. Un sonido envolvente que te atrapa y te hace sentir que estás dentro de la acción del film. Sumado a todo ello la atmosférica, alienígena y sobrecogedora música de Hans Zimmer atronando la sala. En definitiva, un prodigio audiovisual que debe ser disfrutado en el cine más grande a la que puedas acceder. Hay momentos, como el de Paul Muad’dib cabalgando el gusano de arena, que es puro delirio extático.

Pero más allá de la técnica y la estética, está el guion y las actuaciones, sin los cuales todo lo dicho anteriormente se convierte en cascarón vacío y rimbombante.

Mas no tema el espectador, porque esta adaptación ha sido bien escrita y es fiel a la letra de Herbert, con líneas de diálogo bien escritas, algunas para el recuerdo, y miradas que hablan mejor de los pensamientos de los personajes que cualquier voz en off.

Amén del muy logrado misticismo religioso presente en la obra y su introspectiva sobre su capacidad para manipular a los pueblos, que nos enseñará una valiosa lección sobre el mesianismo si es que llegara a salir la continuación de esta película.

Y hablando de personajes, es el momento de las actuaciones. Pocas veces se podrá ver en pantalla tantos actores inspirados a la vez metidos en sus papeles, o al menos resolviéndolos con profesionalidad. Cortos o largos, están todos prácticamente perfectos, o por lo menos muy creíbles. Mención especial a la química en pantalla de Chalamet y Zendaya, que logran sostener una historia romántica sensible y honesta, a la par que trágica.

La evolución de Chalamet de Paul Atreides a Paul Muad’dib es impecable, y se aprecia, esta vez sí, las dudas y la desazón que lo carcome verse atrapado a cumplir una profecía de consecuencias trágicas y trascendentales, tras haber navegado por todos los futuros posibles. Una elección casi imposible.

Zendaya como Chani, su amada, es el alma y el corazón del film, aportando el contrapeso crítico y racional al fanatismo religioso que se desata. Ella ve al hombre antes que al profeta.

Mención personal también a Rebecca Ferguson y a Javier Bardem, que me han gustado particularmente en sus respectivos papeles de Jessica y Stilgar.

De todos modos sería injusto si dijera que no hay nada discutible en el film, pero los logros son tan colosales y la dificultad afrontada tan alta, que prácticamente no merecen ser mencionados, pero si aún así tienen curiosidad pueden echarle un vistazo a la zona spoiler.

En resumen, afirmar que Dune es un nuevo milagro cinematográfico, una obra maestra que trascenderá y fijará las bases del género de Ciencia Ficción de ahora en adelante.

Una experiencia religiosa. Larga vida a Villeneuve.

He aquí un mockumentary, o más bien una bufonada, en la que se propone al espectador un delirante repaso de la Historia occidental, a medio camino entre lo ridículo y la sátira brillante camuflada de apreciaciones banales y absurdas.

Su protagonista, la periodista Philomena Cunk, interpretada graciosamente por la comediante Diane Morgan, aparte de deambular torpemente por múltiples escenarios es capaz de hacer las preguntas más desconcertantes a expertos historiadores sin perder ni un ápice de su circunspección y mal disimulado aburrimiento. Una seriedad que hace aún más cómicas las reacciones que ocurren en pantalla.

Recuerda en buena medida a las entrevistas provocadoras del Sacha Baron Cohen, y se nota que detrás del guion está la afilada pluma de Charlie Brooker.

Y encima no pierde oportunidad para recordarnos en cada capítulo el temazo “Pump up the Jam", que es una referencia obligada para cualquier evento histórico.

Total, que si lo que buscas es pasar un buen rato y una serie simpática y breve, esta es una buena candidata.

P.D.: Serie de obligado visionado en V.O.