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El Salvador El Salvador · San Salvador
Críticas de Atilio Flores
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Críticas 23
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
8 de marzo de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: Atilio Flores
La Crítica y la Reseña
Calificación 5/5

Muchas veces disfrutar del cine extranjero más allá del estadounidense parece ser un lujo que raras veces permite el circuito de Hollywood. Sin embargo, en esos intentos hemos visto como el año pasado la película mexicana de Alfonso Cuarón, "Roma", logró acaparar la atención de muchos amantes del cine. Ahora es el turno de Corea del Sur con “Parásitos” del director Bong Joon-ho.

La premisa es sencilla, la cual nos muestra la diferencia de clases en tiempos modernos, al exponer a una familia desempleada que se encuentra viviendo en la extrema pobreza y que prioriza lo material como tener teléfonos de última generación con redes sociales y aplicaciones que le simplifiquen la vida, antes que un plato digno de comida.

Estas injusticias son transformadas radicalmente a medida los protagonistas de esta familia —encabezados por el hijo menor— quien logra conseguir trabajo como tutor de inglés en una familia acomodada de Corea del Sur, hecho que da pie a iniciar un complot familiar que termina posicionando a los cuatro miembros de la familia al servicio de la casa de los Park, sin que estos sepan su nexo familiar.

La médula de esta combinación de elementos y hechos es ver el grado de hasta qué punto la mentira puede llegar a volverse una verdad, aunque ésta no encaje socialmente en algo o que no atañe a la verdadera naturaleza de los individuos, enfatizada mediante golpes de realidad que nos marcan para poder superarnos o hundirnos en la miseria.

“Parásitos” es una oda a la astucia y al cinismo que las personas pueden desarrollar para poder vivir. ¡Bong Joon-ho juega con una semiótica increíble! Con un humor negro bofetea a la sociedad de estratos económicos altos criticando la candidez, la arrogancia, el poder y, asimismo, adoctrinar un discurso de moral que justifique las acciones desmedidas del capitalistalismo, sin victimizar a la pobreza y a la simbiosis eterna del parasitismo social.

Bong Joon-ho materializa un estupendo guión con emociones hilarantes, concretas, eróticas y sádicas, casi de forma poética en cómo se puede sacar el mejor partido a una mala jugada dentro de los reveces de la vida. Joon-ho logra pasar de una comedia a un drama trágico de forma espontánea, tan natural que convierte esta sátira en una vorágine impredecible, algo al estilo shakesperiano pero con toques de Chaplin y de Hitchcock.

Aquí es importante establecer que los actores juegan un papel fundamental, ya que, más allá de que nos hacen afrontar la barrera idiomática, nos muestran actuaciones muy bien logradas que hacen compenetrarnos en cada personaje, dándole una identificación propia y de cariño, que va permitiendo darle la razón a cada uno, aunque sus hechos sean inusuales y extraños.

Asimismo, algo que juega un factor muy bien utilizado en la cinta es su fotografía que permite adentrarnos a una sensación especial a través de juegos de cámara en que nos vuelven participes de las emociones que, junto a su banda sonora, nos transforma verdaderamente en un personaje más, que debe de descubrir quién es más impostor que quién mediante diálogos cargados de metáforas y simbolismos que critican radicalmente al sistema y que divide a las clases sociales.

Para aquel que no está familiarizado con películas provenientes de los países asiáticos, “Parásitos”, es un gran acercamiento que permite valorar y abrir los ojos a nuevas experiencias que encierra la magia del cine, más allá del claustro que nos genera el sistema parasitario de rebots, secuelas y películas de héroes de Hollywood.

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Atilio Flores
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9
8 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: Atilio Flores
La Crítica y la Reseña
Calificación: 5/5

Ver de forma sarcástica la guerra y hacer una crítica sobre lo estúpido que puede resultar la misma, es un acto de valentía que demanda ingenio para poder sacar una sátira que vale la pena contar y ver en el cine. El excéntrico director de “Jojo Rabbit”, Taika Waititi, retoma el libro de “El cielo enjaulado” (Caging Skies) de la escritora neozelandesa Christine Leunens para adaptarla a una versión cómica y singular.

Waititi nos presenta la historia de Johannes "Jojo" Betzler, interpretado por Roman Griffin, un niño alemán de 10 años que pertenece a las Juventudes Hitlerianas y que está entusiasmado por asistir a un campamento de entrenamiento de chicos nazis, junto a su mejor amigo Yorky.

Asimismo, “Jojo” tiene a su mejor amigo imaginario, quien es nada más ni menos que “Adolfo Hitler” —interpretado por el mismo Taika Waititi— que se encarga de darle consejos y animarlo para tomar coraje y enfrentarse a la guerra. Esta forma hilarante de presentarnos a Hittler obedece a retratar la cosmovisión que tiene Johannes sobre su máxima referencia al liderazgo nazi y cómo puede interponerse ante las situaciones que se le presentan.

Difícilmente se puede cuestionar la interpretación de calidad de Scarlett Johansson en esta película, quien interpreta a Rosie Betzler, la abnegada madre de "Jojo". Su calidez humana, belleza y ternura nos roban el corazón en cada una de sus pocas escenas durante el filme. Su presencia dota la mítica de responder a aquella naturaleza de las mujeres que sufren la perdida de sus esposos y familiares durante la guerra, aquellas que deben de seguir adelante siendo la cabeza del hogar y de velar porque no les falte nada, sobre todo la esperanza.

La relación de madre e hijo que entablan Rosie y “Jojo” inmediatamente nos transportan a recordar la relación de Guido Orefice y su hijo Giosuè, de la oscarizada película de 1997 “La vida es bella” (La vita è bella) del italiano Roberto Benigni, quien trata de apartar la cruel guerra de la concepción inocente de su hijo sobre los hechos que en ella ocurren dentro de los campos de concentración.

Sin embargo, aquí Johansson trata de incentivar a su hijo a ser simplemente él, tener esa autenticidad que le permita ser feliz, aunque eso signifique mentir por apoyarlo en su ideal fanático de ser un nazi, pese a que la diferencia de ideologías manejadas entre ellos sea mutuamente excluyente al ser un miembro activo de la oposición, eso sin sumarse que tiene a una niña judía oculta en su casa, quien es descubierta por “Jojo”.

Con ello la cinta muestra esa transformación de transición de aquel que es un ciego fanático a alguien que comprende que el enemigo es alguien como uno, con sentimientos y aspiraciones de una vida mejor, en la que el amor y la tolerancia sean las claves para derogar el egoísmo y la negligencia que acarrean los mal llamados “líderes sociales”.

Aunado a estos factores no pasa por inadvertida la calidad cinematográfica que presenta la película a nivel de fotografía, montaje, música y vestuario, los cuales encausan una atmósfera de color en medio de la oscuridad que se acostumbraba vivir en la Segunda Guerra Mundial.

Waititi plantea con este filme un quiebre a lo tradicional que nos dan las películas sobre guerra y al entorno sombrío que en éstas se desenvuelven, dándonos con un humor negro, elementos y hechos que en su trasfondo critican mordazmente al sistema de la época, principalmente al nazismo; el cual fue alimentado por la ceguera de sus correligionarios. Jojo Rabbit señala el atropello y sus repercusiones de la guerra sobre la niñez, mediante el sistema educativo, social y la concepción que del enemigo se tenía.

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10
8 de marzo de 2020
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Por: Atilio Flores
La Crítica y la Reseña
Calificación: 5/5

Pocas películas de guerra nos sitúan en contextos altamente tensos sin recurrir a una violencia extrema y adentrarnos a la psiquis de los personajes que nos presentan. Quizás el elemento más reciente sea “Dunkerke” de Christopher Nolan (2017) y en cierto grado “Jojo Rabbit” de Taika Waititi (2019). 1917, del británico Sam Mendes, retrata la crudeza de la guerra llevada al límite de la paranoia de caer en manos del enemigo cuando lo que se busca realmente es cesar la lucha inconsistente de los francos beligerantes.

El filme gira en torno a dos jóvenes soldados británicos quienes tienen la tarea de entregar un mensaje que cancele un ataque condenado al fracaso poco después de la retirada alemana a la Línea Hindenburg durante la Operación Alberich en 1917. Este mensaje es especialmente importante para uno de los jóvenes soldados ya que su hermano participará en el ataque que deben de cancelar.

Cualquiera que ve los primeros minutos del filme podría argumentar que la premisa es sencilla, y que difícilmente en dos horas se pueda sustentar un hecho que transcurre en menos de un día. Sin embargo, aquí se comprueba que en cuestión de horas la vida de muchas personas pueden cambiar radicalmente, haciéndonos valorar el motivo esencial de nuestra existencia.

El peso del filme recae sin duda sobre sus actores George MacKay y Dean-Charles Chapman, como los soldados William Schofield y Tom Blake respectivamente, quienes nos sumergen en una historia de amistad y lealtad de dos soldados que deben de emprender la odisea de ser los portadores de tal mensaje. Actores que, pese a que no son muy conocidos, logran hacernos encariñar con la valentía de los personajes que interpretan y que incluso, los pequeños cameos que realizan los actores Collin Firth, Benedict Cumberbacht y Mark Strong se vuelven innecesarios.

Sam Mendes retoma una idea muy parecida a la que utilizó Alfonso Cuarón con “Roma”, en el sentido de darle originalidad al filme. Cuarón plasmó una composición perfecta en la fotografía a blanco y negro establecida mediante solo planos generales en la historia. Aquí Mendes demuestra su genialidad con un aparente y eterno plano secuencia en toda la cinta que sumerge a vivenciar el recorrido de sus protagonistas, sumado a la intrépida idea de grabar solo en exteriores con una fotografía impresionante a cargo de Roger Deakins.

Mendes logra acorralarnos a un drama épico en el que vamos sufriendo las interioridades de sus personajes convenciéndonos que la guerra es un fatídico desgaste emocional, haciéndonos experimentar la agonía de regresar a casa y abrazar a los seres que amamos.

Sin embargo, hay algo en el planteamiento de este filme que lo vuelve poco amigable de entender, más allá de lo sentimentalmente expuesto, y es el no darnos el contexto en el que se desarrolla, del por qué sus personajes están ahí y sufren la guerra o qué la originó, algo que difícilmente contextualizará una persona promedio si ni recuerda los hechos que originaron un evento más reciente como la Segunda Guerra Mundial.

Pese a ello, este mismo elemento le otorga una significación universal que la hace trascender del espacio tiempo al ir retratando las vivencias que sufrieron los soldados frente a la guerra; factores que la impregnan al reflejar la crudeza que cualquier país en guerra ha sufrido.

Hay que destacar también que pocas películas se suman a mostrar el conflicto acaecido en la Primera Guerra Mundial, que inició en 1914 y concluyó en 1919 generando la reestructuración geopolítica actual de Europa. Aunque si bien, “1917”, siempre otorga la visión anglosajona y su parte en el juego de los roles beligerantes, hace un buen preludio de la situación enferma y deprimente que pudieron haber vivido la armada durante el combate.

El guión creado por Mendes muestra tan solo una de las historias contadas por su abuelo paterno, Alfred Mendes, quien participó en la Primera Guerra Mundial. Aquí es de retomar el valor intrínseco que nos deja el cine al poder llevar estas historias que, al igual que los libros o las extintas crónicas periodísticas de los diarios, deben de rescatar la memoria histórica, el porqué de nuestra situación actual en la vida y cuan significativo puede ser el no repetir los errores de nuestros antepasados.

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Atilio Flores
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9
8 de marzo de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: Atilio Flores
La Crítica y la Reseña
Calificación 5/5

“Las mujeres tienen mente y tienen alma, no solo corazón… tiene ambición y tienen talento, no solo belleza; estoy harta de que la gente diga que una mujer solo sirve para el amor, estoy harta de eso”.
Jo March

Desde las páginas hechas por Louisa May Alcott en 1868 en su clásica historia de “Mujercitas”, nos muestra una fuerte y elegante denuncia sobre el descontento social sobre la concepción de que las mujeres deben de estar sometidas solamente a actividades domésticas y de reproducción.

Dicho filme que, a lo largo del cine ha tenido múltiples adaptaciones, en esta ocasión nos encontramos frente a su cuarta entrega; sin embargo su vigencia sigue latente al cuestionar la concepción y la continua replica de asignación de roles de género estigmatizados en la sociedad que relega ciertas actividades que solo le competen al hombre y a la mujer; por lo que “Little Women” no nos plantea un discurso nuevo sobre la carga social que implica ser mujer, sino más bien lo pinta y reivindica a su manera.

En está época, las páginas de Alcott son retratadas por la visión de la directora Greta Gerwig, quién además de dirigirla también adapta su guión para mostrarnos el mundo de las cuatro señoritas March: Jo, Meg, Beth y Amy, cuatro hermanas adolescentes que no se resignan a desarrollar el papel que se espera de las mujeres en su época, sino que buscan expresar su esencia como mujeres dentro de una sociedad patriarcal, marcadas por la guerra y el machismo.

No obstante, estas situaciones en la vida las van condicionando a expresar esa rebeldía contra el mundo que quiere doblegarlas frente a sus ideales, transformándolas a lo que la sociedad les va demandando. Es así como vemos que el hilo establecido por Jo, al ser la más liberal del grupo, no sede ante lo que la sociedad quiere, buscando ante todo la premisa de la libertad como un alma creativa.

Es aquí donde nos plantea el eterno dilema de la búsqueda de la identidad que se debe de respetar aunque la sociedad nos llame débiles o locos por no ceder a lo que ya está establecido, principalmente en aquellos elementos que considera ajenos a nuestra verdadera libertad como almas espirituales.

En este parámetro es de reforzar esa carisma que muestra el filme por apoyar los ideales de las mujeres, rompiendo las ataduras y estigmas sociales para respetar lo que ellas desean para con sus vidas, proponiendo en su discurso la inclusión de factores claves como la educación y la expresión del ser como elementos trascendentales para la realización de la equidad de género; otorgando con ello una transformación social más allá de verlas como elementos de adorno y de amor.

Es este sentido me permito citar un fragmento de una de las frases del diálogo de Amy March en una de las escenas de la cinta, pues considero de suma carga moral y adoctrinadora de ver como se ha atropellado a la mujer en sus derechos:

“Pues yo no soy un poeta, solo soy una mujer. Y como mujer no tengo forma de ganar dinero por mi cuenta, no el suficiente como para ganarme la vida o como para mantener a mi familia. Y si tuviera dinero, que no lo tengo. Ese dinero le pertenecería a mi marido en el momento en que nos casáramos y si tuviéramos hijos, serían suyos, no míos; serían de su propiedad. Así que no te sientes ahí a decirme que el matrimonio no es más que una proposición económica, porque lo es”.

Si bien el filme desarrollado por momentos con flashbacks recurrentes, nos muestran todas las virtudes que las mujeres tienen, especialmente aquella forma redentora que nos muestra sobre el amor en su máxima expresión, el cual es cultivado desde el hogar y que representa una gran tarea de replicar en nuestros hogares para que se vele por el bienestar de las hijas e hijos para perpetuar la cadena de amor que en nuestra sociedad actual está desfalleciendo.

Son plausibles las interpretaciones de Saoirse Ronan como Jo y de Florence Pugh como Amy son las que se llevan las cámaras en este filme que incluyen también las actuaciones estelares de Laura Dern, Meryl Streep, Emma Watson, Eliza Scalen y Timothée Chalamet.

Con una banda sonora que recrea la inocencia, la ingenuidad, la alegría de enfrentarse al mundo pese a unas condiciones sociales que tienden a favorecer a los de clases altas y machistas y excluyente, es el toque que Alejandro Desplat logra armonizar en esta adaptación, la cual contrasta perfectamente con el ritmo dramático de la fotografía de Yorick Le Saux y el vestuario imponente de Jacqueline Durran, quien se llevó precisamente el Oscar en esta categoría por este filme.

Asimismo, vale la pena acotar que es lamentable que en las nominaciones de los Oscar de este año Greta Gerwig no figurara como una de los cinco mejores directores, ya que sin duda merecía tener ese honor, incluso haberse podido atribuir la estatuilla como mejor guion adaptado.

Es de agradecer que década tras década, aparezca una versión nueva de mujercitas, para recordarnos cuan viciada esta nuestra sociedad en la concepción que tenemos hacia los roles que imponemos a las mujeres, y sobre todo, para poder reivindicar los ideales femeninos en la sociedad.

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8
14 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por: Atilio Flores
Calificación: 4/5

Quizás la trivialidad de recurrir al género de “Road movie” o “películas de carretera” sea uno de los puntos a desventaja de esta película. Sin embargo, viajar es lo que en esencia nos cambia la perspectiva de ver la vida, sobre todo si nunca hemos salido del lugar de donde nacimos.

Green Book retoma dos contrastes para emprender su camino. En primer lugar la historia de como Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), un hombre italiano del Bronx que se ve en la necesidad de encontrar un empleo para mantener a su familia; y en segunda como un pianista, “Don Shirley” (Mahershala Alí), un músico jamaiquino de color que necesita emprender una gira por el sur de los Estados Unidos, por lo que contrata a Vallelonga como su chofer personal para realizarla.

Esta dupla del destino hace que el filme retrate la situación racial que Estados Unidos afronta en la década de los 60's, mostrando un contraste atípico en la que un “blanco” tiene que servir a un “negro”, algo considerado totalmente aberrante para la época. Sin embargo, esta premisa es la que permite crecer tanto a nivel de reflexión como de cultura general en la que prevalecen los valores y el sentido común.

Viggo Mortensen encarna a Tony Vallelonga, un astuto y oportunista hombre que se gana la vida cuidando un bar. Tosco, racista y despreciable en el trato rudo, tiene como premio lo bueno de la vida, una familia unida, una linda esposa que le quiere y muchas personas que aprecian su forma de trabajar, pese a que su nivel intelectual se ve limitado a lo vanal, a lo carnal y en cierta medida a lo salvaje.

Por otra parte, Mahershala Alí intepreta de forma sobria y fabulosa a un pianista prodigio que enarbola lo excéntrico, un gusto fino por el arte y la vida, siendo algo que lo condiciona a estar y no estar en la vida, ya que es aclamado por su música, mas no por la persona que es, ya que su talento sólo sirve para “entretener” culturalmente a las personas anglosajonas y de status altos, pero a nivel de ser humano, es relegado al trato marginal como las demás personas de color.

Este filme dirigido y escrito por Peter Farrelly junto a Brian Hayes Currie y Nick Vallelonga, -hijo de Tony Vallelonga en la vida real – nos presentan muchos esquemas y estereotipos raciales que son atribuidos a las personas de color, como ser ladrones, vagabundos y ser relegados a la servidumbre. Estos cánones sociales hacen que sea un balde de agua fría para la relación que entablan los personajes principales, en las que sus mundos chocan por la incomprensión y por imponer una forma de negociación en la que ni una ni otra parte quiere ceder a ser el más débil.

En eso reside la grandeza del guión de Green Book, en el dime que te diré que entablan estos personajes y como el camino va despojándolos de sus egos, colocándolos en una serie de situaciones que no sólo van asfaltando las enseñanzas que uno aprende del otro, así como las que el cinéfilo va aleccionando, las cuales involucran incluso decidir en lo que uno ama hacer y con quienes convivir.

Si bien su estética remonta a los años 60, su mensaje sigue siendo actual, en un mundo donde aún se tienen prejuicios tan grandes como discriminar a alguien en como viste o en como habla, hasta tener que asumir que en cierta manera cada quien cumple un rol en la vida, y que ella misma se encarga en enseñar aquello que no se aprende a la primera. Aquella mentora que nos coloca en las situaciones exactas y momentos cruciales para encontrarnos con la esencia humana.

Si bien no es de los grandes filmes de la historia, incluso tras haber ganado el Oscar como mejor película del año, comparado con otras producciones como “Roma” o “La Favorita” a nivel estético, salda en el clicle de darle esa deuda moral que tiene actualmente Estados Unidos y sus políticas xenofóbicas y racistas.

Green Book, tiene ese encanto adoctrinante, de civilizarnos, de ver cuan atenidos nos vemos en la zona de confort, siempre esperando a que las cosas que lleguen a nuestra mesa, muchas veces sin el mínimo esfuerzo. No obstante, el emprender nuevos “viajes” nos hacen recobrar esa esencia de libertad que estamos ansiosos de recobrar.

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