Me gusta Darío Argento. Es verdad que no he seguido toda su trayectoria porque no me ha llamado la atención nada suyo post-Opera. Quiero decir con esto que soy consciente de sus flaquezas argumentales y de sus destellos de genialidad planificando, montando y en general creando secuencias para el recuerdo que conviven con los agujeros de guión y las incongruencias narrativas incluso en sus mejores obras. A mí modo de ver, estos momentos geniales que consigue construir en muchas de sus películas son tan buenos que hacen que obvies los errores que objetivamente tienen y abraces la obra tal y como es.

No es el caso de esta Dark Glasses. Es verdad que tiene esos momentos absurdos y ridículos propios del director y escenas puntuales más brutales donde se atisba un poquito el estilo Argento pero estas no termina de desarrollarse todo lo que podrían y la obra se queda a medio gas, sin llegar al impacto visual que yo personalmente espero de una obra de Argento. Tampoco creo que esté del todo bien trabajada la tensión y el retrato que se hace del asesino se desinfla conforme se descubre quién es y se quedan claras sus motivaciones.

Probablemente esté un nivel por encima de sus últimas películas al recuperar ese estilo más "auténtico", pero esto lo hemos visto mejor contado y mostrado varias veces.

Esta obra de Albert Pyun es una de esas películas que grita Cannon por los cuatro costados, tiene ese aire ochentero casposo y por momentos cutre pero a la vez una ingenuidad que no engaña a nadie y el encanto intrínseco de quien da todo lo que puede quizás sin saber que no tiene los medios o conocimientos para llevar a buen puerto su idea. Igual son pajas mentales mías, pero yo aprecio buenas intenciones y ciertas pretensiones artísticas en este Western futurista que lo acercan a... ¡Hasta que llegó su hora de Sergio Leone! (ya lo he dicho), desde la primera aparición del malo a lo Henry Fonda, hasta el progresivo juego de elipsis narrativas que cuentan la historia de venganza que une a Van Damme con el malo de turno, aunque luego esas intenciones se viene abajo por un desarrollo irregular y algún momento de vergüenza ajena. Es como si Pyun quisiera hacer un homenaje a una obra que le haya marcado pero por momentos no supiese cómo.

Aún así, que esto no os engañe, Cyborg da justamente todo lo que se espera de ella: muchas hostias, puntos de drama pasados de rosca, interpretaciones mediocres que rozan el ridículo y principalmente mucha diversión. No pido más a una película de Van Damme y la Cannon.

No puedo entender las críticas que tiene esta película. Esto es un exploit italiano puro y duro, un subproducto de cine de género perpretado por dos sospechosos habituales del mundillo, autores de "joyas" como "Apocalípsis canibal", "Año 225 después del holocausto" o "Zombi 3". Cuando uno pretende valorar una obra se necesita un poco de contexto y de este tipo de obras se esperan unas cotas de calidad dadas y unas características muy concretas y criticarla por esto NO TIENE SENTIDO.

El spaghetti western es violencia (siempre, SIEMPRE gratuita), suciedad, estridencia rallando el paroxismo, personajes deleznables movidos por los instintos más bajos del ser humano...y "Scalps" no es sino un ¿homenaje? a este género en forma de película de serie B italiana de los 80. Es decir, es un spaghetti western pasado por el filtro de un exploitation de los 80 (o quizás sea un exploitation de los 80 que quiere parecerse a un spaghetti western, no lo tengo claro), con todo lo que eso conlleva: fallos de raccord, cutrerío a mas no poder, escenarios casi de cartón piedra, diálogos vergonzantes, altas dosis de ingenuidad, sangre, TETAS, y ante todo una dirección ramplona donde en ciertos momentos no parece haber nadie al mando...pero eso no quita que no haya algún que otro destello puntual de genialidad, como esa salvaje escena final.

Es verdad que es una película súper torpe que busca su identidad como spaghetti western repitiendo patrones o tomando prestado de obras previas infinitamente mejores, como podrían ser Los Despidados, Mannaja, Oro Maldito o El Halcón y la presa, incluso hasta tiene su momento Rambo 2 con el arco y la dinamita (pero, ¿acaso no todos los spaghetti western repiten una y otra vez los mismos patrones? ¿no todo fan del género espera oir una trompeta al tiempo que se despliega ante nuestros ojos el duelo de miradas, gestos y el consabido tiroteo final en una siempre burdo plagio de las obras maestras de Sergo Leone?). Por copiar, copia hasta sus bandas sonoras sin pudor ninguno, tomando prestado un poquito del morricone de Hasta que llegó su hora, del de Los despidados (de nuevo) y de alguna otra banda sonora que no termino de identificar pero que estoy seguro de haber oido anteriormente.

Lo que queda después de todo es una película irregular, por qué no decirlo, mala, pero absolutamente entretenida, que como fan del italowestern y de la serie B te da todo lo que puedes esperar, con algún que otro momento que ya justificaría por si solo su visionado. Una obra alucinada y muy disfrutable, aunque tal vez tengas que ser un puto enfermo de este submundo del audiovisual para ello.

No entiendo muy bien qué espera la gente cuando se dispone a ver esta película o si la valoración general (un 4.8! muy bajo para los estándares de Filmaffinity) está basada en que la nostalgia muchas veces nos nubla el entendimiento. Para mí, Predator (la original) es básicamente una peli de acción de los 80, con un ambiente de tensión muy bien controlado, que sabe vascular bien entre la ciencia ficción (sin llegar ni pretenderlo a los niveles de 'Alien, el octavo pasajero') y la acción violenta (de nuevo, sin llegar a las cotas de 'Acorralado', 'Commando' o 'Rambo 2'), pero me da la sensación de que aquí se la erige en título de culto y no sé si esto es lo que condiciona la nota que tiene la película, pero a la vista de las críticas que se pueden leer, no creo que me falte parte de razón.

Esta nueva "The Predator", sin ser una buena película (que no lo es), es lo más parecido a una película de los 80/primeros 90 de aquellas de acción descerebrada que he visto en mucho tiempo. De hecho, plantea situaciones y una galería de personajes presentes en cualquier producción de acción de la época, solo que tal vez, vistas a día de hoy (sin esa pátina de nostalgia o sin ese ejercicio de retrotraernos, de ponernos en contexto que solemos hacer consciente o inconscientemente cuando vemos una película que nos supera en edad), esas situaciones, esos one-liners absurdos y esos machitos pasados de rosca, todo eso a día de hoy puede que nos parezca ridículo...porque lo es, PERO ESTO ES UN HOMENAJE A LOS 80 joder. Aquí no venimos a restituir el supuesto honor perdido de la saga Predator (que nunca lo tuvo, recordemos Predator 2, AVP o la Predators de Rodriguez), aquí venimos a ver una película de los ochenta, con testosterona, con violencia, con una galería de protagonistas a cual más imbécil, con un personaje repelente y absurdo como es el niño autista...y esta película te da todo eso y más.

Una película que gustará a cualquier fan del cine de musculitos que busque un poquito de evasión, diversión sin pretensiones y, sobre todo, EXPLOSIONES.

Poder ver una nueva película de Jose Luis Garci en los cines en pleno 2019 siempre es una buena noticia. Que recupere a uno de sus personajes míticos 40 años más tarde, aunque raro en él, es aún mejor. Sin embargo, cuando recuerdo esta película (y ya ha pasado un tiempo desde que la vi), no puedo evitar pensar que la estoy juzgando con cierta condescendencia. No sé si es por German Areta o por el propio Garci, que se había retirado hace tiempo y me alegra ver que está de vuelta con una obra que recupera un poquito del pulso que su cine una vez tuvo.

El problema de la película quizás esté en su nombre: El Crack. Creo que, aunque aparezcan personajes de las dos películas anteriores y el director sea el mismo, no se siente en absoluto como parte de estas, sino como una obra independiente, que perfectamente podría haber llamado a los personajes de otra manera y no se notaría la diferencia. Aquí se utiliza el recurso de la precuela ambientada unos años antes de la primera y gracias a ello se justifican algunas decisiones para que el espectador pueda tragar con ellas, como que el personaje de Areta no sea tan cínico y rudo como el interpretado por Landa, o que se opte por una fotografía en blanco y negro (acertado, en mi opinión), emulando esos clásicos del cine negro de los 40 y 50 que tanto gustan al director. Pero aún con eso, no logra captar la esencia de las otras dos obras: un personaje increíble, parco en palabras pero expresivo en gestos y mirada, el brío narrativo (no hay una sola secuencia que se acerque al mítico "dame el mechero, Bereta, o te quemo los huevos"), sus acertados diálogos y situaciones (incluso las más intrascendentes, como cuando están hablando de boxeo en la primera, ayudan a construir la esencia de las películas, una esencia que comparten las dos) y sobre todo, ese Madrid plomizo y asfixiante, que es un personaje más de El Crack y El Crack Dos, aquí brilla por su ausencia (imagino que por la imposibilidad de recrearlo fielmente por motivos de presupuesto, se opta por no mostrar nada o recurrir a imágenes de archivo).

Es cierto que si sumamos sus cosas buenas, nos queda una película bastante decente, que parece ser más un homenaje al cine negro clásico de serie B que a las otras El Crack: mucho plano corto americano, con una dirección ligeramente encorsetada, escenarios cerrados, bien de humo y femmes fatales, algún que otro diálogo ingenioso y ese rollito que tiene el cine negro americano de los años 50; pero sea lo que sea, esto no es El Crack.

Aún con todo, contento de verle de nuevo, señor Garci.