La película tiene su parte buena en que no es la típica deportiva de superación, heroismos injustificados y celebración de victoria de buenos y malos.
Eso es lo bueno: una película que intenta mostrar más la relación entre dos visiones contrapuestas de la vida y del deporte que las escenas de carreras y el espectáculo palomitero.

Desgraciadamente, tiene un fallo absurdo que se carga todo el sentido de la película:
en la realidad, Lauda y Hunt eran colegas. Con todas sus diferencias, se respetaban, se hablaban, tenían largas charlas en los boxes...
Ahí es donde la película se vuelve un tópico más, sin necesidad. Qué fascinante hubiese sido si, en lugar de mostrar las personalidades de forma individual, hubiese habido más charlas entre ellos. Pero no conversaciones de cuatro frases de lanzarse pullas, sino de lo que hablaban cuando estaban en boxes. Estoy seguro que hubiese sido fascinante. Cómo dos personalidades tan distintas, competidores, podían hablar de coches, de la vida y del amor de forma cortés y respetuosa.
Eso me hubiese interesado bastante más que la chapucera forma en que el director ha mostrado a los dos protagonistas: un chulo superficial, y un terco descafeinado... especialmente sin ser cierta!

Al final, sí: interesante que muestra más a los personajes que al espectáculo de las carreras. Desgraciadamente, no haber profundizado en la relación a través de diálogos más trabajados entre ellos, deja un sabor de superficialidad olvidable.

Extraordinaria la interpretación del perro. En varios momentos he pensado: ¿pero qué rábanos le deben haber hecho al perro para que emita esos aullidos tan terriblemente lastimeros?
Es una película que me ha hecho llorar, y mucho. Por eso, por el perro: expresa más con esos ojos y esos sonidos que todo el resto de actores juntos.

Película - documental sobre la conferencia donde se decidió la estrategia para acabar con el "problema" judío.
Desgraciadamente, las interpretaciones sin excepción son penosas, y se hace larga y monótona en las explicaciones y diálogos. Tampoco se ahonda en nada, ni hay tensiones ni situaciones de conflicto.

Recomiendo muchísimo "La solución final", donde los actores (todos sin excepción, aún con el excesivo Branagh) son memorables, los diálogos más amenos, muchísimo más ritmo, y los combates entre los protagonistas son muchísimo más ricos.

Pues sí: ¿qué le pasa al expolicía-proxeneta? ¿Que está atontado? Tratando a todo el mundo como a porquerías, liándose a mazazos con quien le da la gana... y con todo el equipo policial mirando hacia otro lado con cara de tontos.
Es un peñazo: no me creo nada de lo que pasa, y solo me falta el flautas ese pegando mamporros a diestro y siniestro.
La idea original, es decir la que sale en el resumen de Filmaffinity, promete mucho. Desgraciadamente, todo se va por el retrete a los 15 minutos de la película. El guión tiene más agujeros que mi cuenta corriente. Y la violencia salvaje... pues no sé qué les ha dado a los coreanos por estas bestialidades, pero a mi me están empezando a preocupar.

Creo que no debemos caer en el error de comparar esta película con su predecesora. Son dos mundos diferentes. Aquello era una obra de arte, esto es simplemente una película.
¿Buena? Pues yo diría que sí, porque el guión es excelente: de Arthur C. Clarke no se puede esperar menos, y aunque envuelvas el caramelo con papel higiénico reciclado, el caramelo seguirá siendo bueno.
Así, patina algo en escenas que no aportan a la historia, y que simplemente parecen estar ahí para generar algo de tensión.
Pero lo que realmente la destroza es la extrema actitud paternalista americana de Schneider, como trasnochado superguay, y lo zoquete y hasta tonta que parece la rusa Helen Mirren. Si no fuese por este hecho, la película hubiese envejecido bastante mejor, con algunos diálogos más inteligentes y muchos más momentos de silencio espacial.
Le pongo un 6,5 tirando a 7 porque la historia original es muy buena. Le quito puntos por las escenas de relleno, y por el chauvinismo exagerado de los estadounidenses.