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Críticas de pizzapasta
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Críticas 57
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
26 de noviembre de 2015
79 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
La España de Bárcenas es también la España de Rocío y Adrián. Y una no puede entenderse sin la otra
Tradicionalmente los mecanismos de redistribución de la riqueza que genera un país han sido dos: la vía impositiva y el trabajo. En el País de la CEOE, ambos han sido dinamitados: las grandes empresas no solo tributan bajo unas cuotas fiscales de risa (y eso descontando además toda una arquitectura legal que les permite regatear hasta el último céntimo); sino que también, por medio de las últimas reformas laborales del PPSOE, han logrado unos niveles de precariedad en el trabajo inéditos desde la época de construcción de las pirámides.
En el país de Bárcenas, de Rocío y de Adrián, el hijo de Aznar presuntamente hace negocios con empresas vinculadas a fondos buitres que especulan con lo que en su momento fueron viviendas sociales. En ese mismo país, las "hidroeléctricas-puerta-giratoria" presuntamente campan a sus anchas y se ven beneficiadas por un impuesto al sol que consigue frenar toda la competencia que les podía hacer las renovables. En ese país de traca, fue burocráticamente más fácil regularizar dinero negro por medio de la amnistía fiscal "Montoro y asociados" de lo que ha sido nunca abrir una cafetería. Este es el país en el que hemos subvencionado con dinero de todos a los bancos que presuntamente ahora desahucian, a los de las tarjetas black, a los de las cláusulas suelo ilegales, las preferentes y los directivos con infames jubilaciones millonarias de escándalo.
¿El binomio comedor social-fútbol no se asemeja alarmantemente al pan y circo del más decadente Imperio Romano?
Los niveles de pobreza en una de las economías más fuertes del mundo se han disparado en los últimos años; eso sí; mientras, a los gobernantes "muy eshpañoles y mucho eshpañoles" que sufrimos en cada telediario se les llena la boca proclamando cuánto estamos creciendo (cuánto están creciendo sus colegas de patio y pupitre).
Techo y comida, nada más. Rocío y Adrián no piden otra cosa. Son derechos humanos básicos y fundamentales, sustraídos, que se les niegan ante la indiferencia/ignorancia de miles de idiotizados forofos futboleros que, consumiendo partidos día sí día también, no son capaces de percibir los dramas cotidianos con los que conviven puerta con puerta, ni cómo les roban cada gota de sudor de su horario laboral.
Bienvenidos a la España del siglo XXI, la España de Bárcenas (sé fuerte), el Pocero, el molt honorable Pujol, de Baltar (heredero de la diputación de Ourense del cual presuntamente existen unas vergonzantes grabaciones en las que ofrece explícita pero presuntamente trabajo a una mujer a cambio de sexo), los finiquitos en diferido, las ruedas de prensa en plasma, de la saga Fabra (Andríta "que se jodan", incluída), la ley mordaza, Ana "confetis" Mato, los ERE, los presuntos pelotazos sindicales en los cursos de formación, la Pantoja ("guapaaaa, guapaaaaa"), el pequeño Nicolás, Sálvame, Mujeres y hombres y viceversa, el fútbol, los toros, etc, etc, etc, etc, etc, etc .............................................
Pero también es la de miles de Rocíos y Adrianes.
Hala. Llega el 20-D. Sigamos igual que siempre.
pizzapasta
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8
22 de agosto de 2015
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Desde luego, la información es poder.
En los tiempos que corren es fundamental para el ciudadano de a pie saber qué introducimos en nuestros hogares. La sociedad de consumo ha ido separándonos cada vez más del proceso de producción de todos y cada uno de los productos que manejamos cotidianamente. Nuestra relación con lo que manipulamos en el día a día se basa única y exclusivamente en un pacto tácito de confianza en la ética de los fabricantes y, al mismo tiempo, en que haya una legislación eficiente que nos proteja y vigile los procesos de producción de todo aquello que consumimos. Obviamente, tras el visionado de este documental, ambos mitos caen por tierra y eso, además de inquietarnos y desazonarnos, nos debe empujar a buscar por nosotros mismos información relevante sobre todo aquello que compramos.
El siglo XXI puede suponer un pulso entre el individuo y las grandes corporaciones comerciales que intentarán vendernos cuanta basura les resulte a ellos más rentable. Los criterios éticos y científicos, que deberían orientarse hacia la preservación de la salubridad y de la vida, están siendo soterrados constantemente por intereses puramente lucrativos. La única opción que nos queda para defendernos es la búsqueda y difusión de información independiente y el posterior boicot a quienes pretedan jugar con nuestros derechos, sean cuales sean.
Documentales como éste, por consiguiente, deben ser aplaudidos y compartidos, para que no pasen desapercibidos y formen parte de una cultura general de masas que pudiera acabar revirtiendo el perverso orden general de cómo tienden a funcionar ahora las cosas. Se necesitan individuos reflexivos, que conozcan cómo funciona el mundo en el que viven para que sean capaces de reclamar todos aquellos derechos que se nos intentan coartar y, además, exijan dirigentes científicamente formados y capacitados a la hora de lidiar con los problemas a los cuales el ser humano se enfrenta como especie en este tercer milenio.
pizzapasta
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Nuestros hijos nos acusarán
Documental
Francia2008
7,1
62
Documental
7
14 de agosto de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré breve.
Me remito al visionado y a la lectura de la crítica que publiqué recientemente sobre El mundo según Monsanto, un espeluznante documental, también francés y del 2008, que podría considerarse como la otra cara de la moneda respecto a lo que Jean-Paul Jaud nos muestra aquí.
Una vez realizado este revelador esfuerzo, que recomiendo a todo aquel que quiera estar bien informado, sobran las palabras.
Ahora, opinen ustedes mismos.

P.D.:
En spoiler incluyo la crítica al documental anteriormente citado. Es perfectamente válida, por contraste, también para éste.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pizzapasta
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El mundo según Monsanto (TV)
DocumentalTV
Francia2008
7,5
947
Documental, Intervenciones de: George Bush
9
14 de agosto de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente documental.
No voy a pretender hacer un resumen de en qué forma esta multinacional intenta hacerse con el monopolio de buena parte de la producción de alimentos en el mundo, pues me remito al visionado de la exhaustiva investigación que realiza y nos regala Marie-Monique Robin.
Eso sí... Me gustaría mover a una reflexión que nos afecta a todos aquí (en Europa) y ahora.

A quienes me lean en estos momentos les planteo una pregunta y, con ella, cuestiono hasta qué punto están informados de asuntos de relevancia trascendental para su día a día, para sus vidas:
¿Habéis oído hablar del TTIP?
(TTIP = Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión, entre Europa y EEUU).
Si no tenéis ni idea de a qué me refiero, simplemente os advierto de que este tratado comercial podría tumbar todo tipo de restricciones sanitarias, ecológicas y laborales que actualmente protegen nuestros derechos como consumidores en Europa. Supondría, entre otras muchas cosas, un paso de gigante para la fácil privatización de los pocos servicios públicos que aún conservamos; y permitiría la comercialización de todo tipo de productos actualmente prohibidos aquí, como pollos clorados, carne de cerdo con Ractopamina, vía libre a los transgénicos, o una legislación mucho más permisiva con respecto a la información que debe proporcionar el etiquetado de todo aquello que compramos, y ya no digamos en lo referente a todo tipo de restricciones de carácter medioambiental.
El asunto es tan peliagudo que las negociaciones, desde 2013, se están produciendo en el más siniestro de los secretos, bajo compromiso de total confidencialidad y con los eurodiputados conservadores, liberales y socialistas totalmente entregados a la presión de los lobbies.

Si juntamos el visionado de este documental a esta información, podemos prever lo que se nos puede venir encima. Obviamente, los beneficios para empresas como la susodicha Monsanto (que no me cabe ni la menor duda de que está detrás de todo esto también), serán astronómicos; pero nos va la salud en ello.
Vivimos tiempos en los que tendremos que defender nuestros derechos más básicos y elementales de los intereses lucrativos de las grandes multinacionales, está más que claro. Así que conviene estar muy bien informado y, para ello, documentales como éste son impagables y deben ser de conocimiento general. Por eso considero imprescindible recomendarlo, hablar de él, pues su visionado pasivo y no participado no serviría de nada.
Tal y como están las cosas es imprescindible saber cómo funciona el mundo en el que vivimos, así como ponerle cara al enemigo.

P.D.:
Para una información más detallada acerca del TTIP os remito al siguiente enlace:
stop-ttip.org
pizzapasta
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9
19 de enero de 2014
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incalificable la decisión de la Academia de ignorar para la próxima edición de los Goya la más valiente propuesta de cine patrio de los últimos años. Con hechos así se retratan por enésima vez como meros voceros de la industria, y no como guías de la riqueza artística de su oficio. Ellos sabrán qué quieren defender, pero duele que El triste olor de la carne sea la 15 días contigo, o la Concursante del 2013.
Hablamos, en esta ocasión, de un film absolutamente visceral que afronta el valiente reto de entregarse a la arriesgadísima aventura de rodar una historia cámara en mano, a tiempo real, sin cortes, en una única toma de hora y media, siguiendo por la ciudad de Vigo a un personaje al límite. Nos encontramos ante un prodigio de creatividad único en su factura en la historia del cine; quizás sea el más radical ejemplo de cine al más puro estilo Dogma 95 que se haya realizado nunca, llevado al extremo, un auténtico triple mortal con tirabuzón sin red cinematográficamente hablando. Y lejos de ser única y exclusivamente un ejercicio de estilo, cabe decir que en este caso las formas potencian el mensaje como en pocas ocasiones, dotándolo de un realismo medular, de una autenticidad que respira y late como un cuerpo vivo; obligando, al mismo tiempo, al espectador a una participación activa en la interpretación de una historia que va haciéndose antes sus ojos, creciendo en la dosificación de una información que finalmente encaja como un mecanismo de relojería. Una historia, además, de una actualidad innegable, capaz de combinar de manera magistral la historia oficial de la época en la que vivimos con la intrahistoria más sangrante, erigiéndose debido a esto en indignante reveladora de la falsedad política e informativa en la estamos sumergidos.
Nos encontramos ante lo que espero que a la larga se acabe convirtiendo en una auténtica obra de culto que respira la verdad de un testimonio sincero que ayuda a reflejar la sociedad del crimen de Estado, del paro, de los desahucios, de la putrefacta corrupción que nos inunda, de la voladura de la protección social que todo Estado moderno debería dispensar a los ciudadanos.
Impagable también el trabajo del actor protagonista, Alfredo Rodríguez , proveniente del mundo del teatro gallego. Solo alguien procedente del teatro sería capaz de sobrellevar tal prodigioso y arriesgado reto interpretativo y soportar sobre sus hombros el peso absoluto que supone hacer crecer y desarrollar la evolución de un personaje agónico de este calibre, sin opción a rectificación, con la tensión de enfrentarse a la inmediatez de la calle, del mundo vivo, y haciendo creíble el desgaste psicológico y el cansancio vital del protagonista de la historia. Posiblemente Alfredo Rodríguez haya conseguido disfrutar del logro actoral de su vida, incluso del año en España, y posiblemente también pase desapercibido su trabajo hasta para el propio mundillo del cine en general.
Por todo ello, solo cabe calificar a esta película como enorme obra de arte que seguramente morirá sepultada entre blockbusters palomiteros y el mar de bazofia políticamente correcta que finalmente pasa el filtro de la censura fáctica de unos medios de comunicación corporativizados y que ya controlan la información y cultura de masas como oligopolio inevitable que son.
De no ser por la semana de cine de Ourense un ciento de afortunados ciudadanos no hubiésemos disfrutado de este necesario puñetazo en las vísceras, fiel reflejo del latir de las víctimas de la sociedad actual.
Semana de cine, por cierto, agónica también en esta edición, pues, ninguneada por las instituciones públicas, no solo ha tenido que reducir su programación de manera alarmante, sino que ha sido incluso desplazada de las salas de cine habituales y más cómodas para el público en general. Se observa, de esta manera, cómo en una pequeña ciudad, la que hasta ahora era la única vía de acceso en salas al cine alternativo puede estar dando sus últimos estertores, sin que nadie defienda el derecho a la pluralidad cultural que debería garantizar un sistema supuestamente democrático por medio de eventos como éste.
Si nos paramos a observar todo lo que progresivamente vamos perdiendo, no es difícil deducir que vivimos en un país que se precipita hacia el tercer mundo irremediablemente y a pasos agigantados; un país donde la pobreza ya trasciende el ámbito específicamente económico. Después de la televisión basura, podemos prepararnos ya para una educación basura, una sanidad basura, unos servicios sociales basura, una política basura que ya ni como democracia cuela y, en este caso en particular, una indigencia cultural que es equivalente a la podredumbre que nos corroe.
pizzapasta
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