Javier Giner. Apunten este nombre. Este baracaldés afincado en Barcelona se postula como uno de los nombres del cine español a tener en cuenta en los próximos años. ¿El motivo? 'El amor me queda grande' (apunten también este título), el cortometraje que él mismo ha producido con su productora Actus Producciones, S.L. y que por fin ve la luz después de seis años de gestación.

La primera parada fue la Semana del Cine de Medina del Campo en Valladolid, el festival de cortos más prestigioso de España, donde se llevó la Mención del Jurado Senior y, esta semana, está compitiendo en la sección oficial de cortometrajes del 17 Festival de Málaga donde mañana se sabrá si se lleva la Biznaga de Plata para casa.

Rasque o no premio en Málaga, 'El amor me queda grande' ya se ha ganado el aplauso de la crítica y el corazón de todos aquellos que lo han visto y es que no es para menos. El cortometraje de Javier Giner respira cinefilia y talento por todos sus poros y, lo que es mejor, madera de auténtico cineasta o, como él prefiere autodenominarse, 'cuentista'.

Lo que cuenta es el encuentro en un parque cualquiera entre Samuel, de diez años y su amor de toda la vida Lucía, de doce. Ella es una especie de mini Margot Tenenbaum con el poder de seducción de Barbara Stanwyck y el salero propio de cualquiera de las mujeres poderosas de los filmes de Pedro Almodóvar. Él es como la versión cándida e infantil de Fred MacMurray, dispuesto a hacer lo que sea por la mujer que ama, por muy rocambolesco y perverso que el plan parezca.

A partir de ahí, 'El amor me queda grande' nos depara veinte minutos de cine en mayúsculas. Un precioso homenaje al cine negro y el melodrama de los 40' y 50' adobado con el humor propio del primer Wes Anderson, por el que se pasean con soltura Douglas Sirk, Otto Preminger o Billy Wilder. Un cortometraje cuidado hasta el más mínimo detalle, desde los atractivos créditos iniciales hasta los finales, pasando por la música, la fotografía, la planificación visual y, sobre todo, el trabajo de los dos niños actores protagonistas, Lucía Carballo e Izan Corchero, que consiguen transmitir las miradas, las entonaciones y los gestos adecuados a cada momento de la obra.

Por si fuera poco, a medida que la historia de Lucía y Samuel llega a su fin, uno se percata de que, en el fondo, 'El amor me queda grande' se trata de una emotiva carta de amor al arte de contar historias. A la imaginación sin límites (ni edades). Al don innato e incontrolable de aquellos que han nacido para contar historias y eso es precisamente lo que Javier Giner es: un cuenta-historias nato. Bravo.

Como salida de una novela de Barry Gifford o de la imaginería de David Lynch, surge esa bella flor nocturna llamada Lula, nacida para recorrer los recovecos líricos de la noche de Jim Jarmusch. Así, Javier Giner rinde culto y homenaje a sus maestros entre los que se encuentra el cineasta manchego Pedro Almodóvar, retomando su vertiente más irreverente, y mezclándola con lo mejor de John Waters, ya que Samatha no deja de ser una suerte de Divine pero menos entrada en carnes.

Lula es un travesti que quiere ir a la meca del cine para hacer su sueño realidad y triunfar en Hollywood. Su chulo es la única persona que le separa de alcanzar su ansiada meta, ya que le ha robado su codiciado par de tetas. Lula, en compañía de su gran amiga Samantha harán todo lo posible por recuperarlas.

Sólo una persona como el joven escritor Javier Giner podía traernos una propuesta donde se mezcla su pasión por los libros y la cinefilia, tan divertida como refrescante, que me ha llevado de golpe a una época en la que la palabra libertad era un estandarte y no algo manoseado y carente de sentido. Si pudieran, Pasolini, R. W. Fassbinder o Charles Chaplin se levantarían de sus tumbas para aplaudir este bello y valiente canto punk a la amistad.

Giner se erige como un gran director de actores: sabe darles el punto al corte y no están histriónicos. Así destaca Kyle Ingleman, que compone una conmovedora Lula y soporta el peso de la acción con soltura. Jon Clough interpretando al chulazo, Renzo. Y por supuesto Doug Sharp haciendo de Samantha, la amiga de Lula, y que juntos han sabido darle el arco que Giner necesitaba para que la historia funcionara como un mecanismo de reloj.

Os recomiendo que os pongáis cómodos con vuestras pantuflas y un copazo, dadle al play de vuestro reproductor de Vimeo para visionar uno de los mejores cortometrajes del momento con una clara estética pop. Porque como dice el propio Giner, todos somos un poco Lula y eso hará que lo disfrutéis.

Frases destacadas:
Renzo: “Mato a esa puta como no me de mi pasta esta noche”
Lula: “¡Voy a ser más grande que todas vosotras, perras!”
Lula: “Mis tetas, mis tetas, ¿dónde coño he puesto mis tetas?”
Capri: “Se pira a Hollywood. La pobre loca, que se piensa que va a convertirse en una estrella”

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