Esta película mantiene el perfil de todos los anteriores filmes de James Gray.
Es como un delicioso caramelo en cuyo interior se encuentra un núcleo de repulsiva incomodidad. Empiezas a chupar el caramelo, está rico y te gusta. Pero conforme sigues lamiendo capas, la cosa empieza a saber amarga; hasta que terminas y te das cuenta que te acabas de comer un trozo de mierda en el final, que sin duda ensucia todo lo demás y enturbia cualquier elemento notable del conjunto.

Por otra parte, me parece un descaro el tratar de hacer una mezcla entre "Interstellar" y cualquier película de Terrence Malik con continuos diálogos introspectivos sobre planos bucólicos (en este caso bucólico-siderales).

P.D. está claro que lo de copiar sin pudor alguno a Interstellar, como estrategia de marketing, les salió de manera suciamente impecable.

La fotografía es sublime, pero el guión tiene más agujeros que un queso gruyer; y no sólo eso, sino que continuamente trata de "salvar el barco" mediante "tapones" forzados, como si el espectador fuese idiota.
Logra completar y redondear un universo y un imaginario muy ricos; pero -como historia- parece "cogida con pinzas".

Si no fuera por Mikkelsen -quien demuestra con creces que sabe hacer de tipo duro atormentado- la película sería insoportable. Lo único salvable son sus escenas.

Más inteligente y filosófica que la anterior; menos impactante y salvaje. Si vas con la idea de ver lo mismo que en la original, te va a parecer una hez de perro. En cambio, con la mente abierta, es bastante llamativa.

Ridículamente ilógica: no sólo en su estrato más superficial; también en lo que a cuestiones técnicas se refiere. Además, la música es totalmente plana, no hay contrastes ni matices (craso error siendo un musical). En su favor, la ambientación, vestuario y fotografía son impecables; tiene un aura cálido y reconfortante para con el espectador.