Los que éramos bebés durante la Transición tuvimos en esta serie la oportunidad de ponernos al día de cómo se gestó el desmantelamiento de una dictadura y la puesta en marcha de una democracia de tipo occidental.

El documental es bueno y por eso le pongo un 7, pero también es incompleto porque hace ‘demasiado’ hincapié en la versión oficial de los hechos.

Hasta el punto de que contribuyó a establecer una especie de censura según la cual cualquiera que se saliera del relato oficial era un radical, un antisistema, un desagradecido, un aguafiestas.

El documental generó un discurso tan cerrado que a partir de su emisión la Transición pasó a ser una cosa diferente a lo que había sido en su momento. La Transición era lo que dijera Victoria Prego, como si ella fuera no solo la directora de esta pieza periodística, sino la guionista de la propia Transición.

Por eso podemos decir que el documental retrata dos épocas: el periodo 75-82 y los felices años 90, cuando el poder veía bien legitimarse como heredero del periodo estudiado.

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Pasó el tiempo y nos fuimos enterando de algunas cosas, como el carácter corrupto y oportunista de Juan Carlos, su relación con la Operación Armada… y cobraron un nuevo sentido maniobras como la de apartar a su padre para ser investido rey. O la negativa de Suárez a convocar una consulta sobre la forma de gobierno para evitar que ganara la República.

La Transición como negocio.

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Con el tiempo hasta el documental perdió parte de su significado. Victoria Prego se vendió al periodismo más infecto y bajó al barro para, desde el periódico El Mundo, acosar a Zapatero haciendo buenas las teorías conspiranoicas sobre el 11-M.

Hoy, 1 de mayo de 2024, hemos de lamentar el fallecimiento de Prego a los 75 años. Seguía en la trinchera desde un periodicucho digital de extrema derecha.

Se había creído su propio papel y se consideraba legitimada para dictar el orden de las cosas desde cualquier tronera.

Descanse en paz.

La primera vez que vi Notting Hill saqué una conclusión para la que no hace falta ser muy perspicaz: unos inglesitos que conocen muy bien el terreno de la comedia han decidido sacar una chorrada para hacer caja.

No hace falta más que un guion de mierda, que ellos lo solucionan con su saber hacer, con unos actores secundarios acojonantes y con una banda sonora que cuesta una pasta pero que les hará triunfar en youtube, y eso que en 1999 no existía esa red social.

Demasiado fácil. Vamos a complicarlo un poco más: metamos a martillazos una superestrella de Hollywood aunque no encaje de ninguna manera y aunque nos obligue a hacer un costroño sin credibilidad.

Dicen que Julia Roberts está libre, y qué más da que no le pegue Hugh Grant: el daño ya está hecho, de modo que de perdidos, al río. Veremos si el carisma de ambos puede levantar esto.

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Pasados los años empecé a ver la película como una excusa para presentar el puto mejor travelling de la historia del cine, o casi:

https://www.youtube.com/watch?v=Ce_BXD_ONQ8

De todos es sabido que los clásicos no envejecen y, aunque me he resistido durante 40 años a ver esta bazofia lamentable, me atrevo a decir que sus ‘virtudes’ se han mantenido incólumes a lo largo de estas cuatro décadas.

Me estaba quedando dormido en el sofá y me he topado con este pedazo de mierda, ideal para pasar de forma rápida, de modo que el espectador pueda detenerse en los momentos que más interés prometen.

Gran decepción: no hay ningún momento bueno y los protas de Dirty Dancing ni siquiera bailan un agarrado.

Destripo la guerra fría en zona spoiler.

Muy oportuna serie sobre el acceso de Adolf Hitler al poder.

La 2 ofreció anoche (enero de 2024) el documental al completo y celebré su contenido, puesto que nos esperan unos años en los que empezaremos a celebrar un siglo de casi todo.

No hay spoiler posible: los nazis llegaron al poder y se dedicaron a ajustar cuentas con todos los enemigos, internos y externos. Las consecuencias las conocemos bien. Incluso las seguimos pagando tantos años después.

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Se ha hablado mucho sobre el proceso para que los nacionalistas de la peor calaña llegaran al gobierno, con menciones a la situación económica y a las supuestas cualidades de A.H. para la oratoria, aunque algunos diríamos más bien para el histrionismo.

'El oro de Hitler', sin embargo, mete el dedo en la llaga más incómoda: la de la complicidad del capital alemán con el nazismo, incluso con el más temprano.

Nazis que aceptan dinero a cambio de callar los pecados terribles de IG Farben, futura suministradora de Zyklon B. Nazis que aceptan montones de marcos comprometiendo su futura política, ahogando todo atisbo de revolución social...

Toda la información ofrecida resulta esclarecedora de lo que pasó en los años 20 y 30. también nos ofrece un reto de cómo es hoy la política en la Unión Europea, y no digamos en relación con los lobbies de EEUU... Un material que a buen seguro escuece en Alemania y pone de los nervios a los ejecutivos de sólidas compañías como BASF, Bayer, Agfa...

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Solo se echa de menos un capítulo dedicado a la noche de los cuchillos largos, el verdadero sello del pacto entre Hitler y las grandes familias industriales.

En todo caso, se trata de un documento imprescindible.

'Los archivos Menten' es un buen intento de hacer cine digno sobre la II GM en los Países Bajos.

A diferencia de otras escaramuzas, como la perpetrada por Verhoeven con motivo de 'El libro negro', esta miniserie no comete errores de bulto.

Incluso tiene algunos aciertos de casting, como el 'malo' al que se persigue para desenmascararlo. Se trata sin duda de un muy convincente millonario al que se supone un pasado perverso.

Lástima que el guion:

-No juegue un poco más con el espectador, de modo que le genere la duda sobre el verdadero pasado del coleccionista de arte (Como en 'La caja de música').

-No nos haga ponernos en la piel del protagonista, no nos emocione, no nos haga sentirnos implicados... Algún día habrá que perder la vergüenza y reconocer sin miramientos que las películas de EEUU o Gran Bretaña están mejor acabadas y nos involucran, emocionan y entretienen mejor.

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Mención aparte merece el papel del protagonista, representado por un actor anodino y que, para escarnio del espectador, no es un militante pacifista ni un antifascista de elevados ideales; es un ciudadano holandés/israelí que milita en la facción más derechista, nacionalista y sociópata del espectro político del país hebreo.

Por lo tanto, no hay un justiciero defensor de la raza humana persiguiendo a un nazi, sino un nacionalista persiguiendo a otro, por mucho que el caso de los nacionalsocialistas sea mucho más enfermizo y extremo.

Ese perfil del periodista es algo que se deja caer en mitad de la serie y yo creo que los responsables no han reparado en cómo puede recibirlo el público.

Mi nota es un 5 para una serie relativamente bien ejecutada, pero que -como se ha dicho- ni emociona ni entretiene demasiado.

Habrá que seguir intentándolo con el cine holandés.