Es una película de escasos momentos entretenidos que pretendió repetir el éxito de la película original, resultando ser una producción de pobre ejecución, con fallas básicas en su guión e historia.

Está es la ópera prima de Rodo Sayagues, productor y escritor de las exitosas películas de Fede Alvarez Evil Dead (2013) y Don’t Breathe (2016). Lamentablemente Álvarez en está oportunidad se limitó a ser productor y co-escritor, dejando la responsabilidad detrás de las cámaras a una persona cuya corta visión o talento afectó significativamente la secuela de una potencial franquicia.

Esta producción no cuenta con los elementos sorpresas que destacaron en la primera película, donde el atractivo del silencio y oscuridad eran muy bien destacados, de la mano de subtramas inesperadas cuyos desarrollos eran impredecibles. La actual propuesta, además de carecer de todo lo indicado previamente, resulta absurda en la mayoría de todo su metraje.

Divorciada casi por completo de los elementos sorpresa que destacaron a la original, la actual producción logra ser un poco más activa en las secuencias de acción, pero la falta de profundidad en los perfiles de sus personajes principales no permite lograr empatía con el público, dejando como resultado una propuesta poco atractiva en casi todos sus departamentos.

Francisco Maldonado: MúsicaCineTV

Aunque recurrente en incongruencias de guión, el ritmo y ambientación de su puesta en escena le permite lucirse en varias oportunidades, lo que la convierte en una destacada representación del denominado cine giallo.

Sus niveles bien manejados de gore, estética visual, secuencias de acción y efectos visuales, disimulan las reiteradas poses inorgánicas de su protagonista, falta de un mejor planteamiento argumental o rostro poco atractivo del ser antagonista.

Su director James Wan evidencia que se divirtió con las libertades creativas al hacer está producción, creando un nuevo villano que en cierta manera refresca el género del horror, a la vez de hacer un mayor despliegue de sus habituales técnicas, las que ameritaba mayor densidad en sus famosas franquicias Saw, The Conjuring e Insidious.

Lo peor de toda esta bizarra película es la participación de una poco convincente Annabelle Wallis, quien no conecta como debiera con el público pese a que todo el peso de la trama recae sobre sus hombros. Es justo por eso que luce reiterativa en diversas escenas, quedando por debajo de algunos secundarios que lograron brillar más con menos intervenciones.

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Es una entretenida serie de horror de cuidada estética visual y destacado guión, cuya producción evidencia notable cuidado en los detalles de la misma, sin pretender ser un drama extraordinario.

La estética gris u oscura que ya forma parte del estilo de Flanagan, complementa el argumento bien manejado de la trama, la que desarrolla muy bien el ascendente ritmo de interés en la medida de que lo sobrenatural se hace más presente. No requiere de artilugios de efectos visuales o protagonismo musical para captar una atención dominante.

Maneja muy bien el argumento referente al adoctrinamiento por parte de fanáticos que aprovechan sus conocimientos bíblicos para acomodarlos a favor y cubrir sus faltas o pecados, así como los riesgos de no tener la capacidad de discernir a tiempo lo que es correcto y no.

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Es una película de acción y aventuras con un alto matiz de violencia, gore y humor negro, que gracias a su elevado nivel de realización se sitúa en un destacado lugar entre producciones divertidas y exitosas con clasificación “R”.

Contrario a su predecesora, está secuela tiene como uno de sus principales atractivos que es impredecible en la mayoría de todo su metraje, lo que junto a su estética visual, trama y singular narrativa evidencia que su realizador contó con plena libertad creativa.

Con evidente presencia de un exagerado humor negro característico de su director, esta película pudo ser más efectiva si hubiese tenido una menor duración, ya que se aprecian escenas innecesarias que restan mayor agilidad, mientras otras sólo cubren la cuota egocéntrica y de parodias habituales de su realizador. No obstante, la buena aceptación de la crítica especializada y público en general, eclipsa por completo la apreciación de la primera película.

Es una película que sigue explotando la tendencia cruda, más realista y poco complaciente de personajes extraordinarios en un mundo cada vez más exigente y adaptado a la inmediatez del momento.

Es una entretenida película de acción y aventuras cuya construcción general evidencia que se trata de una producción simple y diseñada sólo para la inmediatez del momento.

Su guión es inconsistente, con diversos huecos argumentales y clichés que delega el mayor peso o atractivo al departamento de efectos visuales.

Las tardías secuencias de acción que se aprecian después del segundo acto, ponen en evidencia que nunca se tomó en serio el arco dramático de sus protagonistas, los que pasan a un segundo plano llegado el momento de las confrontaciones.

Los insistentes chistes o toques de humor lucen forzados y resultan inoportunos, lo que le resta mayor efecto a los momentos que tratan de ser dramáticos o de mayor impacto. Este tipo de recurso resulta eficiente para romper tensiones o hacer menos densa una trama, pero el utilizarlo como muletilla reiteradamente distrae la atención, en perjuicio de la propia producción.

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