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España España · madrid
Críticas de pich
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Críticas 19
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
17 de febrero de 2014
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breaking Bad parte de un planteamiento muy interesante: cómo una persona, aparentemente buena en inicio, puede convertirse en perversa por culpa de la avaricia y la codicia. La anagnórisis interna que desarrolla el personaje es atribuida a una enfermedad que, indefectiblemente, le llevará en poco tiempo al camposanto. Motivado, en primera instancia, por el amor hacia su familia, el protagonista termina por encontrar su verdadera personalidad, después de un acuciado descenso a los infiernos. La anagnórisis que sufre el personaje principal, Walter White, también es experimentada por otros personajes de la trama –aunque con distintos resultados-, como son los casos de su esposa Skyler White o su compañero Jesse Pinkman.
Es precisamente en el plano emotivo y emocional de sus personajes donde Breaking Bad escenifica sus mayores aciertos: las encrucijadas morales a las que se someten sus protagonistas, dan alas a una serie que, más allá de ello, se vale de los peligrosos recursos del artificio, la artimaña, el engaño y la trampa.
Probablemente diseñada como una miniserie de dos temporadas, el éxito sobrevenido a la serie planteó la posibilidad a sus creadores de alargar el descenso de Walter White a los infiernos durante cuatro más. Este apunte no es baladí, pues, a partir de la segunda temporada, la trama sufre un cambio drástico y supone la introducción de una espiral de recursos narrativos muy alejados de la idea original, enfocados a la recreación de momentos álgidos y situaciones que enganchen al espectador a la serie. Este recurso novelesco, muy utilizado en los escritos denominados folletinescos, no parece ilegítimo, pero tiende a restar verosimilitud y empaque al producto.
Como las entregas de dichas novelas folletinescas típicas del siglo XIX, el objetivo de Breaking Bad a partir de la segunda temporada es la de entretener y enganchar al espectador a la trama y es algo que consigue sobresalientemente. Manejando con destreza los tiempos de los diversos clímax, Breaking Bad sacrifica la historia, su verosimilitud y su fuerza narrativa en pos de alargar su vida provechosa y de suscitar un mayor interés del público gustoso de grandilocuentes giros de guión. Y es que, como también ocurría con la gran mayoría de las novelas folletinescas de antaño, los diversos giros, las trampas, los engaños, las cosas que parecen que son pero que en realidad no lo son o si lo son pero de otra forma, desenfocan el resultado, pues es imposible mantener la coherencia y el sentido con este tipo de artilugios narrativos ilusorios. Y lo peor de todo, difumina el mensaje.
Con todo esto no sugiero que las series, novelas o cualquier formato narrativo carezcan de cambios o giros, pero se antoja complicado el que éstos se sucedan en numerosas ocasiones, siempre con cambios drásticos o dramáticos, y que el resultado siga siendo notable. Por ello, cabe resaltar que la mayoría de las novelas folletinescas o las novelas por entregas que se elaboraron en Europa desde finales del siglo XVIII, por muy exitosas que fueran entre sus contemporáneos, hayan acabado en el más profundo de los olvidos. Esto se debe, principalmente, a la calidad final del producto, algo que, como le ocurre a Breaking Bad, deja mucho que desear. Pero cuidado, verosimilitud no significa que algo deba ser realista, significa que lo que me cuenten me lo crea, aunque sea un relato fantástico. En el caso de Breaking Bad, cómo se desarrollan ciertos giros o subtramas de la serie –muchas veces metidas con calzador- no me resultan creíbles. No me convencen.
En definitiva, Breaking Bad es una serie tramposa y engañosa. Se nota que no es un relato cerrado, pensado desde un inicio, con una presentación, un nudo y un desenlace, sino que los creadores sentaron unas bases y a partir de ellas se fueron desarrollando las tramas y las subtramas, sin tener muy claro cómo iban a desembocar en el desenlace (aunque éste si lo tuvieran claro). Esto provoca que muchas tramas parezcan sacadas de la nada, que otras sean completamente inverosímiles, que en ocasiones se reciclen acontecimientos que en un principio fueron guionizados como inocuos –y se nota- y que en otras muchas parezca que soluciones a ciertos problemas en la trama se improvisan.
pich
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6
17 de marzo de 2010
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Monty Python: Almost the Truth - The Lawyers Cut demuestra que no todo lo que lleve el sello de los Monty Python debe ser genial per se. El documental se erige como un tributo megalómano (6 capítulos: ni Los Beatles o Jesús rellenaron tanto espacio!!!) a este magnífico grupo de humoristas británicos. El tono, un poco adulador y pomposo, no parece el adecuado. Por lo demás, no deja de ser algo "interesante" para los muy fans de los Monty Python (entre los que me incluyo). Para el resto, un documental que no interesará de ninguna manera.
pich
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3
6 de abril de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hubiere que definir la cinta con una sola palabra esa sería: previsible. Con un planteamiento interesante, la película va descendiendo, cada vez de forma más pronunciada, en los brazos del melodrama predecible. Con un menor presupuesto y un cartel menos llamativo, La Lista podría convertirse en el telefilme "perfecto" para una sobremesa dominical de Antena 3.

Un guión muy flojo -como ya hemos dicho: previsible-, acompañado de una torpe dirección (muy especialmente en los flashbacks que hace con imagenes de la propia cinta para recordar ciertos puntos -uno se dice: ¡eh, amigo, que no soy tonto!-), hacen de la película de debut de Marcel Langenegger un auténtico paso en falso en su iniciación en el mundo del cine.

Lo mejor de la cinta: su tripleta protagonista (¡Que buena está Michelle Williams!, perdón ¡que bien actúa!) y sobretodo, las escenas finales rodadas en Madrid (por fin parece que España escapa a los clichés americanos que nos situaban en el sur de América).
pich
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10
2 de abril de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi diez años después de su segunda gran obra maestra -Ed Wood, la primera fue Eduardo manos tijeras-, Burton se redime de sus últimos tropiezos como realizador y muy especialmente del horroroso remake de El Planeta de los Simios. Y se redime no con un filme notable, quizá Sleepy Hollow pueda ocupar ese lugar, sino con su tercera, y hasta ahora última, obra maestra.
Big Fish presenta, a priori, un reparto espectacular con Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Cudrup, Jessica Lange, Steve Buscemi -¡que gran actor!-, Marion Cotillard, Danny DeVito o la mismísima señora de Burton, entre otros. Pero lo que podía convertirse en un arma muy peligrosa, ya que serviría como argmunento de "mucho actor y poca chicha", ejerce, paradójiamente, de efecto contrario. El reparto queda un poco en un segundo plano ante una historia tan apasionantemente conmovedora, un lenguaje narrativo tan sublime y una fotografía con tintes nostálgicos, que logra la difícil tarea de trasladarnos a otra época y otro lugar sin incidir en el "repipismo" horteril. Sí, es cierto que Finney está soberbio -quizá McGregor no está tan a la altura- y que Buscemi es, simplemente Buscemi. Pero son sólo platos secundarios ante una de las mejores historias que se han contado en el cine contemporáneo.
Big Fish logra trasladarnos a un mundo de fantasía típicamente burtoniano, pero a su vez, se convierte en el más sobrio y realista de todos los cuentos del director californiano. Quizá se trate, quién sabe, de la obra más madura y a la vez más personal -en lo cinematográfico- de Burton.
pich
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9
27 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magistral obra de Sheridan basada en un hecho real, En el nombre del Padre es, en efecto, un compendio de aciertos plasmados y rematados con una dirección más que notable. Cinematográficamente lo que más llama la atención es el trepidante ritmo narrativo que Sheridan imprime a la cinta. También es cierto que el director irlandés no arriesga ni un ápice en el apartado técnico, quizá consciente de que no era el momento de hacerlo -lo hará más adelante en su filmografía-. En el nombre del Padre significaba para Sheridan el examen de fuego tras sus sobresalientes dos primeros trabajos -Mi píe izquierdo y El Prado- y lo pasa con más que una buena nota.

Daniel Day-Lewis se convierte en el paradigma de actor que hace sólo que realmente quiere hacer. De pocos títulos de su carrera cinematográfica se habrá arrepentido. Desde luego el de Gerry Conlon no es uno de ellos. Day-Lewis encabeza pues, un reparto colosal -uno por uno- que se convierte en otro de los puntos fuertes del filme.

En ese camino de aciertos rotundos se encuentra la B.S. -canción de Bono incluida- que no hace más que engrandecer los destellos de una cinta, que a falta de alardes técnicos, puede considerarse como una de las obras más sobresalientes del realismo británico de la década de los 90.

Además, En el nombre del Padre servirá de primera parte de la trilogía que se completará con la inconsistente En el nombre del Hijo -producida y escrita por Sheridan y dirigida por Terry George- y la regeneradora The Boxer -en la que Sheridan, además de proudcir y escribir, vuelve tras la cámara-.
pich
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