En Febrero asistí a una función del sexto festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México, este festival se caracteriza por presentar películas de arte ya sea independientes, de estudiantes o de directores renombrados, igualmente son muy difíciles de exhibir en cines comerciales de este país puesto que no duran mucho tiempo en cartelera, porque a la mayoría de las personas no les gusta o tienen un prejuicio, mal enfundado, de que cualquier película artística es muy aburrida.

Lo que me llamó la atención de esta película es que se caracteriza por su ingenuidad y no solo en la dirección sino que también en los diálogos y las personalidades de los dos personajes principales (la chica y su amigo). En el transcurso de las escenas no se necesita que el guión sea coherente, o lo que pase entre escena y escena este exactamente ligado, y ni siquiera que la imagen sea nítida o clara, sino que solo se vea cierto movimiento; todo esto es perfectamente entendible porque se supone que la vida es así si tan solo te guías por tu propia suerte. Todo esto me pareció importante porque muestra lo que se esta haciendo de nuevo en el cine y lo que esta de moda, en la meca del arte moderno Nueva York.

Recomendable en un sábado lluvioso