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Argentina Argentina · Lomas de Zamora
Críticas de Repoman
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Críticas 139
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
25 de abril de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida se cuenta en rutinas, en detalles, en los (cinematográficamente) denominados tiempos muertos. No es fácil pintar un fresco así, y aunque dure dos horas y emotivamente sea sutil, la historia se deja ver, principalmente a bordo de la simpatía que despierta su melómano y misterioso protagonista.

Pero, pero, pero...
...algo huele a podrido en esta historia, y no son precisamente los baños de Tokio. Ya al segundo baño impoluto que tiene que limpiar empecé a sospechar. ¿Qué me están contando? ¿Acaso limpiar baños públicos es como estar en un museo gigante y acariciar las obras de arte? Hay dos cigarrillos tirados, y un cliente entra al baño sin saludar a nuestro anónimo trabajador. Menudo sacrificio. Cada baño es una nueva escultura vanguardista alucinante, y a pesar que el protagonista entra a limpiarlos unas 10 veces, no vemos un meo, un preservativo usado, un mundano vómito. Lo que se dice, no vemos un sorete (literal). No sea cosa que los ricachones sin cuestionamientos a los que le intentan vender este delirio teórico se les ensucie la retina. Romanticismo zen para gente que nunca tuvo un trabajo realmente sacrificado. De esos que te parten el alma por la mierda que te hace respirar a diario, porque la plata no te alcanza, porque se te pudre el cuerpo o la cabeza realizando una tarea inmunda y/o repetitiva, porque tenés que aguantar a jefes o clientes más estúpidos que vos tratándote como basura, porque al terminar la jornada tu alma sólo te pide alcohol, o drogas, o agarrarte a piñas en la cancha, o sexo autodestructivo, para acallar la ansiedad furiosa que te crece en el interior, hora tras hora, sintiendo cómo tu única vida se te pasa haciendo algo que no querés para alguien que no querés, sólo porque tenés que pagar el alquiler de una inmunda pocilga. Vamos, la realidad de la mayoría.

Una versión de Amelié, madura y para el siglo XXI:
Lo esencial es invisible a los ojos, lo se. Y también sé que vivimos sometidos por un materialismo deshumanizante. Que lo importante, lo verdaderamente importante es el amor. Tenernos los unos a los otros. Tener a "alguien", al menos, a quien dedicarnos y en quien apoyarnos. Pero es que este protagonista no tiene a nadie. Pretende enseñarnos que prácticamente no hace falta nada. Que se puede vivir con lo mínimo, una canción que nos gusta, un libro usado, una rutina minimalista. Desayuna café frío en lata que no convida ni el olor, y cena una sopa maruchán todas las noches. Si este panfleto zen para occidentales superficiales tuviera un mínimo de honestidad, la historia iría del cáncer de hígado o algo así. Pero no, va de un tipo que sonríe al cielo nublado, todos los días, dándonos una lección de sencillés y ascetismo a quienes sepamos entenderla (aunque los que consumimos esto somos tan sofisticados que nos entretenemos con cine de autor japonés, realizado por un financieramente salvado hippie alemán, para un festival francés). Suena Velvet Underground, en su versión más linda y edulcorada (Pale Blue Eyes, Perfect Days), y se nos acomoda el culito en la butaca. Seguritos, satisfechos. Mm, qué emocionante, cuánta iluminación. Los problemas reales se desvanecen en la nada porque el paraíso está dentro de uno, y para alcanzarlo sólo hace falta mirar bien, y detectar ese pequeño retoño de árbol creciendo en una vereda. Vive, ríe, ama, sueña, y si te sirve, deposítame la herencia familiar en la cuenta bancaria que te dicto en la zona spoiler. Vamos, es por tu bien.

Al finalizar, cuando el protagonista atisba a sentir algo mínimamente parecido a una ansiedad, se cruza con un enfermo terminal y vuelve a sonreír, porque entiende que lo único que hace falta es estar vivo. Que bello mensaje, ya mismo me voy a preparar un sánguche con mi propia defecación, total, el saborear es sicológico, sólo una cuestión de actitud, y alimentarse bien es una preocupación mundana, muy por debajo de mi elevada existencia. ¿Problemas de salud? Los niego, mentalmente, y listo. Y si llegan, ya saben lo que dicen: si sucede conviene.

A Wim Wenders no lo culpo, supongo debe ser divertido hacer películas, viajar, que te aplaudan. Pero por favor, todos ustedes, dejen de mentir(se). Son indignantes. Son peor que indignantes, todos ustedes son unos brutos disfrazados de intelectuales, pero carecen del más mínimo sentido crítico y/u honestidad. Dejen el mundo simbólico, no es para ustedes, realmente no entienden las películas, no entienden los mensajes. No se dan cuenta de nada. Ponerle buena nota a esto, dios mío, qué fácil los engañan, cuando la mentira tiene la forma que mejor les viene para su hipócrita e infinita autoindulgencia.
Repoman
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8
22 de abril de 2024
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cuántos millones de películas existen en total? ¿Cuántas ves por semana? ¿Cuántas veces viste la misma película, digamos, tu preferida? Mientras leés estas torpes líneas, el universo está dando a luz miles de películas nuevas. Constantemente, para ser deglutidas, disfrutadas. Para hacerte reir, llorar, pensar, estremecerte, pasar el rato... Entonces... ¿Qué esperamos ver ante cada nueva película?

Late night with the devil me pareció juguetona, resultona, divertida, sorprendente e indiscutiblemente redondita. Bien escrita. No es una genialidad absoluta, tampoco lo pretende, pero si que está bien hecha, que no es poco. Y si tuviera que definir sus auténticas pretensiones, diría que intentaron hacer un producto entretenido para los fanáticos del terror y lo bizarro. Desde ya, lo han logrado.

¿Comedia o terror? (gran polémica entre los foristas)
¿Ambas a la vez, significa ninguna?
¿Qué tienen en común la comedia y el terror? Respuesta: la sensación de incomodidad.
Esa es la nota, el acorde, la partitura justa para hacer danzar estos géneros de manera zigzagueante y ambigua. Y Late Night la interpreta muy bien. Y la película funciona. Incluso los mayores detractores le están poniendo un 6, aclarando que se les pasó bastante rápido el baile.

El formato (semi) televisivo resulta original y provechoso: la actuación de Dastmalchian como un patético y ambicioso presentador que habla a cámara resulta natural y creíble; el montaje es original para una película que visita el terror, y amaga con mantenerse fiel al show, pero se permite pasar al blanco y negro para darnos unas graciosas pinceladas de lo que ocurre tras bambalinas; provechosa también la placa con el logo del programa que muestra a las Torres Gemelas en primer plano, reforzando el mentado humor negro; la puesta en escena es estupenda y autoconscientemente pop, un plus para mi; el ritmo televisivo es inmejorable, y las subtramas que traen los invitados al show se van trensando en un in crescendo que atrapa y entusiasma; y la materialización de lo sobrenatural no decepciona para nada.

No es una película de terror climática y sentimental, de esas que te van a hacer sufrir con sus protagonistas; aunque tiene sus momentos de zozobra, incomodidad y mal rollo. Es, más bien, un estupendo y ENTRETENIDO artefacto que hará las delicias de aquellos videodepredadores de lo sobrenatural y del arte macabro. Fiel a sí misma, carece totalmente de cursilerías y solemnidades.

Yo la pasé muy pero muy bien. ¿Qué más le puedo pedir a una película, si ya vi miles, y pienso ver miles más?
Repoman
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2
16 de abril de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hay hambre no hay pan duro. O peor, en tiempo de guerra cualquier agujero es trinchera. Instinto de supervivencia: el panorama mainstream es tan malo y adormecedor, que una de acción y tiros, sin estúpidos super héroes, logra convencer a muchos adeptos al cine. Están dormidos muchachos, esto, además de un panfleto yanquee de lo más torpe y superficial, es un desperdicio cinematográfico sin más.

La historia transcurre mayormente en México, por eso, los genios le meten un espantoso filtro amarillo a todo, y dale que va... "La fotografía está muy bien..." leo por ahí y se me ríen los dos huevos. Los planos, además, son de lo más convencionales. Promediando el primer acto Emily Blunt se mira al espejo, y éste le devuelve una imagen empañada que se asemeja a los cadáveres que habían encontrado. Buen plano, un punto, la nota alcanza el 2, que ni tanto che, pero lo que sigue a continuación es peor que penoso.

Los mexicanos son aliens, marcianos, androides, cavernícolas, concepto de orientales exóticos, insectos, de todo menos "personas". Los yanquees son compañeros tuyos de oficina, algunos más queribles que otros. Los "moralmente reprochables" son un tanto cínicos y cancheros, nada más. Benicio del Toro, por su parte, ayuda a la lavada de cara haciendo el trabajo sucio de torturar latinos. Pero, aún así, la película se encarga de no mostrártelo. La escena de la tortura es de lo más infantil y ridículo que se rodó en toda la historia del cine. El tupé hermano, de presentar esta "tortura" como una "escena fuerte", cuando se trata de una secuencia tan anodina y lavada. Josh Brolin y otro agente están con el detenido. Brolin le convida agua de una botellita. El detenido no quiere hablar, entonces mandan a llamar a Benicio, que aparece con un bidón de agua. El tercer agente se levanta y se va con cara de compungido, como diciendo "no puedo ver esto, es demasiado para mi". Jajaja dejáte de joder Villenueve, ¡qué buenos tipos son los yanquees! uno le comvida agua y el otro no tiene estómago para ver la tortura ¿Qué me estás contando? Me acuerdo la escena de torturas de La Batalla de Argel, joder, eso sí era cine. No esta bobada. Como sea, lo peor es que tampoco nosotros la vemos. Ni siquiera te muestran la cara de Benicio volviéndose un monstruo, o la de la víctima sufriendo. Nada. No hay sentimientos. La cámara se corre hacia una alcantarilla y sólo se escuchan dos segundos de sonidos de golpes y sollozos. Fin. No queda claro si el bidón era para la tortura o realmente Benicio repuso el agua del dispenser...

El lavaje de cara de los norteamericanos podría ser sólo un problema ideológico, pero resiente totalmente a la película toda. Se vuelve un problema cinematográfico, escena tras escena. El guión no puede ser honesto ni enriquecedor o ni siquiere "fuerte". Esquiva el bulto, le quita el culo a la jeringa, evita quedar en evidencia cuando encara una temática "difícil", supuestamente repleta de dilemas morales. Entonces no le queda otra que ser infantil, superficial, involuntariamente fantasioso, estúpido. Y la cinematografía se rinde a esos designios. Por no decir que la cinematografía se rinde, a secas.

En fin, Sicario resulta un tontuno e inocentón panfletoide pro yanquee, disfrazado de película de tiros y explosiones con contenido seudo filosófico. Anodino, insulso, plano. La película te susurra mentiras al oído, para engañarte y adormecerte al mismo tiempo.

Les dejo una cita del personaje de Josh Brolin, que pinta de cuerpo enterio el insulto a la inteligencia que propone Sicario:

"Ten cuidado con los policías Mexicanos, no todos son de los good guys". Good guys vs bad guys, la misma cantinela de siempre, empeorada por una supuesta pátina de realidad y seriedad, que no resiste el más mínimo cuestionamiento.
Repoman
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4
26 de marzo de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya bastante mal escribo, y bastante ignorante soy, como para intentar un bosquejo acerca de lo que son los géneros cinematográficos, los subgéneros, las tendencias, etc. Tema éste muy tratado por grandes autores, de los cuáles lejos estoy de formar parte, ya que sólo soy un estúpido y anónimo forista sin mayores pretensiones que la de hacer carburar el cerebro e intentar conectar con alguien allá afuera, mediante estos torpes intentos de escritura.

La película en sí, creo, no deja mucha tela para cortar. Pero si me hizo pensar, justamente, en la cuestión de géneros y tendencias de la industria: ¿Qué pasa con éste, el subgénero biopic empresarial? ¿qué nos motiva a nosotros, humildes trabajadores/consumidores, a excitarnos y apasionarnos con las peripecias de los empresarios en torno a un producto tal, a un logo cual, o a una megamultinacional? ¿Dónde estamos parados, en el mapa de la organización social? ¿qué somos, socialmente? Si nos vemos como consumidores, pareciera que tenemos un rol activo, y la capacidad de elegir. Si, en cambio, nos vemos como trabajadores, pareciera que somos esclavos condenados a trabajar para otro, a no elegir. La idea de "consumidor" parte desde el negocio y, por lo tanto, nos otorga la ilusión de libertad, de elección. La idea de "trabajador", en cambio, parte desde la producción, y reconoce nuestro esforzado aporte a la sociedad, nuestro rol, nuestra utilidad.

Yo consumo, claro que consumo. Mucho cine, como verán, pero no me reconozco consumidor. O, en todo caso, reconozco que sólo desde el punto de vista del negocio soy un consumidor. Pero mi identidad la mido y categorizo, en todo caso, por el rol social que cumplo. Yo trabajo todos los días, y recién luego consumo, con la tranquilidad de haber hecho un aporte, para disfrutar luego del trabajo de los demás. En este caso, de quienes hacen películas.

Entonces, de trabajador a trabajador les pido, por favor, dejen de hacer estas películas de temática empresarial. Romantizando, con actores lindos y música pop, la actividad de frívolos y amorales (por no decir meros hijos de p...) Ceos y sus aventurillas por hacerse o no más millonarios.

Creo que la culpa de todo la tuvo La Red Social (David Fincher, Columbia, 2010), película que desató el interés de la industria por reproducir más películas de este subgénero empresarial hasta darle entidad como tal, y que funciona como retrato generacional: ya no seríamos trabajadores, ni siquiera seríamos clientes. Ahora apenas seríamos usuarios, sin derechos ganados, ni reclamos posibles, de un sistema tecnológico que se postula natural, para que, por lo tanto, naturalicemos sus salvajadas.

Cada tanto se nos permite, sintonizando este despreciable subgénero de biopic de marcas y ceos, saborear el autodesprecio de clase, besándole las sucias y sangrientas, pero bien fotografiadas, manos del amo.

PD: no, decirle a las cosas por su nombre no te vuelve comunista.
Repoman
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7
21 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sutilísima. Para ser un true crime, desde ya sórdido, la película es sutilísima. Bordea la violencia física relativa a las torturas, violaciones u homicidios, para explorar, en cambio, los conflictos sicológicos de esa perturbada pareja de sádicos asesinos psicosexuales. Sobre todo los de ella, una mujer adulta, despojada de su maternidad, atormentada por sus complejos, volcada a los consumos problemáticos, a la toxicidad y las parafilias criminales. La exploración de la faceta más socioambiental y psicológica del crimen, vuelve a ésta una película diferente en su género, un poco más adulta y profunda que lo habitual.

La puesta en escena, por desgracia, no se aleja mucho del criterio Netflix. Esto es, una insulsa mezcla de aesthetic ochentera y austeridad insípida. La foto no destaca, cumple pero no se torna expresiva. Tiene un punto el trabajo de sonido, cargando el peso de un fuera de campo que se intuye violento y atroz.

Las actuaciones, finalmente, me parecieron estupendas. Sobre todo Susie Porter, que se tambalea entre víctima y victimaria, haciendo gala de un rostro tan expresivo como enigmático y desagradable. Conduce, con su actuación, la principal virtud de la película: una extraña combinación entre el miedo y la pena.
Repoman
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