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Críticas de intracine
Críticas 3
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
13 de diciembre de 2013
40 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así es amigos, ya hemos podido ver una de las películas de año. ‘El Hobbit: La Desolación de Smaug’ (Peter Jackson, 2013) promete, one more time, reventar las taquillas. Y lo más importante es que se intuye que dejará más contentos a los espectadores que la primera entrega. Esta película es una de esas que rompen la estadística y pisotean el dicho de que no hay segundas partes buenas.

La historia comienza en un lugar conocido por todos. Brie. Pony Pisador. Y ya ahí Peter Jackson (guiño, guiño…y ya lo entenderéis cuando la veáis) nos atrapa por la mera referencia a la saga del anillo. Y es que uno de los puntos que se intentan potenciar para atrapar al espectador son referencias al imaginario creado en El Señor de los Anillos. Guiños a la trilogía previa que tanto cautivó a propios y extraños. Legolas y el anillo son los adalides de este movimiento conservador, por llamarlo de alguna manera.

‘El Hobbit: La Desolación de Smaug’ se deja de presentaciones. Aun teniendo esos pasajes pausados de tempo lento que a veces pueden llegar a ser pesados, la acción es muchísimo más frenética que en la precuela. Para los que hayan leído el libro, seguramente estén deseando ver episodios como el de los barriles, el nido de arañas o el despertar de Smaug. Pongo la mano en el fuego a que no les defraudará en absoluto el tratamiento de tan magnos momentos. Trepidantes, tensos y audiovisualmente sobresalientes.

Las diferentes contiendas son una mezcla perfecta entre lírica visual, milimétrica coreográfica y frenesí. Secuencias épicas a más no poder que nos retrotraen a esos grandes momentos de El Señor de los Anillos que nos dejaron boquiabiertos en su momento.

En esta segunda entrega Peter Jackson deja más de lado aún si cabe la fidelidad hacia la obra escrita por Tolkien. La mera inclusión de Legolas (Orlando Bloom) con un protagonismo excesivo hace gala de este distanciamiento en pos de crear una obra fílmica más redonda. El que quiera ver una película fiel al libro, que vaya a ver otra. Aquí Jackson aboga por insertar grandes dosis de drama y de trascendentalidad, por incluir elementos de peso que enriquecen la narración y potencian la aventura.

Tal y como sucediese en la saga de El Señor de los Anillos, en esta entrega de El Hobbit se estila la diversificación de tramas, el desarrollo en paralelo de aventuras que se postran ante los pies de los protagonistas. La compañía de Thorin, con Bilbo en sus filas, avanza hacia la montaña solitaria mientras que Gandalf abandona para dedicarse a asuntos que requieren de su poder. De hecho llama la atención el poco tiempo que aparece Gandalf en pantalla a lo largo del metraje. Tanto es así que Legolas pasa a tener más protagonismo que él.

Y es que los elfos aparecen y de qué manera. Tauriel (Evangeline Lilly) se convierte en la “Arwen” de la trilogía de El Hobbit (y con el elemento amoroso que aflora, obviamente). Los elfos son poesía mortal, una belleza espléndida a la hora de aniquilar orcos. Fascinantemente letales. Lo cierto es que le aportan una vivacidad al film impresionante.

En lo que a la parte técnica se refiere solamente un par de pegas. Las composiciones de Howard Shore son exquisitas y eso ya lo sabemos desde La Comunidad del Anillo. No obstante su uso llega a ser cargante y a veces se podría haber resuelto alguna que otra secuencia omitiendo la Banda Sonora o por lo menos bajando su nivel y realzando los diálogos. Por otra parte hay un par de planos en cierta secuencia de barriles que parecen rodados con GoPro, una textura diferente, menos fina, que chirrían un poco. Por lo demás, y como era de esperar, técnicamente exquisita destacando un diseño de sonido que a mi, que me gusta el ámbito más que a un tonto un lápiz, me deja alucinando pepinillos.

Y no puedo terminar esta crítica sin mencionar a Smaug el Magnífico. No es un dragón, es EL DRAGÓN (en mayúsculas). Nunca antes un dragón había sido mostrado como aparece en esta entrega de El Hobbit. Un personaje carismático y profundo, todo apoyado en una interpretación facial y vocal de Benedict Cumberbatch de chapó y un trabajo fino de CGI. Smaug se come la pantalla y al público y se convierte en el protagonista máximo del último tercio de película.

Sin duda alguna ‘El Hobbit: La Desolación de Smaug’ es mejor que su predecesora y deja un gran sabor de boca en el respetable. La película funciona a las mil maravillas y ofrece una dosis de aventura, acción, fantasía y tensión muy disfrutable. A destacar la pericia de Jackson para dejar cabos sueltos que invitan a pensar e intentar saborear el colofón final que puede suponer el cierre de la trilogía (aviso: ¡El final pica como la sal en las heridas!).
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10
1 de octubre de 2013
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por dónde empezar, desde que punto comenzar el abordaje a tan espectacular experiencia fílmica. Lo que sí tengo claro es que la conclusión va a ser la siguiente: Alfonso Cuarón firma una de las más magníficas obras jamás hechas acerca del espacio.

Simplemente espectacular. Tanto que priva a un servidor de palabras con las que describirla. Es simplemente apabullante desde cualquier aspecto que se pretenda analizar.

La premisa es sencilla: Dra. Ryan Stone (Sandra Bullock) se encuentra junto al veterano astronauta Matt Kowalsky (George Clooney) en su primera misión espacial. Una misión espacial rutinaria termina en catástrofe cuando se ven alcanzados por una nube de restos, de basura espacial, que les derriba y acaba con el transbordador que les servía de cobijo y transporte. El frío, el silencio y la inmensidad del espacio se cierne sobre ellos, cuya misión se convierte en sobrevivir en tan inhóspito lugar e intentar regresar a La Tierra.

El espacio: Ese lugar. Ese infinito. Ese ente. Inconcebible en su totalidad y que cobija a saber cuántas formas de vida. Un elemento que se ve representado en todo su esplendor en este film. Cuarón lo muestra como lo que es: suavidad y brutalidad, vida y muerte, belleza y monstruosidad. Capaz de albergar vida y conceder muerte.

La angustia es la emoción más característica del film, como si fuese un protagonista más. El lugar y la situación invitan a sentirla. Pero Cuarón lo lleva al extremo provocando que el respetable vea como sus manos se empapan en sudor y su pulso se acelera por momentos. Hay que hilar muy fino para jugar con la angustia como lo hace el director. Bien hecho Alfonso. Muy bien hecho.

Por otra parte está la faceta técnica del film. Es simplemente espectacular. Pero lo más importante es que todo elemento técnico en ‘Gravity’ cumple una función narrativa y ayuda al transcurso del relato.

La factura visual es inconmensurable. Y aquí rompo una lanza a favor del 3D, porque Cuarón nos ha mostrado que se puede utilizar para bien, para narrar, y no como mero artificio. De hecho el 3D forma parte de ese personaje que el director crea: el espacio. La tridimensionalidad le otorga esa magia que tanto caracteriza a la inmensidad espacial. Un 3D de 10. Aparte del CGI, los efectos visuales creados informáticamente, que ofrecen un resultado pulcro y pulido. Impecable.

Otro punto y aparte merece el uso de la cámara. Porque cerca de los primeros 20 minutos es un solo plano. Si señores, planazo secuencia para disfrute de todos. Y reseñar también un uso de la cámara en ciertos momentos como si de un videojuego se tratase. Primera persona y a menearse por las entrañas de una estación espacial. Pequeños detalles que dota de más caché si cabe a ‘Gravity’.

El sonido es ese mismo sonido que oiríamos en el espacio, lo que provoca una verosimilitud que fuerza al espectador a sumergirse de lleno en la película. La mezcla sonora es de Oscar. El uso del silencio y de los cortes y cambios de un sonido estruendoso a una omisión sonora cargan de épica y tensión al film.

Alfonso Cuarón dirige en esta epopeya espacial a dos actores que ya estaban de vuelta pero que se lucen y de qué manera. George Clooney y Sandra Bullock se echan sobre sus hombros el peso total y absoluto del film, pues solo les acompaña la voz de Ed Harris desde La Tierra.

Las actuaciones de ambos son sublimes, pero la que destaca por encima de todo y de muchas interpretaciones vistas durante el año en diferentes films es Miss Bullock.
La misma que protagonizase ‘The Blid Side’ (John Lee Hancock, 2009) y que ganase el Oscar a mejor actriz por ello se gana a pulso por lo menos una nominación a la estatuilla. Y esta vez sería justísima la adquisición de tan preciado galardón. Imprime una carga emocional a su personaje y es capaz de aguantar gran parte del metraje ella sola, y sin despeinarse. Sin duda una grata sorpresa.

Finalmente y para ir terminando tan gozosa crítica he de hablar de la BSO. Una mezcla espectacular entre sonidos metálicos y sintéticos y pasajes épicos y tremendamente emotivos. Un colofón para tan gran película. El autor es el desconocido Steven Price al que un servidor, amante de las BSO, intentará no perder la pista.

En resumidas cuentas. Sublime la factura visual, el montaje sonoro, el tempo narrativo, la dirección de Cuarón y las interpretaciones de Clooney y Bullock.

Esta película es de obligado visionado y en sala de cine. El 3D creo que también es obligatorio, pues la película lo merece y la experiencia lo agradece. Estamos ante una de las mejores películas re la historia reciente y no me cabe duda de que se acabará consagrando como obra de culto y permanecerá en los manuales de historia del cine como una clara referencia.

Y todo esto, señoras y señores, en tan solo 90 minutos de duración. ¡Para que aprendan otros!

Como reza algún poster del film: “No te sueltes”…porque ‘Gravity’ no te soltará a ti.
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9
6 de junio de 2013
21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamar crítica lo que leeréis a continuación es ciertamente injusto. Esto es, sin duda, un elogio escrito, casi una declaración de amor. Las cosas por su nombre.

‘Star Trek: En La Oscuridad’ (J.J. Abrams, 2013) es la continuación de la saga estelar que resurgió de sus cenizas hace ya 4 años de manos de J.J. Abrams. Y si el reborn de 2009 no dejó indiferente a nadie esta nueva entrega es, sin lugar a dudas, muy superior a su predecesora. A mi parecer estamos ante uno de los blockbusters más redondos de este año. Tiene de todo y no falta de nada. Una delicia de 132 minutos que deja un gran sabor de boca. Pero vamos a ir poco a poco.

El primer acierto de este film es un guión sólido y que no se tambalea en ningún momento. Si acaso se puede reprochar cierta previsibilidad pero, oigan, a estas alturas es complicado sorprender y menos en este tipo de géneros. Este pequeño “pero” no empaña ni por asomo el gran trabajo de guión enfatizando en los personajes, sus situaciones, luchas interiores e interrelaciones. Una mezcla perfecta entre humor, acción y profundas emociones. Aquí hay sitio hasta para el romance.

J.J. Abrams es sin duda un hacha a la hora de coger estos ingredientes y marcarse un cocktail fílmico de aúpa. Capaz de lidiar con las tensiones entre la puesta en escena y la puesta en cuadro conformando una armonía entre lo visual y lo narrativo. Un hacha sacando lo mejor de su elenco y consiguiendo que las emociones, sentires y situaciones a las que se enfrentan los personajes calen profundamente en el público, creando un vínculo empático realmente loable.

Sin duda alguna es uno de los mejores directores que han salido a la palestra en los últimos años. Cosa que toca, cosa que mola. ‘Misión Imposible III’ (J.J. Abrams, 2006) quizá sea su obra más flojita, pero inmensamente mejor que las anteriores misiones de Ethan Hunt. ‘Star Trek’ (J.J. Abrams, 2009) y ‘Super 8′ (J.J. Abrams, 2011) le han lanzado hacia el estrellato hasta convertirle en el director del séptimo episodio de Star Wars. Su buen hacer son indiscutibles y en esta nueva entrega Trekkie lo demuestra one more time.

‘Star Trek: En La Oscuridad’ va desde el principio hasta el final a velocidad de curvatura. Un frenesí audiovisual que impide al espectador el más mínimo despiste o la más mínima duda de que está frente a un peliculón mayúsculo. Una concatenación de secuencias magníficas las cuales transmiten emociones diferentes, que es lo grandioso. Un amalgama dramatico-cómico increíble, porque hay que reconocer que esta película mantiene un equilibrio entre tensión dramática y risa que se agradece.

Continua sin spoilers...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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