Una película excelente, muy por encima de lo que parece. Mucho talento y muy buenas intenciones hay detrás de esta cinta, por no hablar de un equilibrio perfecto entre unos diálogos y una actuación que insinúan siempre mucho más de lo que expresan y el ritmo narrativo necesario y preciso para engancharte todo lo que dura la historia: shock inicial y crescendo.
Tanto la elección de los personajes como la dirección de actores me parecen altamente sofisticadas, no en vano consiguió el premio al mejor actor en el festival de Sitges. Añadir además la certera utilización de esa voz en off inquietante que de manera minimal mantiene el pulso emocional del espectador de manera magistral.
La odisea del personaje es hallar el sentido común, la pureza de la infancia es una sentencia en este mundo confuso y podrido. El amor es sencillo como las pobres víctimas, pero tan poderoso y definitivo como el fin del mundo.