Desenfadada, sencilla y tierna es como describiría a Un cuento perfecto en 3 palabras. No vas a encontrar una increíble trama, ni unos personajes complejos, pero no los necesita. Es la serie perfecta para relajarse y ver una historia de amor con toques de comedia con unos planos de Grecia de fondo que hacen de la atmósfera la ideal para cualquier ocasión en la que uno quiera hacerse un maratón que le toque un poco el corazón y le deje un buen sabor de boca.
La actuación es buena, ¿los personajes? Divertidos y entrañables, ¿la historia? Cae en clichés, te lo garantizo, pero desde luego no se me ha hecho larga, ni aburrida, ni complicada. Es exactamente lo que buscaba ver, algo que me hiciese sonreír y, con sus bonitos paisajes, mejor todavía.

Ginny y Georgia han vuelto tras dos años de espera, en una temporada bastante más floja que su anterior pero que aún así deja unos flashbacks bien cuidados y unos personajes que entretienen al ritmo de una historia que no llega a decepcionar. Brianne Howey se luce interpretando a Georgia cuyos monólogos son espectaculares y el arco de su personaje está muy bien desarrollado. Lastima que no pueda decir lo mismo de Ginny, y mucho menos de su elenco de compañeros de instituto, que en esta temporada dejan mucho que desear, llegando a un nivel de surrealismo el cual no ocurría en la primera temporada. En resumen, lo mejor de esta temporada es la historia de Georgia, que pese a seguir la misma cronología que la primera temporada, supera todas las expectativas y te hace empatizar con su situación de madre adolescente, la mejora de calidad de cámara y los arcos de los personajes secundarios y lo peor, por llamarlo así, el extremismo de situaciones adolescentes que rozan los clichés.

Una estructura de guión completamente novedosa y original que Javier Fesser sabe llevar perfectamente de la mano de la risa fácil y como bien dice su título, de historias lamentables. Una película que te mantiene observando durante sus dos horas de duración todas las malas decisiones que toman sus protagonistas y llega incluso a ponerte de los nervios por las situaciones que se narran. Muy a destacar la interpretación de Laura Gómez-Lacueva que borda su personaje y la trama de su historia muy correcta. Un gran trabajo de Javier Fesser con una película que no deja espacio entre sus carcajadas y un gran asombro en cada una de sus originales historias.

Completamente absurda y sin ningún sentido. Una película cuyo protagonista es un niño caprichoso y manipulador con el que pretenden que empatices (cuando hasta sacaría de quicio a Gandhi) y que ninguna de sus actitudes pueden ser justificadas por la adolescencia, aunque es lo que pretende la película. Es un otro gran fracaso de Netflix, mal escrito en el que absolutamente nada se salva y la película que pinta como una inocente historia de amor adolescente acaba resultando un desastre en el que me llego a cuestionar si el guionista tiene más de dos neuronas en la cabeza.

Javier, expublicista en paro que se deja atrás los lujos y se muda a un barrio bajo de Madrid. Tiempo después comienza a espíar a los inquilinos de su antigua casa hasta llegar a límites insospechados. No tiene un mensaje claro o una justificación como: ¿Por qué? ¿Qué tengo en su contra? Aunque eso también me gusta a su manera porque otros thrillers como "YOU" se dedican a justificar al asesino/delicuente/injusto. Algo que también me gustó de esta película fue que te explica mediante hechos que no todo lo que vemos es lo único que existe sino lo único que quieren que veamos. Este es el ejemplo de Tomás: el bueno, el justo... Aparenta tener una vida perfecta aunque tiene también su lado oscuro. El final es muy impactante pero me encanta como se transmite, los guiños que hace al principio y el mensaje de que no existe final malo o bueno. Ya que és algo relativo. Sino justo o injusto. Increíble película que recomiendo mucho ver.