Cualquier ademán explicativo y exagerado puede sostener y substentar las vivencias de unas vacaciones excepcionales. Pero solo este director consigue mantener la conciencia del espectador enmedio de algo que podría parecer irrealmente monótono y frágil, alimentando a su vez el capricho de la infancia que nunca volverá. Todos hemos sido un poco niños, quizás algunos lo recordemos, más por el gusto de la tierra mojada y de los olores veraniegos que no por otras sensaciones más sutiles. Takeshi consigue desvanecer todas las inquietudes pueriles, entrelazando el odio infantil que nos desgracia con esa senzillez e inocencia que demora nuestra infelicidad hasta la edad adulta.

La verdad es que esperaba bastante menos, me llevé una alegría. Es un reflejo correcto de la historia que narran los cómics (obviando los típicos retoques argumentales que tanto molestan a los lectores asiduos). Los personajes mantienen gran parte de su personalidad de papel aunque el guión no deja de ser pobre y el argumento limitado y un pelo presuntuoso. Igualmente pasas un buen rato viendo como los efectos especiales han ayudado a crear personajes de viñetas satisfactoriamente creibles. Por cierto, las típicas imagenes americano-propagandísticas cada vez me resultan más irriosorias y nunca mejor dicho, cómicas.

Entiendo porque a algunas personas les ha agradado y hasta les ha llegado a parecer una buena película de terror, básicamente hace bastante tiempo que el género se encuentra gravemente herido, y cualquier planteamiento con una pequeña dosis de originalidad alivia su dolor. Entonces ya influye la predisposición de cada individuo ante la gran pantalla, si hubiese querido me habría resultado una película entretenida, francamente he prefereido mirarla con los ojos cargados de objetividad y reirme pensando que uno mismo puede llegar a provocarse sobresaltos si acierta el 95% de las veces que intentará ser asustado. Buh!