Los primeros capítulos generan cierto interés. Pese a que la historia resulta muy convencional, el tratamiento de la misma unida a la sincera interpretación de sus actores la hace atractiva.

A partir del capítulo 10 se convierte en una telenovela lujosa... eso sí, con giro e imprevistos que la oscurecen. Me dio la sensación que comencé viendo algo que desapareció, como si cambiase de género, incluso de ritmo, manteniendo tan solo los personajes.

Una lástima.

Existen pocas sorpresas. Javier Gutierrez ofrece una de esas caracterizaciones triadas, frías, oscuras que en ocasiones hielan la sangre. Alain Hernández es un actor para mí desconocido, al menos no lo asocio con ningún otro trabajo. Luis Tosar, como siempre magnífico... es el mejor actor español en estas últimas décadas.

La historia se sumerge en ese cine negro americano, de tipos duros que hablan bajo y miran de frente, aguardando el momento de dar o recibir un balazo.

Diálogos cuidados, acometen un guión que se desliza torpe por una trama confusa y poco estructurada. La voy a aprobar con un seis porque me ha entretenido... Creo que ya la había visto.

Articulada en torno al problema psicótico de Hedra, la cual manifiesta una desviación de conducta que la aísla de su entorno. Las secuencias se entregan bien encadenadas; mientras los personajes lo hacen desde esa inquietante realidad requerida por la historia.

Correctas interpretaciones apoyadas por una dirección de ritmo bien estudiado; donde se han cuidado los detalles, con acertada conclusión. Su guión bien planificado, y muy entretenido posee todos los ingredientes necesarios para un más que excelente resultado.

Título emblemático del género, en la década de, los años 90

Tiene sus escenas divertidas, otras absolutamente aburridas y vistas y a Ryan Reinolds que hace casi 15 años pegaba muy bien en estos productos de consumo "femeninamente inmediatos".

Buena caracterización de gordito, y correcta del chico que debe juguetear para entretener a la estrella. La vi en dos tiempos, porque de un tirón era tan dulzona como esa tarta de manzana fabricada en panadería industrial.

La vi hace tiempo, y aunque recordaba muchas escenas, creo que me gustó más esta, que la primera.

El retrato de un asesino que aparentemente mata por placer, o por otra causa mucho más oscura, fuera de nuestro alcance. Tres personajes con poco que decir a los que avala una trayectoria oculta; en apariencia nada es lo que parece.

El perfil de un psicópata que se muestra contradictorio, ante unos pocos elementos que ayuden a calmar esa tensión seca que rodea este pequeño espacio sin margen.