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España España · Gijón
Críticas de Loberto
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
3
17 de octubre de 2006
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Tú, yo y ahora... Dupree" es la nueva peli de Owen Wilson, que nos suena por ser "el amigo rubio de Ben Stiller" en varios filmes. En esta ocasión, como éste no aparece, el humor viene a ser más "light", y menos ofensivo en general.

También es menos gracioso que de costumbre. En realidad, casi todo carece de gracia, excepto algún gag determinado, culpa principalmente de un guión no demasiado brillante, obra de un tal Mike LeSieur, que incluso se permite decir en boca de uno de sus personajes que "en Argentina la gente parecía no hacer nada". Toma ya.

La historia se resume en ver las desventuras que les suceden a una feliz pareja de recién casados (Kate Hudson y Matt Dillon) por acoger en su casa al mejor amigo y padrino de la boda de Dillon, Dupree (Owen Wilson), un "encantador fracasado" (también esto está tomado de la peli) que siempre se las arregla para torcer las cosas. Esto ocurre en los primeros cuarenta y cinco minutos, porque luego, sin saber muy bien cómo, es Kate Hudson la que se encariña con Dupree, y Dillon el que ve en él una amenaza para su propio matrimonio.

Así, la cosa pasa de una floja comedia a un extraño drama que se hace bastante pesado. De todas formas, no desesperen, que esto es Hollywood, y si hay que forzar el "happy ending", se fuerza, y listo.

Owen Wilson es el que lleva el peso de la película, y lo hace con soltura, si bien el personaje está construido para su exclusivo lucimiento. Kate Hudson sale muy guapa, y no lo hace mal, aunque su interpretación mejoraría si de vez en cuando abriese un poco más los ojos, que parece que tiene el sol de cara todo el rato. Matt Dillon es el peor con diferencia de los tres, y lo poco que podría salvarse de su falta absoluta de vis cómica, lo acaba de rematar el doblaje. Michael Douglas también aparece por ahí, haciendo de padre de Kate Hudson, y eso que fácilmente podría ser su abuelo.

En definitiva, una comedia del montón, sin el suficiente "punch" para convertirse en algo que podía haber sido bastante más divertido de contar con un mejor guión. Debe ser que Mike LeSieur aún no ha encontrado su "-osidad".
Loberto
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7
8 de febrero de 2007
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan, al igual que ya hiciera en “Memento”, vuelve a solicitar la colaboración de su hermano Jonathan para ofrecernos este “The Prestige”, título que, así en inglés, trae malos recuerdos a nuestras costas septentrionales. También es su segunda película con Christian Bale, tras “Batman Begins”. Es más, fue el propio Bale el que llamó a Nolan para exigir un papel en la película. Además, Hugh Jackman y Scarlett Johansson ya habían coincidido en “Scoop”, así que casi todo queda en cas. Es más, seguro que todos son fans de David Bowie.

“El truco final: el prestigio” trata de la rivalidad entre dos magos de principios del siglo XX, Robert Angier (Hugh Jackman) y Alfred Borden (Christian Bale), que pugnan por conseguir el truco más asombroso posible. Al final, Borden parece conseguirlo, y Angier, desoyendo los consejos de su ingeniero Cutter (Michael Caine), decide averiguarlo a cualquier precio, lo que incluye entrevistarse con Nikola Tesla (David Bowie).

Nolan vuelve a hacer lo que tan buenos resultados le dio en “Memento”: jugar con la línea temporal, de forma que los flashbacks son continuos, si bien con la habilidad suficiente para no despistar al espectador. A veces sí parece que la narración avanza sin profundizar demasiado en los personajes, y ya que Borden y Angier siguen caminos separados (aunque relacionados), la trama tiende a descompensarse entre los dos.

Las actuaciones son buenas, sobre todo, la del dúo protagonista: Jackman da perfectamente el tipo de hombre con clase y elegante, mientras que Bale, incluso en las escenas que se muestra con su familia, sigue manteniendo su aire siniestro y astuto. Caine y Bowie salen realmente poco, y son un simple apoyo en la trama. Scarlett Johansson sale poco más que para lucir palmito, y su personaje está realmente mal perfilado. Además, sale Andy Serkis, aunque esta vez haga de humano e incluso tenga diálogos.

Y cómo no, al final viene la sorpresa a la que hace alusión el título, si bien hay suficientes pistas a lo largo del metraje para, si no adivinar completamente cada punto, sí como para esperarse ciertas revelaciones que no resultan tan impactantes como estaban previstas.

De todas formas, una obra de calidad, con buenas interpretaciones, y una atmósfera mágica y misteriosa, como tan bien sabe Nolan crear.
Loberto
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3
14 de noviembre de 2006
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inevitablemente, nos ha llegado una nueva entrega de las andanzas del asesino conocido como Jigsaw (Puzzle por estos pagos). Darren Lynn Bousman, que también perpetró la segunda parte, declaraba que: ”la presión era enorme, y yo no quería decepcionar al público. Sabíamos que les encargarían las películas de SAW a otras personas, y no queríamos que se atentara contra su integridad". Se le olvidó añadir, probablemente, que no querían quedarse sin su parte del pastel, previendo la recaudación que va a hacer esta tercera entrega.

Es injusto decir que "Saw III" es la peor de las tres películas: es, por lo menos, igual de mala que la segunda. Lo que sí resulta es bastante peor que la primera, que sin ser ninguna joya, tenía un punto de originalidad que hacía seguirla con interés. Por lo visto, la subida en presupuesto ha coincidido con una caída espectacular de guión.

La historia, en esta ocasión, se centra en la relación entre Puzzle (Tobin Bell) y su pupila Amanda (Shawnee Smith). Como el asesino está bastante malito, secuestran a la doctora Lynn Denlon (Bahar Soomekh) para que lo mantenga con vida todo lo posible, mientras vigila los progresos de su nuevo títere, Jeff (Angus MacFadyen). La diferencia principal con las anteriores entregas es que aquí, los sometidos a las pruebas, en vez de ser los protagonistas, están básicamente puestos ahí para morir de la forma más horrible y retorcida posible.

Ese es otro de los puntos que se le echa en cara a "Saw III": en esta ocasión, las trampas parecen más sujetas a la aleatoriedad que nunca, y la forma en la que suceden los acontecimientos debería ser impredecible incluso para un suprahumano como Puzzle. Sin duda, para los diseños de sus trampas no debió contar con Windows XP.

Lo que sí se presupone a Puzzle es que tiene la colección completa de "Bricomanía", así como la de "En Buenas Manos", que presentaba hace años Bartolomé Beltran, a juzgar por la cantidad de artefactos y diseños pensados para causar una muerte repelente y dolorosa. La secuencia final, con esos interminables monólogos de Puzzle, los continuos flashbacks, y la cantidad de información que se vierte en esos momentos, resulta tan larga que pierde toda su tensión, y cuando se resuelve, uno tiene que encogerse de hombros y poner cara de "¿todo este rollo para esto?".

Las actuaciones están al nivel esperable para una película de estas características: me imagino que debe ser difícil prepararse para interpretar a alguien que le destrozan la caja torácica o le rompen todas las articulaciones, más allá de gritar y abrir mucho los ojos. Con todo, lo peor de la peli es sin duda su director, con esos montajes frenéticos que intentan transmitir la sensación de tensión de las víctimas de Puzzle.

Para otra vez (que, si nadie lo remedia, la habrá) que Puzzle no se gaste su jornal en la ferretería: si de verdad quiere torturar a la gente, que les ponga sus pelis en vídeo. Más limpio y más doloroso.
Loberto
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4
18 de septiembre de 2006
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego, esto no es una adaptación hecha por Uwe Boll, que quede claro. Por eso encontramos actores de renombre, un diseño de producción sensacional (sin duda, lo mejor de la película), y ciertas escenas de mérito. Lástima que adolezca de un guión algo más consistente, y de algo más de pulso desarrollando la trama.

Justo es decir que la cosa arranca de una manera un tanto extraña: la pequeña Sharon es sonámbula, y cuando está sumida en sus pesadillas, no deja de repetir el nombre de Silent Hill. Su madre Rose (Radha Mitchell) no ve mejor solución que llevarla a ese sitio tenebroso y abandonado, aún no sabemos con qué fin, ante la estupefacción de su marido (Sean Bean). La historia se divide en dos tramas: una en la que Rose busca a su hija, desaparecida en Silent Hill; y otra en la que Sean Bean se afana en encontrarlas a ambas.

La verdad es que la parte de Sean Bean parece metida con calzador, para darle a la cosa un poco más de enjundia, e ir desgranando datos acerca del pasado trágico del lugar, pero lo más que consigue es interrumpir el ritmo del film, que por lado, tampoco era frenético. Como al final nos darán explicaciones con todo lujo de detalles sobre lo que está pasando, pues no es mal momento para ir al baño o comprobar que el móvil está apagado.

Los que hayan jugado a los videojuegos, reconocerán a las enfermeras, a los seres sin brazos o a la Pirámide y su enorme espada. También es posible que disfruten con alguna toma calcada al original, pero poco más hay en la parte positiva, aparte del ya mencionado diseño de producción, auténtico punto fuerte del film.

Ya hacia el final los acontecimientos se precipitan indiscriminadamente, y el ambiente sutil de terror que Gans intentaba construir al principio da paso a la casquería fácil, sin escatimar en sangre y visceras, pero en el fondo, uno casi agradece que pase algo, aunque sea para desperezarse antes de salir del cine, y volver a desear que de una vez por todas alguien consiga darse cuenta de que el cine y los videojuegos no comparten suficientes elementos para que baste con trasladar escenas de uno a otro indiscriminadamente.
Loberto
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2
16 de octubre de 2006
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien debería poner freno a esta extraña moda de intentar que las pelis sean cada vez más parecidas a un videojuego. Sobre todo, porque la diversión de los videojuegos radica en que tú decides el destino del protagonista, lo cual te da una libertad que no te encuentras delante de la pantalla del cine.

"Crank" es un pretexto para que Jason Statham, esta vez bajo el nombre de Chev Chelios (que ya tiene delito, no me digan) haga lo que mejor se le da: fruncir el ceño y repartir palos. La excusa, esta vez, es que le han envenenado con una sustancia que le matará en escaso tiempo a no ser que mantenga sus niveles de adrenalina altos. Si eso ya les parece increíble, aún es más que durante los (escasos) ratos de pausa que ofrece el dúo de directores Neveldine/Taylor incluso se molesten en esbozar una explicación científica.

En fin, que lo importante del cuento es que Chelios ha de mantener sus niveles de adrenalina altos, para lo cual se liará a mamporros con casi todo el mundo, beberá Red Bull hasta límites nocivos, ingerirá/esnifará/se inyectará todo tipo de drogas, e incluso practicará sexo, que sólo puedo describir suavemente como "grotesco".

Como no podría ser menos, la dirección está a la altura, y hace que Tony Scott parezca Kurosawa: deformación de la imagen, planos subjetivos, cámara al hombro, montaje desenfrenado... todo es poco para que el pobre espectador se acabe preguntando si también su Coca-Cola estaría envenadada.

Con todo, la cosa se mantiene bien aproximadamente hasta que aparece la novia de Chelios en pantalla, Eve (Amy Smart), que, aunque el guión no lo expresa explícitamente, debe padecer cierto retraso mental serio. Aparte de tener sexo con Statham (en el que se incluye sodomía y felación), su personaje se limita a parecer lo más idiota posible. Y aún así, es el único personaje femenino que no está en bikini todo el rato.

En el momento en que desaparece, la peli vuelve a intentar remontar el vuelo (nunca mejor dicho), pero yo ya no la vi con el mismo interés que el resto, quizás porque los efectos de la adrenalina ya se me habían disipado.
Loberto
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