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Colombia Colombia · Bucaramanga
Críticas de Andres Botero
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Críticas 324
Críticas ordenadas por utilidad
7
6 de abril de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Kóblic” (Argentina, 2016), dirigida y coescrita por Sebastián Borensztein (su última película fue “Un cuento chino”, 2011). Está protagonizada por Ricardo Darín (quien ya actuó en el 2011 con este director), Óscar Martínez e Inma Cuesta, entre otros. Se trata de un drama, en el esquema del Western, en torno a un capitán de la aviación naval argentina, Tomás Kóblic (Ricardo Darín), en los tortuosos años de la dictadura militar argentina. Tomás deserta al estar inconforme con las órdenes recibidas, y se refugia en el aeródromo de un amigo, encontrado allí el amor y la amistad, pero debe enfrentar a un policía corrupto y a los militares que lo buscan. ¿Qué puede decirse de la cinta? Antes que nada, que hay un drama, una historia de fondo tremenda. La “idea original” es brillante; otra cosa es que el desenlace se quede algo corto. Al momento de sacar de la “idea” un “guion” es que aparecen ciertos elementos acartonados y predecibles. Creo que al guion le faltó algo más de creatividad. Pero no digo que esté mal. Salvo el final, que no es convincente en modo alguno, el guion es efectivo ante el espectador. Simplemente digo que pudo estar de mejor nivel si se compara con la idea original de los escritores. Otro aspecto, es que Ricardo Darín es todo un monstruo (en un sentido positivo) del cine, pero con esta película observo que este actor, de talla mayor, se interpreta a sí mismo. En las películas que le he visto, sus acciones son similares. Es como si se interpretara a sí mismo ¿Será un problema de versatilidad? En fin, ya pasando a aspectos más de contenido, por decirlo de alguna manera, la película, siguiendo el esquema básico del Western (buenos contra malos en la tierra de nadie), trae de fondo un drama conocido (la represión de la dictadura argentina) pero encarnado ya no en una víctima sino en uno de los militares victimarios. Nos invita a reflexionar sobre los problemas éticos al interior de las instituciones de obediencia premoderna (siguiendo las ideas de Foucault) como el ejército y la iglesia. En estas instituciones, que forman a sus miembros más en la adscripción al colectivo que al individualismo, ser más de la organización que propios, los debates éticos ante las órdenes inmorales se tornan más difíciles de afrontar pues no es sólo rechazar la orden del superior, es negar la adscripción al “cuerpo” que fue previamente idolatrado. No es enfrentarse al jefe, es enfrentarse a la organización misma. De esta manera, en este tipo de “cuerpos colectivos”, es perfectamente posible encontrar individuos con pautas muy claras en una línea, pero una vez son integrados, una vez actúan corporativamente, pasan a marchar bajos otras pautas, a veces contradictorias para un agente externo, pero no para los propios miembros de la institución. Reconociendo esto, es que aparece la heroicidad de Tomás, quien pervierte su formación institucional al darse cuenta de la contradicción: “yo también tengo límites”, dijo en un momento de la película. Pero, si hubiese sido otro el final, habría quedado más claro aún entender este drama como una tragedia en el mejor sentido de Sófocles. El balance final es bueno, a pesar de todo. La recomiendo. 2017-04-06.
Andres Botero
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3
12 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Beyond Valkyrie: Dawn of the 4th Reich” (“Valkiria: el amanecer el cuarto Reich”, USA, 2016), dirigida por Claudio Fäh (un director con cintas en la línea del mercado fácil) y con un endeble guion escrito por Robert Henny, Chad Law y Don Michael Paul. El reparto está basado en actores medio desconocidos acompañados –en apariciones esporádicas- de dos actores más reconocidos en roles militares. La trama es tan absurda como ridícula: Durante la famosa operación Valkiria organizada para asesinar a Hitler (de la que todo el mundo sabía), un comando aliado es enviado tras líneas enemigas para “traer con vida” a Inglaterra a un oficial alemán (implicado en dicha operación Valkiria) pues tenía los secretos que permitirían a los aliados controlar la situación una vez finalizase la guerra. Dicho comando se encuentra con otro grupo de fuerzas especiales de origen ruso y deciden trabajar juntos para evitar que altos jerarcas nazis emigrasen a Argentina a organizar el cuarto Reich (me ahorro los detalles de las decenas de inexactitudes de la narración). Ahora bien, este filme, busca atraer a un público deseoso de acción, con buenos efectos especiales, desconocedores –incluso de las líneas generales- de lo que pasó en la segunda guerra mundial, y que sólo desean pasar un rato (tal vez ni siquiera bueno) en un cine. Es por ello que sigue el derrotero básico: i) los héroes son un pequeño grupo de hombres rudos, atractivos, con una mujer guapa que se enamora de uno de ellos, que arrasan con todo lo que encuentran a su lado; ii) los enemigos son puestos como brutos a la vez que sanguinarios, presas fáciles de los buenos muchachos que siempre tienen la suerte de su lado (por ejemplo, tienen la suerte de contar con pertrechos ilimitados y la habilidad de acabar con decenas de enemigos con un par de pasadas de sus ametralladoras); iii) poco importa que la historia concuerde con lo que efectivamente sucedió, basta con dar alguna que otra referencia al contexto para que el espectador se lleve una imagen de verosimilitud; y, iv) mezclar alguna idea patriotera con otra romántica en el contexto de una guerra santa. Sin embargo, aclaro, que mi problema no es con el género acción, sino con el formato comercial ultra light que se imprime al mostrar al enemigo como imbécil y la guerra como un motor santificador de un patriotismo fácil. Muy lejos está, pues, de sentar bases para una reflexión crítica de la guerra que sí aportan otras cintas del género bélico. Igualmente, aclaro que mi problema es con el guion y la producción, y en este sentido tendría que decir que las escenas están bien rodadas y que la dirección artística, salvo las fingidas y atroces sobreactuaciones que impone este tipo de cine, es correcta. Tal vez, lo único rescatable para una buena conversación, es que hace un elogio, aunque tímido, a la colaboración entre estadounidenses, británicos, “buenos alemanes” y rusos, con miras a la destrucción del mal total, lo que plantea una buena excusa para preguntarse por qué no se produce una alianza así para enfrentar los males contemporáneos. No les preguntaría a los productores del filme, pues temo lo que podrían responder. En conclusión, es una obra llena de clichés y superficial, con unas buenas escenas de acción, que entretiene siempre y cuando el espectador no conozca mayor cosa del contexto de la segunda guerra mundial, no tenga nociones claras de cómo se combatía en aquella época y no se acerque con pensamiento crítico ante los metarrelatos que aquí son confirmados como si fuesen verdades evidentes. 11-01-1975.
Andres Botero
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6
26 de septiembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “1001 Gram” (Noruega, 2014) dirigida y escrita por Bent Hamer (hombre de pocas películas, pero con un éxito detrás: “Historias del cocina” (2003)). El filme está catalogado como drama aunque la verdad es una cinta de autor algo difícil de clasificar. Se trata de una científica noruega que es encargada de llevar a Paris el peso de kilo referencia de Noruega, justo cuando su vida se cae a pedazos; pero es allí, en París, donde todo parece que se reencauza con un nuevo amor. Ahora bien, el filme es curioso como aburridor, pero lo último cede ante lo primero, en la medida que lo innovador da pie a que el espectador se entretenga hilvanando lo que se presenta, aparentemente, de forma superficial. Es una cinta perfeccionista en los elementos estéticos (buena metáfora con la precisión exigida en el trabajo de la protagonista: la exactitud del peso), por lo que no hay reparo alguno con estos asuntos. Mi problema es con la narración, que invita a buenas reflexiones y meditaciones, pero se hace de una forma tan lenta y aparentemente ligera, que si no se despabila el espectador en un par de escenas, terminará por ceder a su impulso de tomar el control del televisor. Sin embargo, me llené de disciplina y la terminé y, al meditarla, caí en cuenta de ciertos aspectos muy interesantes. El primero es que el director-guionista no puede dejar de ver su trabajo como una precisión de medición de pesos, esto es, la perfección en la medida de las cosas. El segundo, es que la protagonista, una mujer medida, como debe ser atendiendo su trabajo, observa cómo el mundo se le desmorona en todo sentido. Otra persona habría colapsado, sin embargo ella se mantiene, en la superficie, medida, exacta. Cuando ya todo parece estallar poniendo en riesgo incluso el peso de referencia del kilo de Noruega, la joya de su país, todo empieza a aclararse en un nuevo amor. Tercero, una frase continua de la película que recoge una gran sabiduría en sí misma: “la carga más pesada, al final, es no tener nada que llevar”. La vida, sin dificultades, sería el infierno, cosa que me recuerda al filósofo colombiano Estanislao Zuleta, con su buen texto, “El elogio de la dificultad”. Llevar el peso de referencia noruego a otro país constituye la metáfora de lo que significa cargar el peso de los problemas de la vida. Cuarto, que es un filme que respeta la pluralidad de idiomas de la cultura europea: un director gringo haría que todos hablasen inglés. Finalmente, el título: en la cinta se menciona el peso del alma (21 gramos) y el cuerpo cremado del padre pesó 1022 gramos, pero cuando ella se despide, la balanza se autocorrige en 1001. En conclusión, no es un filme para cualquiera, pero quien se decida a verla tendrá una excelente excusa para pensarse. 26-09-2016.
Andres Botero
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7
12 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “La Gringa” (Perú, 1991) dirigida por Alberto Durant (esta es la primera película que yo le veo) y con guion escrito por el propio Alberto Durant, José María Salcedo y José Watanabe, adaptación de las historias de un preso peruano en épocas de la lucha contra la guerrilla comunista de Sendero Luminoso. El filme se convirtió en un ícono del desarrollo fílmico peruano y, como tal, tiene los defectos fundamentalmente técnicos de que adolecen las cintas latinoamericanas hasta hace muy poco: manejo rudimentario de cámara, actores secundarios sobreactuados, sonido poco aprehensible además de lo incómodo de las grabaciones de estudio superpuestas a las escenas, etc. Sin embargo, a pesar de las clarísimas falencias técnicas, que generalmente se achacan a problemas de producción y financiamiento, la historia en sí me agradó, me atrapó. Claro está que hay momentos de desenlace realmente inverosímiles (solo doy uno: en plena operación contrainsurgente en una cárcel, el profesor está oyendo música clásica en su celda mientras está rodeado de explosiones y balas). Pero la historia es muy atractiva y me entretuvo: la vida de un hombre que escapa continuamente de prisión (apodado La Gringa, interpretado por Germán González: aplausos) con tal de volver a ver a su novia (Elsa Olivero), pero que debe saldar una deuda de honor con otro prisionero, un profesor universitario al que le debe la vida, quien quedó en la cárcel esperando una improbable amnistía a los prisioneros políticos. Este filme sirve para la reflexión sobre los angustiosos años 80 peruanos (que no pude dejar de relacionar con “Viaje a Tombuctú”, 2013, de Rossana Díaz), a la vez que permite meditar sobre el peligro que representa tanto la radicalidad del discurso político (que una vez radical ya deja de preocuparse por lo humano), como la supremacía del amor (ideal o real) en los momentos de angustia del hombre. El discurso del amor sirve de tabla de salvación para quien de otra manera caería en la guerra o en la locura (o en ambas, pues no son excluyentes). Claro está que el filme se cuida de hacer crítica social explícita, pero no por ello el espectador no deja de sentirse incitado a juzgar el contexto de conflictos armados como los que ha vivido Perú y Colombia, lo que se convierte en un plus de cómo reflejar en el cine lo que se siente políticamente. En este sentido, se explica por qué el carácter de hito de esta obra en la cinematografía peruana: es un culto a la rememoración que requiere la generación que vivió esos turbulentos años en la que las personas quedaban contra la espada y la pared. Sin recordar se corre el riesgo de repetir. La recomiendo: 12-07-2016.
Andres Botero
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8
26 de abril de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Macbeth” (RU, 2015) dirigida por Justin Kurzel (quien no cuenta con muchas producciones pero quien hace bien su trabajo), que es una adaptación fidedigna a la grandiosa obra de William Shakespeare. El elenco es de primera, empezando por Michael Fassbender y Marion Cotillard, entre otros. Se trata de la historia de un noble guerrero que, incitado por un vaticinio, asesina al rey para usurpar su puesto. Ahora bien, hacer un filme sobre una de las tragedias más vistas y analizadas del siglo de oro inglés, incluso sobre una tragedia que ha sido llevada al cine varias veces y por directores míticos (Kurosawa, Welles y Polanski, entre otros) es un reto al que no cualquiera se le mediría. Justo por su valentía el director ya merece un aplauso. Pero las felicitaciones van más allá: la obra es muy buena. La fotografía (mérito de Adam Arkapaw), las actuaciones (brillante Fassbender), el vestuario y las locaciones, son maravillosas. Y si se suma a esto una trama grandiosa como la que hizo Shakespeare, da como resultado toda una gran película. Pero aquí justo es que aparecen las comparaciones y esta cinta (que se ha ganado con méritos propios nominaciones en los mejores festivales del mundo: Cannes, Sitges, Goya, Satellite Awards, etc.) ha provocado encendidos debates entre los críticos cuando se trata de decir cuál ha sido la mejor representación de dicha tragedia en el Séptimo Arte. A mi modo de ver, por las representaciones bélicas y por el juego de sombras en todo momento, este filme está concursando para igualar la versión de los grandes. Pero me sigo preguntando: ¿Es la mejor? No lo sé. Creo, pues, que el director se anotó un gol con un filme que bien deja incólume la grandeza de Shakespeare que, por demás, da lugar a importantes páginas en la filosofía moderna (por esta tragedia han desfilado casi todos los filósofos, intentando dar con el quid dramático de la misma y para explicarnos por qué es un clásico de todos los tiempos). Así las cosas, tanto para el filósofo analítico, que desea confrontarse de nuevo con una de las mejores obras literarias del mundo, así como para el cinéfilo, es una buena obra más que recomendada. 26-04-2016.
Andres Botero
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