Enfrentarse a Babadook es enfrentarse a hora y media de auténtico buen gusto por el cine en general, y con el cine de terror en particular. La ópera prima de Jenniger Kent entra por derecho propio dentro de las mejores cinta de terror de la historia, dando una vuelta de tuerca que nos devuelve a los orígenes de los terrores infantiles: el hombre del saco ha vuelto.

En numerosas ocasiones nos cebamos en la falta de originalidad de una historia para justificar la mediocridad de una película, con el apéndice de no aporta nada nuevo al género. En numerosas ocasiones he comentado que la originalidad no es un factor insuperable a la hora de hacer una historia de terror antológica.

¿Cómo se consigue crear una película sobresaliente a partir de una idea tan trillada? Pues con calidad. Calidad en todos y cada uno de los aspectos que definen la cinta.

En primer lugar cabe destacar la interpretación. Los dos protagonistas, en los que recae totalmente el peso del film, son sencillamente espectaculares. Essie Davis encarna a la perfección a la madre superada por la circunstancias, incapaz de cuidar de ella misma y por ende de su hijo. Noah Wiseman, el niño, es de Oscar. Brutal, descarnado, empático, capaz de arrastrarte a su locura con un rudo grito.

A la gran interpretación se le une un guión sin fisuras, simple pero bien estructurado, al que los actores saben darle vida y que gana intensidad a medida que avanza la película sin ninguna necesidad de grandes despliegues técnicos en los que apoyarse.

La ambientación es otro de sus puntos fuertes. Jennifer Kent logra recrear la atmósfera decadente y autodestructiva que envuelve y devora a Amelia con maestría. Desde el trabajo en el geriátrico a la cada vez más complicada relación con el mundo que la rodea es el alimento perfecto del monstruo, que crece en cada secuencia.

Otro de los puntos mágicos de la obra es Babadook en sí mismo. Surgido de las extrañas páginas de un libro que sería un bestseller si se publicara (en su web aseguran haber vendido 6200 copias del libro y que desafortunadamente no se pueden encargar más). He leído críticas sobre el aspecto de babadook que no puedo llegar a entender. Es un ser al que da forma la mente de un niño de siete años, por tanto así se representa. Nada de recreaciones borrosas por ordenador ni complicados seres retorciéndose por el techo... no. Un simple dibujo con garras y dientes que vive en las sombras, un terror primitivo e infantil, el primer monstruo al que todos tememos.

Por poner algún pero, es cierto que la cinta podría haber sido mucho más macabra y sangrienta, pero su directora prefiere centrarse en el aspecto inhumano que devora la vida de sus protagonistas por igual. ¿Falta de agallas? ¿Edulcorar para abarcar un público más amplio? ¿Exigencias de la productora?... ¡Ni lo sé, ni me importa! Me quedo con que Babadook es una de las películas más hermosas y terroríficas que he visto en mucho tiempo.

Una gozada para el espectador y justa ganadora del premio del jurado en Sitges 2014.

Rul T.
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Gracias a The Conjuring y Insidious, el género de casas encantadas ha resurgido con un nuevo aliento, gracias a un buen hacer que ha dejado un buen sabor en los espectadores, no tanto por la inclusión de nuevas ideas (cosa cada vez más difícil), pero sí por su buena factura técnica y guiones interesantes. Oculus es una nueva prueba de ésta buena salud.

De nuevo nos alejamos del terror simplón del grito/golpe en el momento de máxima tensión, para adentrarnos en un horror más interior y pausado, causado por sutiles escenas que dejan una fuerte impresión más que un sobresalto; para muestra una manzana. Es algo muy de agradecer en este tipo de películas, acostumbradas a abusar del grito-imagen por sorpresa.

Otro de los grandes aciertos de la cinta es la explicación en paralelo de los acontecimientos sucedidos en el pasado y el consecuente presente, en escenas que siguen prácticamente la misma línea argumental, pero saltando en el tiempo constantemente. Hay quien considera este recurso un tanto confuso, pero a mi es algo que me gusta mucho, pues vamos descubriendo los hechos a la par, obteniendo una doble satisfacción.

A nivel de actuación, cabe destacar a Annalise Basso, joven actriz de 15 años de edad que ha participado en varias películas y en episodios de series de TV, incluída una aparición en True Blood. Lo cierto es que borda el personaje de Kaylie niña. El resto de actuaciones no pasarán a la historia por su brillantez, especialmente la de Brenton Thwaites, bastante inexpresivo durante toda la acción.

Debido a su pausada concepción, no precisa de un gran despligue técnico, pero cumple en todos los niveles a un nivel más que satisfactorio, causando una buena impresión a todos los niveles sin destacar en ninguno.

Pese a la poca originalidad de la trama, la coherencia y corrección del guión hace que sea una propuesta bien estructurada, interesante para el espectador y que gana mucho con la doble acción en el tiempo.

Si te gustaron las películas citadas al principio del post, disfrutarás de Oulus. Si por el contrario te parecieron más de lo mismo, aquí tienes otra taza más. Yo la disfruté bastante.

Rul T.
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Es una gozada toparte con este tipo de películas, de las que no esperas gran cosa y que acaban convirtiéndose en una grata diversión que te deja un buen sabor de boca.

Partimos de una escasa por no decir nula originalidad en todo su planteamiento, desde el inicio en el que se nos presenta a los personajes y donde empezamos a empatizar (o no) con su carácter y su situación personal. Nada fuera de lo común: botellón, cachondeo, el desnudo de rigor y todo lo ya visto mil veces para introducirnos en la boca del lobo, esta vez en forma de cueva que dará paso a un claustrofóbico relato de supervivencia y angustia.

Si bien la excusa para entrar en la cueva flojea (no son tan jóvenes ni locos como para no entrever las consecuencias de esta acción), a partir de ese momento la cinta crea una opresiva atmósfera que se contagia al espectador y que mantiene el interés y la tensión en todo momento.

Alfredo Montero logra, con un elenco de actores poco conocidos y sin muchas tablas (en general) a sus espaldas, hilvanar una historia convincente de deterioro del ser humano expuesto a una situación límite. En este punto, el director no acaba de conseguir de buena manera manifestar el paso del tiempo en el interior de la cueva: el cansancio, la sed, el hambre o el frío, vienen y van un poco a su ritmo, intermitente.

Llegamos al punto necesario donde la brutalidad y el instinto se imponen para seguir adelante a cualquier precio; el momento culminante donde se activa el mecanismo que hace que todo estalle y verdadero punto sin retorno. Para entonces ya hemos disfrutado del ambiente cargante y malsano que se va generando escena a escena.

A nivel técnico tampoco hay mucho que objetar. Siendo un espacio complejo para rodar, la cinta goza de una buena fotografía y el movimiento de cámara es más que correcto para las circunstancia, acostumbrados como estamos a mareantes e interminables escenas cámara en mano con poca luz y menos luces.

Por poner un pero, quizás es final no sea ni el más consecuente ni el más apropiado para el desarrollo de la cinta; y a muchos nos hubiera gustado otro desenlace más acorde con la tensión acumulada hasta el momento. Da la sensación como que el propio director se hubiese sentido «obligado» a cerrar así la historia, restando un notable plus de credibilidad y crudeza al resultado final.

No obstante, hay que felicitar a su director y a la productora por diversificar en el cine nacional y aplicar a propuestas de este género, logrando un producto notable.

Rul T.
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Si Piraña 3D fue una grata sorpresa al fabricar un buen cóctel de humor negro, serie B, cameos interesantes y despelote femenino que nos dejó un buen sabor de boca, su secuela es una de las peores que nos podemos encontrar en la historia reciente del cine.
Partiendo de la base que si algo ha funcionado, seguirá funcionando, los responsables de Piraña 3DD exageran aquellas partes de la primera entrega que son decididamente fáciles de superar, es decir más tetas y más grandes y sangre por un tubo, dejando de lado lo que realmente hacía funcionar la película; un guión más que aceptable y unas notables dosis de humor negro.

Es seguro que una familia americana jamás llevaría a sus hijos a un parque acuático, donde el la piscina de al lado hay un montón de tías en pelotas para saciar a los papis salidos. El guión continúa con una serie de errores garrafales (como coger el agua directamente del lago para las piscinas) que restan cualquier ápice de credibilidad a la cinta.

Nos aferramos entonces a que por lo menos mantenga el tipo en cuanto al humor negro, los pequeños homenajes al género y los cameos que tanto gustaron. Todo ello se ve reducido a unos pocos gags con algo de ingenio en un sinfín de situaciones burdas y sin gracia, cuyo único momento salvable es la aparición de David Hasselhoff, que parece que se haya bebido el tanque de cloro de la piscina antes de actuar, pero que como parodia fracasada de sí mismo funciona.

Intentar basar la fuerza de la película en tetas, tetas y más tetas, sin un cierto argumento que resulte medianamente interesante, es hoy en día un sinsentido que condena al descalabro. Lo peor de todo es, viendo como acaba Piraña 3DD, es que la futurible tercera entrega ya no presenta ninguna credibilidad en cuanto a su calidad.

Rul T.
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Entretenido survival que nos introduce de lleno en la pesadilla que vivirá la pobre Justine (Haley Bennett) que será perseguida sin piedad alguna por la crepuscular Ashley Greene hasta que surja la palabra fin en la pantalla.

La película es totalmente previsible y falta de originalidad, y la única cosa que nos queda es esperar a ver como logra zafarse de la siguiente encerrona nuestra bella protagonista. Oliver Blackburn hace un buen trabajo como director, incluyendo en la cinta las dosis necesarias de terror psicológico en un ambiente muy propicio como es el edificio casi vació de un campus universitario. El resultado es suficiente, aunque no notable.

Al no haber ningún factor sorpresa sobre quién y por qué Justine tiene que pasar su día de Acción de Gracias huyendo de una panda de colgados, Oliver basa su única baza en lograr mantener un nivel de tensión que no aburra en ningún momento, cosa que sí que consigue.

Carreras, escapadas e ideas más o menos brillante para salir airosa de las mil y una situaciones en que la protagonista se ve involucrada. A nivel interpretativo resulta más que convincente, y a nivel técnico se abusa en ocasiones del golpe de música/susto (previsible) y en las posibilidades de la localización.

Al final la película logra mantenerte atento a la pantalla, aunque alejado de una tensión que logre dejar huella, por lo que tras el visionado te quedas un poco igual. Vale, he pasado un rato divertido, pero ya está.