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Críticas de Lucas Liz
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Críticas 132
Críticas ordenadas por utilidad
3
23 de octubre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmersos todavía (y lo que nos queda) en plena crisis financiera mundial, durante los últimos meses no dejan de aparecer películas que tratan el tema y a las que nos hemos podido acercar en los últimos tiempos. Estamos hablando de títulos como Inside Job, Margin Call, Arbitrage e incluso el injustificable ejercicio de David Cronenberg, Cosmopolis. Todos ellos abordan el mundo de las frías cifras y de las asentimentales finanzas, poniendo de manifiesto sus podridas entrañas y su viciado hedor a codicia, ambición y feroz competencia. En esta línea transcurre también la última película de Costa-Gavras, cuyo título ya nos va introduciendo en la temática a tratar: El Capital. Capitalismo, puro y duro.
Pese a que la temática nos atraía considerablemente y teníamos ganas de visionar la aproximación del director francés, ha resultado ser un producto más que predecible desde el principio, casi diríamos que desde su concepción, tratando de acercarnos a la realidad de las altas esferas económicas y financieras con excesivas pretensiones didácticas, resultando ser poco creíble y un tanto burda.
No dudamos de la sinceridad inicial del guión, y de la dirección, que busca el cinismo como vehículo para empatizar con el espectador, tratando de darle aún más la razón sobre las causas y los porqués de la actual situación económica mundial. Recurso fácil que hurga en la herida, buscando el enfado cómplice y un exorcismo de rabia. Pese a conseguirlo inicialmente, lo que te introduce de lleno en la cinta, acaba por resultar muy poco creíble, exagerada y alejada de la sofisticación buscada. Hace realidad la castiza expresión "del querer y no poder".
Uno de los aspectos más cuestionados, desde esta humilde tribuna, es la descripción realizada del protagonista, queriéndola exagerar en exceso para hacer más plausible la denuncia objetivo. A mitad de película comienzas a alejarte cada vez más y más para no re-engancharte de nuevo, perdiendo toda preocupación e inquietud sobre lo que se nos está mostrando, lo que es un síntoma poco alentador y terriblemente nefasto para las pretensiones de cualquier divertimento o denuncia.
Nos ha defraudado completamente y para nada la podemos recomendar. Pasará por nuestras retinas sin dejar poso alguno en nuestra corta memoria. Totalmente prescindible.
Lucas Liz
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4
8 de noviembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpático cartel repleto de sonrisas, lo que a priori puede hacer pensar en alegría, felicidad, complicidad e incluso comedia. No obstante, el comienzo de la cinta es pausado y lento, lo que no hace presagiar unos minutos entretenidos de cine, pese a los intentos de la vecina “loca”, que parece empeñada en sacarnos una sonrisa, aunque sea soltando barbaridades por su boca.
Todo nos va conduciendo hacia el más profundo aburrimiento. Pero entonces, aparece el personaje de Sam Rockwell llenando la pantalla y acertando en todos sus diálogos y en todos sus gestos; magnífico. Él sólo es capaz de levantar la película y enganchar al público, que hasta ese momento todavía se encuentra preguntando el porqué de la elección cinematográfica. Esta aparición consigue desviarte de la problemática familiar y del tono bajo de la cinta, para involucrarte y centrarte únicamente en sus apariciones, revelándose como el completo protagonista (en alma) de la película. Ese cuarentón excéntrico y alocado que dirige un parque acuático desde la no dirección y se convierte en amigo a la vez que en educador. Una figura paterna que el joven necesita y busca, pero que por desgracia no tiene, ni en su padre ni en su padrastro. Éste último más que ayudarle, por momentos le hunde. Curioso es que la figura de Owen se convierta en educador “responsable” desde la más completa irresponsabilidad; aunque suene paradójico, con su inmadurez aporta las dosis de vitalidad y madurez que el adolescente necesitaba.
En cuanto a Sam Rockwell, sin duda lo único notable de la cinta, sólo podemos decir que si otras veces ha sido criticado desde este espacio, en esta ocasión da forma a una completa interpretación llena de gestos, diálogo, risas, gestos, ironías, etc. Simplemente sobresaliente, Sam. Si tantas veces te hemos "apaleado", hoy sólo podemos quitarnos el sombrero ante ti; nos alegraste la tarde, nos alegraste la semana, nos alegraste el mes, sacándonos ese millar de inocentes sonrisas. Gracias.
No obstante, no perdamos el norte ni nos dejemos nublar por el único mérito del film, al que le acabamos de dedicar un ya excesivo número de palabras. Sin ese papel y sin esa interpretación, la cinta sería vulgar, tediosa y monótona, cual serial dramático de la más aburrida de las sobremesas; sin frescura alguna y excesivamente familiar. Aburrida, típica y "plana". Encasillada y tan encerrada en los tópicos, salvo el final, que llega a asfixiar en su decadencia.
Sin abrumarles con más vocablos y vacías oraciones subordinadas, nos despedimos diciéndoles que en el cine la pueden evitar, y como siempre decimos, déjenla para el salón de casa, que un hueco siempre lo puede rellenar. La nota se la lleva única y exclusivamente por un genial Sam Rockwell, al que desde aquí le volvemos a dar las gracias. El resto de la cinta es pobre.
Lucas Liz
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4
23 de octubre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, les hacemos llegar nuestra reflexión en voz alta sobre la necesidad o no de esta nueva vuelta de tuerca a las aventuras del superhéroe. Todo parece apuntar a que responde a la falta de buenas historias y guiones en Hollywood, ante lo cual acaban recurriendo a las historias de siempre, siempre exitosas. Si además de eso, el mando del barco se pone en las manos de dos ilustres señores de la dirección que agolpan espectadores a las puertas de sus últimos estrenos, parece que la fórmula "taquillazo" será la resultante, por mucho que no se nos presente novedad alguna.
En general, la película nos sorprende por su tono serio y por la frialdad del mismo acero que parece darle estructura al bueno de Clark Kent (en esta ocasión, parece que además de ser bueno, lo está). En ese aspecto, y sentados en nuestra butaca, parece que también nos quedamos un poco destemplados y que nos cuesta meternos en la cinta. Nada acompaña para que lo consigamos, salvo la banda sonora de nuestro aclamado Hans Zimmer, que si bien siempre nos seduce, en esta ocasión tampoco podemos elevar su obra a la grandeza de alguno de sus anteriores trabajos. Recuerda en exceso a las compuestas para la saga del señor oscuro, con alguno de los tintes efectistas de Inception, pero sin llegar a su nivel ni emoción.
A ese distanciamiento inicial y mantenido durante todo el metraje con el que podemos definir nuestra relación con la película, contribuyen demasiados elementos: un relato inicial demasiado extenso y sobrecargo en Kripton (cual descripción excesiva del Asgard de Thor, pero sin su brillo ni esplendor), una relación entre Superman y la señorita Lane sin nada de química, la poca entrega e insistencia de la propia periodista, un Superman que apenas transmite sensaciones (por muy material conductor que sea el "acero del que está hecho este super-hombre"), una excesiva duración a nuestro gusto, unas escenas de lucha sobre-dimensionadas y catastróficas al más puro estilo Dragon Ball o Matrix (señores reventando edificios al impactar su espalda con ellos, desplazamientos y vuelos exagerados),... y así podríamos completar líneas y líneas; cosa que tampoco les aportaría mucho más y, por tanto, nos ahorraremos, por su bien y por el nuestro. Se convierte en una película sin alma, sin ningún dramatismo ni carga emocional.
El establecer paralelismos con el Batman de Nolan es inevitable, tanto en las formas como en el fondo del propio personaje, a lo que no ayuda, como ya hemos comentado, que nuestro admirado Zimmer le ponga las notas musicales.
Entre lo positivo destacaremos la imponente apariencia y presencia de Henry Cavill, del que podemos llegar a creer que sea un auténtico Superman. No obstante, completa una interpretación bastante fría y escasa de chispa y humor (matices que sí conseguía darle el señor Reeve mucho tiempo atrás). Al actor británico le acompañan un buen elenco de actores de peso en el firmamento del celuloide actual, pero de los que poco podemos destacar. Si acaso, alguna pincelada de Diane Lane como la madre adoptiva de Clark. Las interpretaciones de Russell Crowe y Kevin Costner apenas tienen minutos para ser valoradas, si bien su presencia es un buen reclamo y un aporte de experiencia. La señorita Amy Adams no ejecuta una de sus mejores interpretaciones y su química con el protagonista es escasa, por no decir nula.
Lucas Liz
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4
23 de octubre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vuelve Daniel Graig a enfundarse el traje del agente secreto británico más conocido de la historia, esta vez de la mano de Sam Mendes y acompañado de actores de renombre en la escena cinematográfica, como Ralph Fiennes, Javier Bardem, Albert Finney, Judi Dench (una vez más)..., como queriendo dar nuevo lustre y brillo al espía del MI6 creado por Ian Fleming y en el que tanto filón ha encontrado la industria del cine, quien lo explota y explota hasta la saciedad; mientras funcione en taquilla...
Desde nuestra humilde butaca contemplamos cada fotograma y se va formando en nuestra mente la idea de que se trata de un intento de reformulación del personaje desde los elementos típicos y característicos de toda la saga. Esa es, al menos, la idea que nos ronda en la cabeza, por muy contradicción que a priori pueda parecer.
Básicamente tiene todos los elementos que te esperas de este tipo de películas de acción, a la vez que se le trata de dar más calado a cada uno de los individuos que aparecen, aportándoles historia, trama y complejidad en ellos y por sí mismos. Un claro intento de darle una mayor dimensión que la mera superficie siempre mostrada. Eso es evidente, pero esa nueva aproximación se reformula con los mismos elementos, quizá algo matizados. Se nos presenta a un James Bond menos mujeriego de lo habitual, que presenta debilidades y flaquezas, y en cierto modo, alejado de esa supuesta idealidad que siempre se nos ha querido mostrar.
Este chico, Daniel Craig, nos convence como Bond. Tiene una presencia potente y feroz (mayor, aún si cabe, esta vez), sin perder la elegancia que todo agente 007 debe mantener. Junto a él, un buen puñado de actores con oficio y galones. Un Javier Bardem correcto tirando a bien (para nosotros no sobresaliente como mucha prensa española ha dado a entender; será que tira el producto patrio), pero muy afeado con la peluca rubia que no viene a cuento. Sólo justificable si se quiere seguir la senda de los villanos estrafalarios que han acompañado siempre a todo el universo "bondiano" desde sus orígenes. A Judi Dench se le dan más minutos que anteriores entregas, no obstante es parte fundamental de la trama, y aparece una grata sorpresa para este nuestro humilde espacio: la siempre agradecida sinceridad y simpleza de un Albert Finney que es capaz de "arrimarse" a cualquier papel, dándole credibilidad e importancia.
Pese a los intentos de dar brillo de nuevo a la saga y a los dólares invertidos en estrellas del firmamento del celuloide, a nuestro juicio cae en los mismos charcos de siempre: falta de credibilidad, villanos difíciles de concebir, grandilocuencia de guaridas del "malo-malísimo" (en este caso nos sobraba completamente), un super-Bond que se rehace de todo,..., bueno el mismo perro con distinto collar. ¿Entretenimiento? Sí, desde luego. Pero no le pidan nada más. Nosotros tampoco lo hicimos, la verdad.
Lucas Liz
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3
20 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El propio Jarecki es quién dirige un guión salido de su puño y letra para dar forma a lo que puede considerarse su ópera prima, después de culminar con relativo éxito otros guiones y alguna que otra incursión en el formato documental.
En la línea de recientes cintas como Margin Call, Le Capital o el documental Inside Job, Arbitrage vuelve a profundizar en el mundo de las finanzas y en los entresijos del capitalismo occidental, desmitificando un poco más a un Wall Street con la popularidad por los suelos. En este caso, la doble moral no sólo se plasma en el mundo profesional, también se acerca a la personalidad del individuo, encarnada por la de un protagonista que no dudará en guardar las apariencias mientras echa mano de todos sus recursos para mantener la mentira y salir indemne de sus múltiples problemas. La cinta se constituye así en un thriller mantenido por cierta tensión y suspense tratando de averiguar cómo el protagonista podrá librarse o no; ¿se mantendrá firme?¿se derrumbará? ¿tendrá una arrebato de honestidad y confesará? ¿seguirá velando por sus propios intereses? Estás cuestiones son las que te pueden mantener pegado a la pantalla esperando que el final algo se ilumine y se concrete. En caso contrario, el transcurrir es pesado y el camino se antoja largo.
Ante ese sendero de pesadez por el que parece que transcurrimos durante buena parte de la cinta, se presenta ante nosotros un aceptable Richard Gere retomando un papel de "seriedad y nivel" que, sin lograr asombrarnos, si que merece nuestra alabanza. No es sólo un reclamo para el espectador indeciso, a quien la presencia de Gere en el cartel puede convencer; ejecuta un buen ejercicio de interpretación, sin decaer en ningún momento. Bien es verdad, que le falta cierta energía en ciertas escenas, lo que le hubiese dado un toque más de realismo y convicción. Entendemos que se le quiera conferir esa imagen de frialdad, de tiburón implacable, pero en esa mezcla de frialdad profesional, templanza ante la adversidad y vigor coyuntural, no sale airoso con nota. Desde este espacio creemos que es un papel bien ejecutado y que rescata al señor Gere después de algunos productos de dudosa calidad....pero bueno, como decimos siempre; hay que trabajar para comer, y el señor don dinero justifica muchas cosas, aunque muchas veces no debiese.
Junto a Gere tenemos a tres mujeres ejecutando diversos roles. Uno. La impoluta apariencia de una esposa en el seno de un matrimonio de éxito que esconde las vergüenzas en el trastero de casa, pese a ser conocidas por ambos integrantes de la relación. Ejecutado por Susan Sarandon. Dos. La atractiva y atrayente joven artista (la elección de profesión es excesivamente tópica) que desata la pasión del maduro empresario, y a quién éste mantiene justo a la distancia entre la relación sexual y amorosa. Interpretado por Laetitia Casta. Y tres. El entusiasmo empresarial encarnado por una hija que comienza su carrera profesional con aspiraciones, pero romántica y alejada de los juegos sucios que imperan en el mundo de las finanzas; digamos que le falta "pulirse". Personaje que interpreta Brit Marling. Tres buenos complementos que ayudan a poner de manifiesto la doble moral no sólo del protagonista; también la de algún que otro personaje (y que no desvelaremos) quien no dudará en actuar en pro del beneficio propio, de los suyos o de lo que entiende por verdad, sin atender a lo que establecen las leyes o la justicia.
Pese a lo dicho, creemos que no estamos ante nada original y que se acerca mucho al terreno de lo comercial y de la fórmula práctica que trata de funcionar, lo que le resta inteligencia y frescura. A ello podemos añadir lo superfluo de alguno de los personajes que intervienen (no de los roles que hemos puesto de manifiesto anteriormente) y a los cuales todavía no encontramos justificación.
La cinta trata de provocar la sorpresa y el suspense como vehículo para enganchar al espectador, pero el ritmo y el convencionalismo la acercan más al producto televisivo (casi de serial) que a una película digna de la gran pantalla.
Lucas Liz
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