Desgarrador relato entorno a una chica que se ve inmersa en una espiral de desgracias que la irán hundiendo poco a poco. En ella, el director de Fucking Amal consigue transmitir al público el difícil sentimiento de la ternura en un ambiente gris, triste y desesperanzado. Lilya (excelente la actriz que le da vida) recorre su propio descenso a los infiernos dantianos con ingenuidad y complaciencia, sin intuir lo que el destino nos tiene reservado a cada uno. Un recorrido vital y angustioso que depara momentos de gran calado emocional, gracias a una dirección sobria y muy compacta.

No revelo nada del tema, pero, Lilya forever es, para mi, una de las películas que mejor ha sabido retratar a jóvenes en situaciones extremas, si necesidad de sensacionalismo o escándalos, simplemente con la pureza y verdad narrativa.

De un tiempo aquí son muchos los directores que han querido hacer una película de ruptura. Unos se han quedado en el anécdota, otros han hecho grandes cosas, muy cercanas en algunas ocasiones al clásico contemporáneo y la mayoría se han quedado en el intento.

Jacques Audiard gestó hace unos años una película "De battre mon coeur s'arreté", de visionado extraño pero con infinitos elementos para la reflexión y el regocijo visual. Sin embargo, no me llegó a entusiasmar, quizás por ser demasiado pretenciosa y lírica. Eso sí, me quedé con muchas ganas de ver la siguiente apuesta del director francés.

Un prophète es esa apuesta y mis expectativas se han colmado sobremanera. Despojado de esa artificiosidad intelectual que mermaba sus evidentes capacidades tras la cámara, Audiard construye un drama seco, impactante y conmovedor que indaga con una intensidad poco transitada en la actualidad en la psicología de dos personajes que transmiten verdad en todos y cada uno de sus gestos y, en el caso de Malick, escasas palabras. Es el milagro del cine: lograr que la historia de unos seres ajenos (y este caso, emocionalmente castrados) se adueñe de toda la sala que respira y anhela con ambos.

Volviendo al principio, es Un prophète la película más rupturista que se ha hecho en años. Me tengo que retrotraer a Dancer in the dark (siempre Von Trier) para encontrar una transgresión visual pero sobre todo conceptual (Audiard se habrá dicho algo así como "quiero contarlo y sé como hacerlo") de tal calibre.

En fin, se trata de una obra maestra moderna, arriesgada y que sobre todo contiene quilates de cine excepcional dentro.

Yo siempre digo que al cine español le falta chispa. Pero no a todo el cine español, puesto que hay directores de peso (todos conocemos los nombres) que por sí solos son capaces de crear obras destacadas que además son marca reconocible en el extranjero.
Le falta chispa al 80% de los debuts que apararecen cada año. Y eso es preocupante.

Dany Saadia intenta escapar de esta especie de maldición catatónica y nos presenta una película a la que no le falta chispa, sino que está achispada. La cabeza pensante de esta obra ha ideado una historia de amor/humor/sentimiento y amistad con infinitas posibilidades de emocionar al personal (a mi me ha emocionado), que gana en los momentos más naturales y directos y pierde algo (confusión es la palabra) cuando juega a vanguardia demasiado intelectualoide (hay algunos diálogos en los que no se entiende absolutamente nada y que parecen introducidos con calzador). Esto último aleja al espectador de la historia y la enfría un poco. Y es una pena porque en otros momentos consigue una especie de complicidad con el espectador (algo así como un despierta, no te duermas) realmente conmovedor.

Por todo ello, sin ser ninguna obra maestra que revolucionará el panorama cinematográfico español, me parece que 3:19 tiene suficientes elementos positivos para convertirla una película destacada.

Finalmente, en cuanto al reparto, nada que objetar. Silvestre está muy en su punto (vulnerabilidad y potencia a partes iguales, intuyo una nominación al Goya revelación, la que se le escapó por La distancia, todo sea dicho de paso). Félix Gómez como siempre y Goenaga en su mejor interpretación.

La tercera película de Henry King de 1936 (junto con Lloyd’s of London y Cinco cunitas) es el drama romántico Ramona protagonizado por Loretta Young y Don Ameche y basado en la novela de Helen Hunt Jackson (era de hecho la tercera adaptación de la famosa novela, si bien la primera sonora). La adaptación cinematográfica contó con el gran Lamar Trotti quien ganaría el Oscar en 1944 por el guion original de Wilson, también dirigida por Henry King y ganadora de 5 estatuillas aquel año.

Los dos futuros ganadores del Oscar (ella en 1947 por Un destino de mujer y Ameche en 1985 como secundario por Cocoon) son aquí una pareja (ella mestiza y él indio) a la que une el destino tras el no rotundo de la familia blanca en la que Ramona se había criado como una más a una relación entre ella y el hijo mayor, Felipe. Hay por lo tanto amores trágicos y cierta denuncia social clara y adelantada (sin excusas ni cortapisas habituales en aquella época) contra el racismo imperante en la sociedad americana que censuraba las relaciones entre personas de razas distintas.

La banda sonora, omnipresente, es obra del irrepetible Alfred Newman y resulta un complemento perfecto para resaltar las distintas emociones de los personajes. La producción es muy cuidada y se nota el presupuesto holgado. Los actores protagonistas están correctos (aunque cueste ver a Ameche con sus ademanes suaves como un indio americano) y entre los actores de reparto destacan la futura ganadora del Oscar secundario Jane Darwell (por Las uvas de la ira de Ford) y actores tan fantásticos como John Carradine o J. Carroll Naish, así como la hija de Cecil B.DeMille, Katharine (quien estuviera casada con Anthony Quinn).

Era el cuarto film en utilizar la técnica del Technicolor tras El jardín de Alá, El camino del pino solitario y el musical Dancing pirate. Todos ellos también de 1936 (el primero de ellos, El jardín de Alá de hecho ganaría un Oscar especial por su fotografía en color).

Film entretenido que se deja ver aunque no creo personalmente que esté ni siquiera en un top 10 de la filmografía del siempre interesante Henry King.

A su lado, Compañeros es El Padrino.
Serie rancia, de una falta de imaginación y mínimo rigor narrativo que lastra cualquier intento de aproximación al género adolescente. Un discurso superfluo, donde caben todos y cada uno de los tópicos más manidos sobre los jóvenes y, como no, sus sufridos profesores (el retrato de los padres es sencillamente nulo).
Pero esto no es sino un fiel reflejo del tremendo estado en el que se encuentran las series de ficción españolas: en siniestro total. Desde Herederos, hasta las tetas de no sé que del paraiso y llegando a estas giliburradas estudiantiles, todas chorrean vulgaridad, malísimos guiones e interpretaciones de risa (qué pena de Nuria González, qué dolor de ver a mi querido Fele Martínez y que astracanada lo de Blanca Romero -alias La Perra-...).

En fin, ni arroz ni pollo ni chicha ni limoná para este pseudobatiburrillo muy mal hilvanado. Escapen si pueden...