Curiosa y sorprendente producción de Singapur sobre la vida y milagros de un mago y faquir retirado que malvive como limpiador de un club nocturno. Mago, faquir y sin esposa, pero con hijo pequeño, al que las continuas borracheras de su progenitor le causan vergüenza ajena y desazón. Un día alguien le descubre las habilidades de magia faquir y le ofrece ganarse unas perrillas. Ésa es la historia minimalista de My magic, una obra del director Eric Khoo, considerado como adalid del (¿inexistente?) cine de aquel lejano país.

No es una gran obra, pero sí una pequeña muestra de que con cuatro euros puede hacerse algo mínimamente potable. Porque lo del faquir es para nota (spoiler). Las escenas de faquir son sin duda las más llamativas y las que centran la atención del espectador, pero tampoco se ensaña en el morbo. Son "incruentas".

Espero no decir mucho si digo que la película Malditos bastardos se compone de varios episodios independientes entre sí, aisladamente, pero íntimamente ligados, para componer la historia medio delirio, medio histórica, que se tramó en el imaginario de la mente de Quentin Tarantino.

Al cual le da igual para su estilo de juego la época en que se desarrolla la película (en el spoiler cuento una razón). No variará haya nazis, yakuzas o gangstercillos de tres al cuarto. Aquí están los nazis malos malísimos de toda la vida, pero tamizado todo por el sarcasmo, mala baba y mirada habituales en el director de Reservoir Dogs. Historia más falsa que un duro de cuatro pesetas pero ¿cómo iba a dejar Quentin que la realidad le fastidiara una buena película, o noticia (y menuda noticia, spoiler)?

Que no, que me ha gustado mucho Malditos bastardos. Que si hay alguien en el mundo que le busque pegas a su cine (y a sus homenajes-plagios), soy yo. Pero ésta me ha convencido. Le "perdono" esos homenajes en Malditos bastardos. Entre otras cosas, porque están muy bien pensados y rodados (Leone, Ford, incluso, y todas-esas-películas-bélicas).

Las escenas están curradísimas (sótanos y cartas en la frente), los episodios tienen muy buenos planteamiento, nudo y desenlace, y acaban con chiste.

Consideraciones finales: los alemanes le ganan, a mi entender, a Brad Pitt, Quentin se regodea de sí mismo en algunas escenas (el tercio final del episodio final), y acaba con una frase cuando menos un poco arrogante por su parte, pero que como frase de fin de películas (guiño a Billy Wilder) funciona muy bien.

Buena muestra de cine negro, enrevesada y complicada como buen cine negro, con destiladas gotas de humor negro, con buen guión del veterano Benton, con eficacísimas interpretaciones del siempre eficaz Cusack y un impagable Oliver Platt.

Princesas se basa en una Candela Peña en el mejor papel de su carrera. El guión es fiel al espíritu fabulador de su director, narrador de realidades en forma de cuento. El pero, una vez más, algún diálogo imposible, alguna que otra línea de guión ciertamente metida con calzador. La relación de Candela Peña con el informático, de lo mejor del film.

Vaya la cantidad de guiños a Spielberg (¿sospechoso de algo, soterrados intereses ocultos?) No hay que buscarle tres pies al gato, o al pollo. No es más que una descafeinada colección de lugares comunes de la casa, o de su ex Pixar, o de todas un poco. En realidad es muy poca cosa, la fórmula parece agotarse. Casi parecía el ensayo para la serie de televisión.