Viendo el cine actual, volver a ver esta película es como reencontrarse con cine de calidad. Aunque este film no tenga la misma calidad que la primera, vuelve a contar con los actores de la primera parte: Bill Murray con sus neuras, Sigourney Weaver sabiendo interpretar, y en la vena más cómica Dan Aykroyd, Harold Ramis y Rick Moranis.
El desarrollo de la película es bastante previsible: la relación Murray vs Weaver, las cosas extrañas que pasan debajo el suelo; pero es en la parte final de la película donde los efectos especiales vuelven a poner ritmo nuevamente.
Un film que aunque no pasará a la historia como un clásico, siempre será mucho mejor que algunas pelis actuales que nos venden como algo realmente nuevo aunque ya este inventado.

Siempre he pensado que todas las películas se merecen una oportunidad, pero esta no y maldigo la hora en que decidí verla.
Algunos dirán que hacer guiones desenfadados en estos tiempos es algo que merece un aplauso, pero este no es el caso.
Ed Helms es un actor que, seamos sinceros, en la mayoria del films donde aparece no aporta absolutamente nada.
El "niño" (por decirlo de alguna manera) es de lo más detestable que he visto en mi vida. Te cogen ganas de ahorcarlo cada vez que sale en la pantalla, y es que su vocabulario creo que le hace por derecho propio ser miembro de la RAE (Modo muy irónico).
Aquí no se salva ni el apuntador: sobre todo los guionistas, a los que tendrían que poner en busca y captura, y mandarlos a la cárcel más alejada de la civiliazción que existiera.
Los diálogos son nulos y con todo tipo de tacos o palabras malsonantes acompañándolos. Alucino con todos aquellos que hablan de que el machismo, que si el racismo y apoyan películas tan denigrantes.
Sigmund Freud alucinaría con las personalidades de estos individuos.
El director no sabe hacía dónde va y si en Stuber Express ya daba señales de naufragio, en esta directamente se ha hundido en el fondo del fracaso.