Película regular made in Noruega, tan mediocre como la mayoría de las que se hacen en España anualmente, pero que por eso de venir de la lejana y exótica Noruega ha podido colarse como un filme novedoso, artístico o qué se yo. Pero no da el aprobado o si la aprobamos es para olvidarla sin más.

Trata sobre un joven gordo, tímido, acomplejado, que no liga con mujeres, que tiene un "paquete" bastante grande y se pasa casi gran parte de sus días haciéndose masturbaciones, que de repente alquila una habitación de su casa a una joven sueca de muy buen ver, de la que se enamora y...

Pérdida de tiempo cinematográfico.

Un asesino a sueldo es contratado para matar a un hombre, aparentemente don nadie; pero precisamente por parecerle un tipo demasiado vulgar decide investigar antes de matarlo el porqué o dónde está el interés para que el alto empresario que lo ha contratado para cometer el crimen quiera esto.

La película no es sobresaliente, ni siquiera notable, simplemente interesante. Tiene fallos clamorosos en el desarrollo de la trama. Por ejemplo: ¿es que en Argentina, en los años 70 y 80 del siglo pasado la policía no conocía el método de detección de huellas digitales? Lo digo porque al matón no parece preocuparle lo más mínimo ir dejando sus huellas por todos los objetos que toca dentro de la casa de la víctima. O también: al comienzo de la película hay una toma desde un edificio vecino de la terraza sin cristaleras del piso donde vive el individuo que está en el punto de mira de ser borrado de la vida; es decir, que desde un edificio vecino se puede ver lo que en esa terraza pasa; pero resulta que el asesino a sueldo llega hasta dicho lugar, aborda a su víctima en dicha terraza saca una pistola y le apunta a la vista de los edificios contiguos (¡menudo profesional, acaso no se ha percatado como lo haría cualquiera que pueden verle desde los bloques de viviendas u oficinas que hay cerca!). Hay más errores clamorosos en la filmación de la película, pero con esos dos botones basta.

En fin una película interesante pero mediana.

Lo mejor de la película son algunas de sus imágenes y también algunas de sus reflexiones, como la que expongo en el título de esta crítica. Por lo demás el filme es un plomazo.

Prefiero viajes como el de la Odisea de Homero, o el de Marco Polo, o el de Julio Verne al centro de la Tierra o el de Tintín y el capitán Abadejo a la luna.

Este viaje de Fernando E. Solanas, entre subrealista y metafórico, resulta más pesado que llevar una caja fuerte en brazos.

Fabián Medea dirige esta película como quien cocina un pavo y lo rellena con batatas, nueces, ciruelas, etc., en definitiva, con mucha peculiaridad sudafricana.

La trama tiene su intríngulis, yendo desde la fraternidad de dos polis, uno negro y otro blanco, que forma un dúo de inspectores corruptos, ambos muy unidos profesionalmente por sus fechorías, hasta el caso que les cae de repente cuando iban a a forrarse de un dinero ilícito, teniendo que resolver el asesinato de una joven blanca de la ciudad donde viven.

No es una película de premio, pero sí una película de policías evidenciando lo que mejor saben hacer como lacayos de la mafia Estado: generar cinco o más delincuentes y criminales por un delincuente o criminal al que le paran los pies.