Empezaré esta vez como suelo acabar, con la frase de la película: “las leyes cambian pero la verdad universal no, lo que es justo para un hombre también lo es para cualquier otro, cualquiera que sea el color de su piel”.

Pues bien, esta idea que hoy en día parece obvia, políticamente correcta y asumida por una gran mayoría (esperemos que para siempre) tuvo que ser discutida, defendida y conquistada, centímetro a centímetro, jirón a jirón de piel y lágrima a lágrima, por los negros esclavizados en el Sur de los EEUU hace, relativamente, no tantos años.

Uno de aquellos muchos luchadores fue Solomon Northup (interpretado magistralmente por Chiwetel Ejiofor ) quién tuvo una historia especialmente dura debido a las circunstancias en las que fue esclavizado. Este hombre, culto y reconocido socialmente antes de ser esclavizado vilmente, escribió su historia en el libro “Doce años de esclavitud”.

El libro, en el que se basa la película, contribuyó a dar un paso más en la lucha por lograr la condición de igual de aquellos héroes de la dignidad. Estar presenciando lo que fue una historia real incrementa, si cabe, el dramatismo de lo Steve McQueen nos muestra sin pudor y con toda crudeza.

“Doce años de esclavitud” tiene imágenes bellísimas de los campos de algodón, de los terrenos, de las casas coloniales. Una música cautivadora. Transmite perfectamente la desigualdad de clases con un elenco de grandes actores que seguramente protagonizarán las mejores películas de los próximos años. El malvado y cínico Michael Fassbender borda su papel y los actores secundarios no desentonan lo más mínimo.
Estamos ante una película de esclavitud muy recomendable, eso sí, con un par de zarpazos violentos que te llevas a casa.

Hoy, cuando hace solamente unos días del fallecimiento de NELSON MANDELA, se hace imprescindible revisar, en nuestras entrañas, cómo tenemos el nivel de concienciación en relación con el otro, el que no es como nosotros. Para ello, no estaría nada mal pasarse un par de horas entre aquellos campos de cultivo, en aquellos interminables años en los que dominaron, a sus anchas, los racistas, traidores, villanos y torturadores sin alma.

Empacho de martillo. Ver esta película fue como comerse un gofre. Mientras te acercas al mostrador vas disfrutando del aroma que desprenden los gofres recién hechos. Te emocionas y tus papilas gustativas comienzan a salivar cuando esperas en la cola. Minutos después, apenas te quedan tres bocados y decides que no volverás a comer gofres en mucho tiempo, que éste te encantó pero te cuesta darle el último mordisco.

Todo el mundo conoce qué se va a encontrar en esta película. Intrigas familiares en el palacio de Odín, el padre de Thor y rey de los siete mundos del Universo. Una estética propia del “Sr. de los Anillos” muy bien lograda, con bellos paisajes, naves espaciales, malvados que hablan, con voz distorsionada, un idioma demoníaco propio y por supuesto, distintos niveles de maldad que nuestro héroe irá desgajando hasta la esperada lucha final.

Incluye, como novedad que viene dándose en este tipo de mega-películas “bárbaras”, un toque de humor que ameniza el metraje.
De todas formas, durante toda la película, la traición, la lucha del bien contra el mal o las relaciones de amor que nos ofrece la peli, no logran estimular un ápice mis sentimientos los cuales están aislados y protegidos por el torrente de colores y efectos especiales, anuladores de cualquier credibilidad que pudiese pretender la historia que nos cuenta.

Mención aparte merece la belleza de Natalie Portman, que se vuelve a enfundar el vestido de “princesa Laia” para dejar un suave toque de su delicada sensualidad por toda la sala. Sobre el protagonista (Chris Hemsworth), mejor que hablen ellas, pero según palabras de una buena amiga “la Pataky tuvo muy buena visión de futuro con su marido”.

En fin, película de aventuras contemporánea con mucho color, algún gag y final emocionante (o al menos eso se pretende). A los seguidores de esta saga no les defraudará y aviso a navegantes, esperen a que terminen todos los créditos finales pues hay sorpresa premonitoria de nuevos capítulos en esta serie dedicada a los personajes Marvel.

Resulta paradójico que, hoy por hoy, lo más espectacular de una película de acción sea lo que sucedió el pasado lunes. ¿Y qué es lo que paso? Pues llegar a las nueve al cine y encontrarte la sala abarrotada.
No recuerdo ver este cine lleno, con colas, nervios, risas, ambiente “palomitero”etc. y mucho menos un lunes por la noche. Eso de que la gente no va al cine porque “piratea” no es del todo cierto. En mi opinión, la gente no va al cine porque la piratean (a casi 10 euros la entrada).
La “fiesta del cine” (movimiento comercial para promover la asistencia al cine rebajando el precio de las entradas a 2’90 euros) fue eso, una fiesta que como todas, son muy breves. Ojalá tomen nota los responsables.
En cuanto a la película, si hay una cosa que este director hace muy bien es trasladar la acción a la realidad. Greengrass (el director de la saga Bourne) baja al suelo real las escenas de acción y transforma en verídico lo que en otros thrillers se da por imposible desde antes de entrar en la cine.
Dos partes muy concretas e identificables. La primera me gustó más. Nos muestra dos realidades sin adornos ni florituras (hasta cansa un poco, en los minutos iniciales, el repetitivo movimiento de la cámara). Me figuro que la vida cuotidiana que nos retrata el director, tanto en los países costeros de África, como en los cargueros que navegan por aquellas aguas, no se apartará mucho de lo que sucede en realidad (opinión que no contrastaré, por cierto).
La segunda parte de la película, aunque se trate de una película basada en hechos reales, ya es “más de lo mismo” en cuanto a pelis de acción se refiere. En este caso le da una vuelta de tuerca a la tensión creada, que va aumentando paulatinamente, hasta el desenlace final (que, aunque ya se conoce, no contaré).
Esta parte se me hizo un poquitín larga, pero no lo suficiente para incomodarme, estaba presenciando muy buenos actores que me engañaron en todo momento (nunca pensé que lo fueran).
Greengrass ha utilizado una historia real para crear una película de acción en un entorno marino. No puedes salir decepcionado tras ver esta película pues la historia te engancha, las interpretaciones son buenas y Tom Hanks está como siempre.