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España España · Gijón
Críticas de Loberto
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Críticas 49
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2
16 de octubre de 2006
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien debería poner freno a esta extraña moda de intentar que las pelis sean cada vez más parecidas a un videojuego. Sobre todo, porque la diversión de los videojuegos radica en que tú decides el destino del protagonista, lo cual te da una libertad que no te encuentras delante de la pantalla del cine.

"Crank" es un pretexto para que Jason Statham, esta vez bajo el nombre de Chev Chelios (que ya tiene delito, no me digan) haga lo que mejor se le da: fruncir el ceño y repartir palos. La excusa, esta vez, es que le han envenenado con una sustancia que le matará en escaso tiempo a no ser que mantenga sus niveles de adrenalina altos. Si eso ya les parece increíble, aún es más que durante los (escasos) ratos de pausa que ofrece el dúo de directores Neveldine/Taylor incluso se molesten en esbozar una explicación científica.

En fin, que lo importante del cuento es que Chelios ha de mantener sus niveles de adrenalina altos, para lo cual se liará a mamporros con casi todo el mundo, beberá Red Bull hasta límites nocivos, ingerirá/esnifará/se inyectará todo tipo de drogas, e incluso practicará sexo, que sólo puedo describir suavemente como "grotesco".

Como no podría ser menos, la dirección está a la altura, y hace que Tony Scott parezca Kurosawa: deformación de la imagen, planos subjetivos, cámara al hombro, montaje desenfrenado... todo es poco para que el pobre espectador se acabe preguntando si también su Coca-Cola estaría envenadada.

Con todo, la cosa se mantiene bien aproximadamente hasta que aparece la novia de Chelios en pantalla, Eve (Amy Smart), que, aunque el guión no lo expresa explícitamente, debe padecer cierto retraso mental serio. Aparte de tener sexo con Statham (en el que se incluye sodomía y felación), su personaje se limita a parecer lo más idiota posible. Y aún así, es el único personaje femenino que no está en bikini todo el rato.

En el momento en que desaparece, la peli vuelve a intentar remontar el vuelo (nunca mejor dicho), pero yo ya no la vi con el mismo interés que el resto, quizás porque los efectos de la adrenalina ya se me habían disipado.
Loberto
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7
9 de octubre de 2006
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se necesitan grandes cosas para hacer una buena película, y "AzulOscuroCasiNegro" es una muestra de ello. Sin excesivos alardes, sin una gran promoción, sin superestrellas del cine español (si es que existen), simplemente contando una historia tan sencilla como la búsqueda del lugar propio en la vida, de los deseos y sueños que todos tenemos.

El guión es sólido, a pesar de que en ocasiones se disperse, y quizás su mayor defecto sea el largo epílogo final y su búsqueda de "happy ending", pero no hay nada que moleste realmente. Los personajes principales están bien construidos, aunque algunos secundarios son poco más que meros bosquejos. Sin embargo, las interpretaciones rayan a gran altura, y el resultado conjunto es de calidad.

La dirección también mantiene un tono bastante neutro, y algunas puestas en escena recuerdan al teatro. Es de agradecer una realización clásica en los tiempos que vivimos hoy en día, si bien es verdad que hay momentos en los que el ritmo decae un poco, y se echa en falta algo de energía.

Aún así, es una ópera prima prometedora, y más en un momento en el que el cine español demuestra una falta de nivel inquietante. Esperemos que la Academia tarde bastante en estropear las maneras que apunta Daniel Sánchez Arévalo.
Loberto
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2
9 de octubre de 2006
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, creo que con los mimbres de esta historia, debería haber salido algo bastante más decente que lo que nos ofrece Simon West. A saber: canguro adolescente completamente aislada en una casa de tamaño descomunal y una decoración que hace que la de "13 fantasmas" parezca pensada por teletubbies, y que se ve acosada telefónicamente por el "extraño" al que hace referencia el título.

Digo yo que alguien con un poco de maña podría haber conseguido un thriller medianamente digno, pero este no es el caso. La cinta se resume en llamada, golpe de volumen (cuando aparece el gato o sencillamente, nada), y a esperar que el invento de Meucci (y no de Graham Bell) vuelva a hacer de las suyas. Hora y media así acaba con los nervios de cualquiera, pero no de la tensión, sino del aburrimiento.

Todo el peso de la peli recae en Camilla Belle, que no es que lo haga demasiado bien. Por cierto, debe ser la primera canguro de la historia que tarda una hora en ir a visitar a los niños. Debe ser cosa de los tiempos que vivimos. Además, a pesar de que la situación debería inquietarle, parece más preocupada porque una de sus amigas le de el teléfono de la mansión a su novio, que de que haya un psicópata observándola. Si algo sorprende de la historia, es la cantidad de cosas que hace ella para que todo vaya de mal en peor, como salir de la casa a la ligera, o meterse en los sitios más complicados posibles.

Entre las muchas cosas que sobran de la peli, es el prólogo y el epílogo. El primero, porque poco o nada aporta al desarrollo del film; y el segundo, porque lo hemos visto en infinidad de ocasiones, y mejor hecho. Los demás personajes tienen la importancia de una patata, con la desventaja de que a ellos no se les puede comer. El malo es tema aparte: los que jueguen a hacer de Sherlock Holmes se van a llevar un chasco, y de los gordos. Quien avisa no es traidor.

La dirección también está a la altura, y se limita a colocar la cámara con la chica en un extremo para que parezca que por el otro puede aparecer el malo. Ah, sí, también hay alguna cámara lenta e incluso algún contrapicado, para que no falte de nada. En fin, que lo más aterrador de todo es, sin duda, las facturas de teléfono de la chica. Vaya tela.
Loberto
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7
5 de octubre de 2006
16 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil que nos vayamos a encontrar una película más seria y que trate con tanta distancia un tema tan escabroso como fue el 11-S como la que ofrece Paul Greengrass. Sin duda, hay documentales bastante menos asépticos que esta mirada al vuelo 93 de la UA, famoso por ser el único que no llegó a su objetivo.

Todo está filmado cámara en mano, lo que se muestra muy adecuado para transmitir por encima de todas las cosas, el caos vivido aquel día. Además, la acción transcurre prácticamente en tiempo real, y los actores son completos desconocidos. No se nos presenta a nadie, no se nos pone en antecedentes de nada.

Ese es el mayor acierto de Greengrass: deja que la narración descanse en los hechos, tan duros y terribles que no necesita ningún efecto extra para causar impacto en el espectador. El prólogo transcurre en las centros de control aéreo, en el que empiezan a perder el contacto con unas aeronaves. Así, se alterna la inquietud de las más altas instancias, incluidos militares y gobierno, que se muestran preocupantemente incapaces para responder, con el embarque y el despegue del United 93.

Sin embargo, una vez que los terroristas se hacen con el avión, todo el protagonismo recae en dicho vuelo, y la tensión crece exponencialmente. Sin duda, el punto algido es el momento en el que los pasajeros contactan con sus familias, y se dan cuenta de que el destino de su vuelo no ofrece retorno. En este punto, hay gente que ha visto un patriotismo barato, pero no nos engañemos: nadie, sea americano, japonés o español, se podría quedar cruzado de brazos ante una situación así. Es cuestión de instinto de supervivencia. Sólo hay que prestar atención a lo que sucede al final, cómo se llega a esa situación, y cuál es el plan de los viajeros.

Lo peor de todo es la sensación desazonante de que, sea o no cierto lo que se narra en esta película (nunca lo sabremos), la tragedia fue real. Greengrass ha intuido que unos hechos así no necesitaban de ningún aderezo para impactar al espectador. La realidad habla por sí misma.
Loberto
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5
3 de octubre de 2006
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película como "M:I-3" no debería valorarse en torno a lo exagerado de sus escenas. Desde luego, no podemos esperar aquí un thriller de Tom Clancy, sino una búsqueda constante por asombrar al espectador. La pena es que no hay muchos argumentos para dejar boquiabierta a la concurrencia, a menos que abramos la boca para que el sonido no pueda reventarnos los tímpanos.

Y es que da la impresión de que el cine va a sustituir a aviones, martillos neumáticos, discotecas y macroconciertos en las causas más probables de pérdida de audición. En este caso, las aventuras de Ethan Hunt (Tom Cruise) bien merecen que el abuelo se baje el sonotone. De todas formas, tampoco es que los diálogos merezcan mayor atención.

Los ojos salen algo mejor parados, pero tampoco mucho, la verdad. La cámara lenta y los tiroteos a dos manos son sustituidos por la acción "moderna", entendiéndose este término en el sentido tan frecuente últimamente de mucho movimiento y bastante confusión. Aún así, uno más o menos se entera de lo que pasa en pantalla, que eso ya es bastante, y también hay escenas bien construidas donde J. J. Abrams saca provecho de los momentos de tensión (sirva como ejemplo el prólogo, tremendamente intenso).

Las interpretaciones no son excesivamente destacables: Tom Cruise demuestra que está en una perfecta forma física; Philip Seymour Hoffman es el malo, y hace lo que puede con un personaje tan unidimensional; y los demás, pues bueno, por ahí están. Maggie Q también llama la atención en alguna que otra escena (los que la vean sabrán por qué).

Como decía, no es muy importante que sean creíbles las acrobacias de Hunt, y los responsables de "M:I-3" han debido de pensar lo mismo, porque lo único que yo eché en falta es que Tom Cruise se subiera a un misil en movimiento. Lo que sí resulta increíble es que unos agentes secretos cometan torpezas como mostrar su rostro al malo mientras le interrogan, o, aún peor, usar su verdadero nombre alegremente: como esas, ni las que le ponían a Felipe II, oiga. Luego pasa lo que pasa.

Lo peor, con todo, es la manía de hacer las pelis de más de dos horas, cuando todo podría resolverse en bastante menos tiempo. Sobre todo cuando está a prueba constante la capacidad auditiva humana. Dentro de nada, en vez de la calificación por edades, la calificación de las películas vendrá en la escala de Ritcher.
Loberto
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