Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cines Astoria Alicante
Críticas de Bloomsday
<< 1 6 7 8 10 74 >>
Críticas 367
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de diciembre de 2006
121 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mí lo que más me gusta de esta película es su sinceridad. Es como si Bergman cogiera un cuchillo y se abriera en canal. Va al grano. Su existencia se marchita, no cabe duda de que le queda poco (nació en 1918). Y él recapitula. Siempre nos ha ofrecido profundas reflexiones sobre los temas que le interesaban, siempre ha tratado de dejar constancia de su conflicto interno. Ha tratado de ahondar en nuestros miedos, en nuestra naturaleza liviana y caduca, en los pretextos que buscamos ante lo inexorable. La muerte acojona y Bergman protesta ante nuestra ignorancia; busca y, como no puede ser de otra forma, no encuentra. Con las relaciones de pareja igual. Me da la sensación (por anécdotas leídas aquí y allá, no soy un conocedor de la vida privada del director) que este tipo es un ser torturado por su propio carácter y por la importancia que siempre le ha dado a la reflexión y a la búsqueda de algo que es inaprensible. Desde luego veo notas de su carácter en fresas salvajes (ahora, con perspectiva y después de ver Saraband, compruebo la madurez de esa cinta), en Secretos de un matrimonio... Creo que Bergman es una bestia en constante lucha consigo mismo. No ha conocido la paz, ha buscado en el cine una terapia, un exorcismo. Y creo que al final (de la cinta y de su ciclo vital) lo que nos dice es que no hay nada más. Que en nuestra propia aceptación está el consuelo (no, tampoco). No sirve de nada la culpa, la religión, la búsqueda de algo de luz en nuestra propia conciencia... pese a que no podamos esquivar el constante examen de nosotros mismos.

Pero Bergman al final nos deja el camino abierto. El amor. Sí, el amor imperfecto (el ser humano no es capaz de otro). Amor como dolor por una pérdida, como el vacío de un reencuentro o un desencuentro permanente, amor que nos hace dudar, que no nos deja libres... Amor como necesidad imperfecta de una caricia. El amor está en la madurez, en la dulzura. Pero hay otro amor que es el mismo, o surge del mismo sitio, un amor que nada tiene que ver con lo que el cine nos plantea habitualmente, un amor tan agresivo, obsesivo y egoísta como cualquiera de nosotros. No hay conjura posible en el análisis, no hay solución en plantear las cuestiones como lo hace Bergman. Sólo vale tratar de fundir el odio y el amor y que convivan e interactúen como dos músicos condenados a entenderse en una sarabanda.
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
16 de enero de 2006
249 de 390 usuarios han encontrado esta crítica útil
De mensaje antirracista atrozmente obvio y evidente, la película nos narra las vidas de varios personajes cuyos destinos se entrecruzan aleatoriamente, siempre con el tema del 'racism' como epicentro. Ninguno de los personajes en cuestión tiene entidad más allá de ese tema (tesis) y la película, por pura reiteración, acaba siendo un manual acerca de cómo manipular al espectador (aunque sea con la mejor de las intenciones).

Se nota en exceso que el guionista/director ha escrito con la finalidad de machacar (incluso trepanar) el recadito, y que ahí comienzan y ahí se agotan todos sus recursos. Constantemente los personajes son mostrados de una forma para luego darnos la visión contraria. Así, si uno ha sido desconsiderado al principio con los de otra raza, luego será bueno. Y viceversa: si ha confiado en ellos, luego no... (porque el racismo está en todas partes, ojo cuidao, lo queramos o no, en todas partes, partes todas, todas todas partes). La falta de sutileza afecta bastante al conjunto y pronto descubres hasta la extenuación hasta qué punto es cierto aquello de que 'lo mucho cansa'.

Vale, ok, todos somos buenos y malos; no es cuestión de color de piel, creencias religiosas o equipo de fútbol. Pero esto me sirve en el primer desenlace, no me lo repitas cuarenta veces; así pierde impacto la película y validez su moralina, por machacona, por falta de ingenio, por acabar metiendo situaciones sin valor alguno que solo sirven para justificar un desenlace que, tócate los, ya has contado exactamente igual para otro personaje.

La película es tan reiterativa, que sería facilísimo perpetuar el bucle en una segunda (tercera, cuarta, quintasexta) parte: el negroliberadordeesclavos será asesinado por uno de los tailandesesdelafurgoneta que a su vez recibirá el apoyo de un chino que le "lecupelalá pala una vida nolmal" con la colaboración de un ucranianoexconvicto que mataba rusos de joven y ahora está 'muncho' arrepentido y un profesordeliteraturainglés que pese a ser abiertocultoytolerante apaleará sin conmiseración a un ciegobolivianoysuhuskysiberiano debido al pánico irracional que le provocan los sudamericanos armados con bastones.

Y asín, 'ad infinitum' y más allá.
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
1 de diciembre de 2005
124 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cita de Godard creo que resume perfectamente la importancia de la película, cuyos valores van más allá de los estrictamente cinematográficos, más allá del carácter lúdico del cine, de sus aspectos narrativos e incluso más allá de la denuncia que incorpora.

En primer lugar su relevancia histórica. Muchas de las obras maestras de esas fechas pudieron hacerse antes o después, pero ésta tocaba entonces y se hizo en el momento justo. Rossellini planteó una película profundamente moral, humanista y comprometida que exaltaba la dignidad (tema frecuente en él) por encima de todo.

Por otra parte la película es un punto de inflexión en la evolución del cine como arte, un camino que trataba de captar la vida y reproducirla desde la ficción. Rossellini logró con falta de medios un cine espontáneo y cercano a las situaciones que generó la barbarie nazi. Tiene elementos documentales pese a ser una cinta narrativa y es de gran precisión y nada artificiosa. Con una puesta en escena no tan perfeccionista como los grandes directores de Hollywood (y tantos otros como Visconti...) consigue una vivaz naturalidad que sentaría cátedra.

El italiano, en su filmografía, adelanta la cosas de la Nouvelle Vague y demás vanguardias (improvisación, plasmación en imágenes del mundo interior...) aunque a un espectador actual pueda parecer poca cosa por no estar tan exageradamente enfatizada como el cine de hoy día. Es, al contrario, un cine despojado y cercano a lo cotidiano que va como un tiro y no deriva por meandros que quizás dramáticamente hubiesen dotado a la película de más riqueza (desde el punto de vista del puro divertimento) pero que le hubiesen restado las virtudes que la convierten en un punto y aparte en la evolución cinematográfica. Cercanía, sensación de realidad, sinceridad.

Pese a todo no se puede considerar a Rossellini un cineasta simple, esa tendencia a la sinceridad sería una constante en su cine, y no sólo en cuanto a temas comprometidos, también en un cine centrado en la intimidad de los personajes y las relaciones de pareja. No se trata de hacer películas despojadas formalmente por carecer de medios. Se trataba de hacer un cine que entonces era distinto (aún hoy día muchos críticos alaban películas medianas sólo por ese tono veraz y realista) y que posteriormente sería copiado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
19 de septiembre de 2006
115 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, con un adecuado tono de pesadilla, extravío y casi alucinación, nos plantea una posible respuesta a cierta pregunta que no suele hacerse el cine habitualmente (spoiler-1). La voz en off, la iluminación (uso y abuso de las sombras) y el ingenio de Ulmer consiguen que un clima desasosegante, muy propio de la situación (un hombre recapitulando de forma enfermiza sobre una situación límite), nos indique muy a las claras que hay cierta manipulación en lo que vemos sin precisar el típico y redundante final explicativo (spoiler-2).

La protagonista, por otra parte, es una presencia francamente turbadora. Hay un momento en el que él conduce y ella, aparentemente, duerme, que es de verdad acojonante. De repente ella abre un ojo y le mira; sin plano detalle, sin énfasis. Simplemente, sin más, le está mirando.

El bar en que trabaja, la carretera, esa noche lluviosa... Recuerdos, mentiras, idealizaciones... Extraña película. Extraña pesadilla.

Por supuesto también puede ser un caso extremo de mala suerte. Simplemente apunto otra opción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
18 de octubre de 2006
138 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Comprendía ahora que no solo Fantasía estaba enferma, sino también el mundo de los seres humanos. Una cosa tenía que ver con la otra. En realidad, siempre lo había sentido así, sin poder explicarse por qué”. ‘La historia interminable’, Michael Ende.
--

Detecto en ‘La joven del agua’ a un director intentando plasmar el ímpetu infantil de los cuentos, el miedo a la oscuridad, la defensa de la fascinación del que “cree” en la fantasía sin medias tintas... Por el camino, es cierto, se enmaraña entre algunos de los errores de bulto que sus detractores señalan profusamente: guion difuso, situaciones de relleno que suceden sin motivo aparente, desorientación narrativa, inadecuada descripción de personajes, cargantes puntos de comedia, etc.

El resultado quizás no tiene la cohesión y estabilidad que nos ha ofrecido en algunas (no todas) de sus anteriores películas. Quizás. Pero no podemos obviar su valiente sinceridad creativa. Shyamalan ha intentado lo máximo y lo ha rozado (no se trata de un sueño contado, sino de que soñemos un cuento). No puedo obviar lo que esta película tiene de entrega total y arriesgada de un director que, cosa rara en estos tiempos (vean a Bryan Singer o, en menor medida, a David Fincher), oposita a autor y no a títere hollywoodiense (tenga o no éxito en semejante empresa, que esa será otra historia). Aunque sea un autor de cultura pop (cómics, sci-fi, cine de género…).

Entregarnos y creer sin más; vivir la película, no verla. Participar del cine como participan los niños y salir de la sala con arañazos en las piernas. Esto nos pide, como si más que una película fuera un grito de socorro, el director indio-estadounidense.

El meollo de la cuestión radica en el desarrollo inverosímil y desestructurado. En si lo debemos tomar como un suma y sigue de situaciones absurdas, sin más, o como una lectura o reflexión metacinematográfica.

Yo creo que, de alguna forma, la extraña reacción de Giamatti ante la narf es la misma que el espectador ha de tener al ver película. En ningún momento él o sus vecinos se plantean si la situación es normal o no, y salvo algunos gestos de extrañeza se entregan por completo a la “misión” como si no hubiera otra posibilidad. Surge así una primera e implícita cuestión, una suspensión de la incredulidad que afecta tanto a los personajes como a los espectadores. Y ahí está el nivel de metaficción más interesante (no en la figura del crítico, que es solo la pista más obvia del juego de espejos): Shyamalan nos pide a nosotros, público, que veamos la película como el protagonista se entrega a su tarea. En este sentido, creo que la histriónica interpretación de Giamatti está repleta de constantes guiños al espectador (como si en sus muecas intentara reproducir lo que estamos pensando desde el patio de butacas).

La acumulación de gilipolleces varias ya ampliamente comentadas por otros usuarios (cajas de cereales, personajes que no se cuestionan nada…) son una forma de remarcar el carácter de broma y de ficción. Y ante la ficción, o se cree o no se cree. El viaje del espectador y del protagonista es el mismo ya desde el conflicto que explícitamente propone el argumento: la conexión entre la fantasía y el mundo real.

Pero alcemos la mirada y no nos quedemos únicamente con el mundo “real” ficticio en el que viven estos personajes, sino el mundo “real” del propio espectador. Así las reglas de un desarrollo argumental normal se rompen, para indicarnos que esto es un puro cuento –con reglas propias, con un autor detrás que ordena y manda– y que hay que verlo con la ingenuidad del protagonista o de un niño. Con la ingenuidad de la fantasía. Ellos, los personajes, no le piden reglas lógicas a lo que están viviendo. Nosotros, como espectadores, tampoco hemos de pedírselas a la película.

Si lo conseguimos, insinúa Shyamalan, será cuando habrá vencido la fantasía.
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 6 7 8 10 74 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow