Una lástima.
Una lástima porque Steve McQueen tiene talento. Tiene agallas por filmar una película como ésta, tan llena de sexo explícito y drama.
Una lástima, porque la narrativa de Shame derrocha pasión, entrega, vitalidad, y éso es de agradecer.

Pero la película es muy densa, a ratos aburrida, y éso impide un disfrute mayor. Una lástima, porque el retrato que la película hace de la soledad y el vacío en la vida de un triunfador con arrollador éxito con las mujeres es de lo más profundo e interesante.

Lo que no es una lástima es ese torrente de emociones, masculinidad (y no, no me refiero a "esa" parte :D sino a esa sensación tan viril que desprende, tan Brando, tan Newman, tan Crowe) y apabullante carisma que despliega Michael Fassbender, sin duda la presencia cinematográfica más potente de los últimos años. No se queda atrás Carey Mulligan, que vive literalmente en el personaje, gesticula, mira, lo da todo y por ello resulta tan creíble.

Lástima de ritmo, porque podría haber sido mucho más interesante.

Lo mejor: Fassbender, Mulligan y ese final tan apabullante (primero en los garitos, luego en la casa, luego en el hospital, y por último en el metro).
Lo peor: Es demasiado lenta y le falta ritmo.

Quizás Por un puñado de dólares no sea tan buena como La muerte tenía un precio, pero aun así es un gran western.
La verdad es que es una lástima que sus primeros 45 minutos se hagan tan lentos y pesados, porque la última hora es para enmarcarla, con esas secuencias de acción y sobre todo ese final. Ese final magistral, que demuestra que Leone es un maestro a la hora de mantener la tensión y la emoción, ayudado siempre por la partitura prodigiosa de Ennio Morricone. Ese final que propició aquel maravilloso homenaje en Regreso al Futuro III.
Y como siempre, anda por ahí Clint Eastwood, haciendo historia en su tipo de personaje más recordado (¿acaso hoy en día personajes como Frankie Dunn, de Million Dollar Baby, o Walt Kowalski, de Gran Torino, no siguen siendo variaciones del Hombre sin Nombre?), aunque esta vez, Joe resulte más emocional, hablador y humano que el Manco, por ejemplo; y Gian María Volonté, que parece ensayar para su magistral villano de La muerte tenía un precio.
Una película que hay que ver por dar gusto a la historia del cine y disfrutar con sus aciertos, pero que no llega a ser tan redonda como lo que habría de llegar después.

Correcta comedia romántica que presenta muchos tipos distintos de historias de amor. Resulta curioso y acertado cómo el guión entrelaza las historias de todos los personajes de modo a veces sorprendente. Pero no nos engañemos. La película tampoco es un derroche de ingenio, ni es la mejor en su género que jamás se haya visto. Le falta intensidad y entusiasmo por la historia que está contando.
Se beneficia, éso sí, de un excelente grupo de actores, en el que destacan Steve Carell (siempre mucho mejor cuando no hace el tonto que cuando sí lo hace), la siempre excelente Julianne Moore y Analeigh Tipton, muy natural y aportando frescura a raudales.
En definitiva, una entretenida película para pasar el rato con inteligencia.

Lo mejor: Los actores.
Lo peor: no es nada del otro jueves.

Por una vez, los dos títulos de la película, el español y el original, resultan adecuados.
A life less ordinary (Una vida menos ordinaria)... da una idea perfecta del viaje emocional de los personajes: A un lado, un conserje con una existencia gris, expulsado de su trabajo y abandonado por su novia, que se convierte en patético secuestrador. Al otro lado, una niña pija con ansias de aventura... y de cometer actos ilegales. Argumento manido, pero siempre efectivo.
Una historia diferente... porque lo es. Compararla con Trainspotting es absurdo, primero porque no es una obra maestra como aquella y segundo porque se parecen tanto como un huevo a una castaña. Pero decir que Danny Boyle perdió su esencia con esta película... Creo que es exagerado. Se reconoce perfectamente el humor negro y la originalidad del director, que logra dar la vuelta a una premisa a priori poco atractiva para convertirla en una de las más ingeniosas comedias románticas jamás filmadas. Todo es raro, bizarro, irreal, y por éso resulta tan entretenido y divertido. Es fresca, arriesgada y, en una palabra... diferente. y éso no pueden decirlo todas las películas.
Ewan McGregor está, como siempre, extraordinario (¿habrá algún personaje que se le resista? ¿Tiene techo su inmenso carisma?), y Cameron Diaz demuestra que ésto es lo que mejor se le da: los papeles de chica "mala" en películas poco convencionales.
En definitiva, un sanísimo entretenimiento muy divertido y brillante.

Lo mejor: El tono de toda la propuesta, y la pareja que forman McGregor y Diaz.
Lo peor: Poca cosa. No es una obra maestra, y la verdad es que la trama "angelical" podría no haber estado.

Sean Penn, en su cuarta película como realizador, se mete de lleno en una historia de esas que nos hablan de la grandeza del alma del ser humano.
La odisea de Christopher McCandless en Alaska. ¿Héroe o idiota? ¿Símbolo inspirador o inconsciente autodestructivo?
Penn, adaptando él mismo el libro de Jon Krakauer, nos habla de una valentía tremenda. Dejarlo todo por un sueño, motivado por su descontento con la sociedad americana y mundial... creo que hace falta mucho valor, y sobre todo, ser un romántico de mucho cuidado para irse a vivir solo a los bosques de Alaska. De hecho, en la película cita a Henry David Thoreau alguna vez, y es comprensible, porque el sueño de McCandless fue el mismo que el de Thoreau, Emerson y cualquier otro Romántico: buscar el sentido de la vida en la naturaleza, lejos de la civilización y el mundo opresor, materialista e injusto. Penn narra su odisea con cámara elegante, estudiada, muy independiente, filmando con pasión esos paisajes de Alaska para poner al espectador en la piel de McCandless y hacerle sentir lo que él siente en cada momento.
Pero la película no sería nada sin el excepcional trabajo de Emile Hirsch. El joven actor, que protagoniza en solitario muchos momentos de la cinta, se entrega en cuerpo y alma al personaje de McCandless, y su repertorio de miradas, expresiones, sonrisas y lágrimas resulta absolutamente memorable. Del resto del reparto, cabe destacar al mejor Vince Vaughn que han visto nuestros ojos, la siempre maravillosa Catherine Keener (qué ojos tiene... y cómo mira con ellos) y por supuesto a Hal Holbrook, inolvidable en un personaje entrañable que protagoniza uno de los momentos más emotivos de una película ya de por sí emotiva.
No obstante, la película es sin duda demasiado larga, y éso se nota en el ritmo extremadamente irregular de la misma. No todos los episodios tienen el mismo interés, ni tampoco todos los personajes, y sus casi dos horas y veinte de metraje se resienten.
Aun así, Sean Penn nos entrega una historia llena de alma, de entusiasmo y de ilusión, que es más de lo que muchas películas de hoy en día pueden decir, mediante el drama de un soñador que descubrió la verdadera felicidad demasiado tarde.

Lo mejor: Emile Hirsch y la fotografía.
Lo peor: Es demasiado larga, y se hace aburrida en algunos minutos.