Olvidado, correcto y bastante entretenido film del extenso catalogo Disney. Una obra curiosa, oscura, misteriosa y acertada.
De lo mas destacable es su perfecta ambientación victoriana, con un Londres nocturno un Big Ben que son de los más acertado de toda la película.
En especial es resaltable el impresionante enfrentamiento final en los engranajes del reloj británico. Los primeros pasos del 3D en la animación de la compañía. Totalmente recomendable, sobre todo para adultos nostálgicos.

Quizás el más infantil e inocente de los clásicos Disney. Un film sin villanos concretos, con unos personaje afectuosos e honestos. Tan conocidos que se salen, literalmente, de los libros que protagonizan.
Otra película paquete propia de la compañía, con tres cortos ligeramente relacionados que engloban un relato completo en el que destaca claramente el segundo episodio.
Una película tierna, didáctica y afable.

Digno epilogo para la amena saga del Dragón. Conclusión perfecta para una historia que ha disminuido en originalidad pero ha ganado en vistosidad.
Unos personajes que han madurado hasta llegar a este conmovedor final. Acción constante en una animación portentosa con importante peso emocional. Ocupara sin lugar a dudas un espacio especial dentro de la fantasía animada. No la menoscaba ni Melendi.

Una película ineludible. Una verdadera lección de vida. De visión necesaria, una y varias veces.
Posee una narración eminente, sus personajes son eternos, y sus canciones son inmortales.
El Libro de la Selva es una obra maestra de la animación que lamentablemente no pudo disfrutar su máximo artífice, Walt Disney, el verdadero rey del Swing.

Clásico integral de la época mas gloriosa de la factoría Disney. Un film en el que sobre todo destaca la villana más estrambótica de la historia, Cruela de Vil, una malvada que eclipsa toda la película.
Es un film único, de muy buen ritmo, con personajes muy bien diseñados y una ambientación brumosa y perfilada que dan lugar a una joya cromática.
Un legitimo clásico de la animación cinematográfica. Con elementos para la posteridad. 101 nunca volvió a ser un numero común.