Lara Croft se convirtió en su época en un ídolo de videojuegos. A saber, una chica guapa en shorts y tirantes a lo Indiana Jones...no está mal. Pues esto es la película, una chica guapa a lo Indiana Jones saltando durante toda la película y luciendo modelitos ajustados y escasos de tela (atención al atuendo que luce Jolie en plena cueva de hielo en Siberia...). A partir de aquí, la típica trama de objetos mitológicos que pueden destruir el mundo si caen en malas manos y que sólo Jolie Croft puede arreglar...muy visto y contado sin chispa de gracia.

El cómo se llegó siquiera a plantear rodar algo así se escapa a mi entendimiento. Si el pobre Chiquito ya es malo contando chistes, imagínatelo actuando...es más, imagínatelo actuando y contando chistes. Y si encima pones a Bigote Arrocet al lado imitándolo, la cosa llega a ofender...bueno...no digo más. No sabes si estás viendo una película o las tomas falsas de un documental de antropología de la 2. Que destruyan las copias...

Ya sé que estas películas solo tienen el fin de entretener y hacer pasar el rato, pero si además de rodar un pastel como éste, encima no entretienes y das gana de echar la pota, pues va siendo hora de probar otras actividades igual de dignas, como hacer calceta los sábados por la tarde al ritmo de cine de barrio o recoger espárragos mientras la brisa de la montaña te regala momentos de paz interior.
Lo dicho, a veces no vale la pena ser objeto de las críticas de manera tan gratuita.

Si bien Final Fantasy no será recordada por su guión (muy enrevesado, más cercano al mundo del videojuego), si lo será por sus espectaculares y bellas escenas renderizadas, y por sus protagonistas, que por momentos, parecen de carne y hueso. Y esto es lo interesante del film, lejos de su incoherente historia y la simplicidad de sus personajes. Final fantasy nos introduce en un mundo postapocalíptico de megaciudades automatizadas, viajes interestelares y futuro incierto para la humanidad, una humanidad que se encuentra en un punto crítico y cuya salvación depende de una mujer visionaria.
Es obvio que aun estamos lejos de poder comparar una interpretación "humana" a una "virtual", pero esta película ha dado el primer paso para llegar a ello en un futuro quizás no tan lejano.

Más que interesante historia de "niños bien" universitarios que lo único que saben hacer es montar orgías, drogarse y emborracharse en fiestas. Unos quieren ser los más populares, otras quieren ser las más deseadas, pero en definitiva todos quieren movida y desenfreno. Pero entre tanto ego y arrogancia, se esconden las obsesiones, los miedos y las inseguridades (con algún suicidio de por medio), que van floreciendo a medida que los tres protagonistas van interactuando los unos con los otros, hasta formar un triángulo tragicómico de resultados impredecibles.
Un retrato oscuro y sórdido de la juventud egoista y sin un rumbo definido, que se encamina hacia una autodestrucción progresiva y brutal.