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España España · Calafell
Críticas de kakihara
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
7
19 de enero de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Dinero Caído del Cielo es una de esas películas populares en su momento, que mucha gente de cierta edad recuerda con cariño, y que uno debe desempolvar como si fuera un pequeño tesoro a descubrir. Una película envuelta de un manto clasicista y ambientada en los años de la depresión norteamericana (una suerte de El Gran Salto, pero vehiculada a través del musical y más transgresora aun que el film de los Coen).

La película de Herbert Ross, de una fotografía, dirección artística y coreografías impecables, ofrece numerosos elementos que transgreden lo que se venía haciendo dentro del género musical e incluso lo que se hizo más tarde (teniendo en cuenta que el musical es un género que tradicionalmente siempre ha venido con el concepto de innovación cargado sobre las espaldas -si no, véase un musical de la misma época tan rompedor como The Rocky Horror Picture Show).

Lo primero que me ha llamado la atención de Pennies from Heaven es la forma como se narra la vida del personaje brillantemente interpretado por Steve Martin, moviéndose en todo momento entre las dos caras de la moneda de la vida: por un lado, la realidad que vive el personaje, llena de desgracias, tristeza y un proceder muy poco ético por su parte en esos años de la Depresión norteamericana (aquí nos situamos en el drama más crudo) y, por la otra, se trabajan todas las fantasías de dicho personaje a través de los numeritos musicales en los que expresa sus deseos. E incluso a medida que avanza el film otros personajes importantes (como la esposa y la amante) pasan a recrearse también en sus fantasías a través del numerito musical, y hasta hay lugar para un extraño numerito musical final con los 3 compartiendo micro (Martin, su esposa y su amante). Sorprende el tremendo contraste (casi incendiario a nivel de emociones transmitidas) que se crea entre la vida real de los personajes (triste y por momentos gris y bucólica) y sus fantasías, que suelen aparecer repentinamente en momentos de crisis y aportan la sorprendente nota de humor y alegría.

Y el propio personaje de Arthur lo expresa en un momento dado: “Quiero vivir en un mundo donde las canciones sean la realidad”. Es la senda que toma el film de Ross de forma casi obsesiva, esa idea de que inmediatamente detrás de esas nubes grises de los títulos de inicio que están provocando una tormenta se encuentra ese cielo rabiosamente azul; detrás de todo problema, se encuentra una forma de verlo positivamente, con otros ojos. Y las fantasías recreadas siempre tienden a ser proactivas, a actuar como motor para el cambio, el cambio a mejor.
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kakihara
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9
4 de marzo de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de Sydney Lumet (director de grandes películas como “Punto Límite”, “El Prestamista” o “Tarde de Perros”, entre otras) que tras ser visionada por segunda vez por un servidor, logra dejar intactas todas aquellas virtudes que la hicieron merecedora en su estreno de un Oso de Oro en el Festival de Berlín y de 3 nominaciones a los Oscar (Película, Director y Guión Adaptado).

El film, filmado con apenas 350 mil dólares de la época y con un elenco de actores envidiable, entre los que se encuentran Lee J. Cobb, Jack Walden o el mismo Henry Fonda, que produjo la película, cuenta la historia de un jurado popular compuesto por 12 miembros que deben deliberar si envían a la silla eléctrica a un joven acusado de asesinar a su padre. Durante la sesión de deliberación, el miembro número 8 del jurado popular, un arquitecto magníficamente interpretado por Fonda, es el único en retener a los 11 restantes en una sala cargada de un asfixiante bochorno, al mostrar sus razonables dudas respecto a la culpabilidad del acusado. La pregunta de “¿es prudente llevar a la muerte a un acusado sin estar completamente seguros de su culpabilidad?” es suficiente para tener durante 90 minutos a los 11 miembros restantes recluidos en la sala, revisando el caso, descubriendo nuevas dudas sobre la culpabilidad del acusado y, al mismo tiempo, descubriéndose a sí mismos, a aquel ser humano racional que todos llevan dentro y que los prejuicios no dejaban florecer; pero no menos importante: 90 minutos en los que el espectador queda absolutamente imbuido en cada nueva reflexión lanzada por el arquitecto, por cada nuevo giro, por cada nueva tensión entre miembros del jurado, por cada nuevo gesto de aprobación al arquitecto, por cada nueva gota de sudor…

12 Hombres sin Piedad es un drama judicial que logra finalmente fusionar lo mejor del cine comercial (diabólicamente entretenida) con lo mejor del cine de autor (personalísimo alegato contra la Pena Capital por parte de Lumet y denuncia del sistema judicial estadounidense), lo mejor del lenguaje cinematográfico y lo mejor del teatro. Sin duda alguna, un film que gana con cada nuevo visionado, sin fecha de caducidad, que supone uno de los grandes clásicos perennes del cine de los 50, de aquella nueva generación de directores que provenían de la televisión para asaltar el cine con su nueva mirada. La primera y mejor adaptación de la obra teatral de Reginald Rose que tendría, 16 años más tarde, otra adaptación (española) al cine nada desdeñable, en este caso con Estudio 1 al frente y un reparto autóctono igualmente envidiable.

****5/5****
kakihara
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4
9 de enero de 2011
34 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brutal es lo que podría haber sido esta película. Es precisamente el adjetivo que mejor definía este proyecto sobre el papel, tremendamente original como idea pero muy desaprovechado. Danny Boyle será a buen seguro el ganador del Balón de Oro que será entregado por la FIFA mañana y no Messi, ya que nos está empezando a meter muchos más goles gracias a:

1.-Un magnífico departamento de publiciting (encargado de enviar notas de prensa que empiecen a promover el boca-oreja antes del estreno del film).

2.-Un estilo videoclipero exacerbado con reminiscencias del videoclip proveniente del mundo del skateboarding. El estilo empalma sobretodo a un público joven, menor de 29 años.

3.-Un uso de la música abusivo a la par que aleatorio por parte del sr. Apu.

4.-Un muy buen manejo en la sala de montaje.
Etc.

Y aquello que lastra la interesantísima propuesta:

1.-El sr. Apu creó un muy buen repertorio musical (aunque sin unidad ni personalidad) en el anterior film y aquí decide cargarse todo aquello que podía hacer grande esta película: la tensión, la impotencia, la frustración, la locura... todo aquello que se esfuerza en transmitir el pobre Franco es silenciado por el estruendo del sr. Apu. Apenas hay sonido directo de gemidos/gritos a pélo en una propuesta que lo necesitaba urgentemente.

2.-Tan sólo tenemos 2 secuencias que consigan transmitir dichas emociones: el magnífico sueño de la tormenta y el clímax del brazo con el sr. Franco tocando la guitarra. El resto hacía que me sintiera triste; material desaprovechado con una elección de casting errónea a mi juicio; Franco aprueba pero no hace estallar la pantalla como podría haber hecho otro actor ayudado por un estilo diferente de dirección...

3.-La desastrosa fotografía de uno de los grandes, Anthony Dod Mantle. Aun me cuesta creer que sea él quien ha fotografiado este film y esas escenas nocturnas. Sin olvidar algunos fogonazos de luz hacia el rostro de Franco sin justificación alguna...

4.-La pedantería de Boyle, su discurso trascendental mediante la triple split screen del inicio/final; "Vive en sociedad: no te arrepentirás" o "el ser humano es sociable de por naturaleza" son algunas de las perlas discursivas que nos lanza con ese cutre-prólogo y cutre-pílogo de pseudo-documental en la línea de otros ejemplos como "Última Llamada" (2002).

Y como notas positivas, decir que, más allá de lo desaprovechado del material, la película se hace llevadera, es relativamente atractiva y tiene a un entregado James Franco, dentro de sus limitadas posibilidades para este papel (ojo, que me parece un buen actor). Y llegado a este punto me pregunto: ¿He visto la misma película que los demás? ¿Qué me está pasando? o ¿Qué les está pasando a los demás?

**/*****
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kakihara
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3
25 de julio de 2010
27 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y en concreto, 7 cabellos que me gustaría recuperar. A saber:

(-1) PROYECCIÓN: Los personajes de esta supuesta cinta de terror no transmiten ningún tipo de sensaciones, especialmente ese engendro humano intento de Carrie-Anne Moss francés, que debería motivar cierta identificación con el espectador y no lo consigue.

(-2) VEROSIMILITUD: señores, señoras, aunque no lo parezca, una película de zombies también debe atenerse mínimamente a una lógica interna que sea coherente. Cuando toda una serie de personajes han resultado ser fácilmente asesinables debido a la extrema fuerza de estos zombies, no puede aparecer el personaje principal masculino e insertarse en una marabunta de podridos para despedazarlos con un machete sin resultar herido durante largo tiempo.

(-3) MUNICIÓN: está francamente bien que en un par de ocasiones, los humanos carguen sus pistolas para demostrar que la película en la que actuan tiene ciertas pretensiones. Pero ese par de cargas, seamos serios, no dan para cientos de disparos. Una beretta 92 de 9mm tiene un cargador de 15 balas.

(-4) TONO: el producto se toma a sí mismo seriamente. Y esto va relacionado con los anteriores pelos faltantes. Si hay que ser verosímiles cargando la pistola, hay que mantener dicho orden hasta las últimas consecuencias (e incluso sacar partido de ello). La película pretende dar miedo, entro muchas otras pretensiones no conseguidas. Justamente todo lo contrario a la mucho más interesante Dead Snow, también vista recientemente; la película noruega da en el clavo a la hora de ser AUTOCONSCIENTE. La consciencia de raza y clase social es importante (perdón).

(-5) VIDEOCLIP: El estilo videoclipero del nuevo terror francés queda impregnado en toda la cinta, cuando el cine de zombies es uno de los subgéneros más conservadores que se precie. Si se innova en nuestro preciado subgénero, que no sea mediante la cámara en mano temblorosa, el corte impaciente y la estética re-que-te-to-que-te-a-da con Avid. Además, está rodada en digital y se nota para mal...

(-6) ORIGINALIDAD: la premisa inicial, pese a ser sumamente interesante, no se desarrolla debidamente. Se hace hincapié en perder por el camino a personajes que sobre el papel iban a tener relevancia, aunque pronto se desvela este como un nuevo recurso fácil, que acrecienta la falta de proyección con los personajes del 1er pelo tomado.

(-7) SANGRE: Y el colmo de los colmos; uno de los elementos inaceptables para el actual amante del cine de zombies: la SANGRE, señores, señoras, no se genera por ordenador, por muy económico y cómodo que sea este proceso; esto NO es Zatoichi de Kitano. La hemoglobina se genera mezclando una parte de kero (jarabe de glucosa) y colorante rojo para repostería, con unas gotitas de azul o café instantáneo para darle el color adecuado. Una vez tenemos 10 barriles llenos de profondo rosso, tenemos que intentar, por todos los medios, agotarlos durante el rodaje.
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kakihara
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3
6 de agosto de 2013
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había una vez, en un país frío y lejano, un director de cine de apellido pronunciable pero fácilmente olvidable que quería revolucionar el mundo del cine. Empezó una breve pero intensa carrera sorprendiendo a todo el mundo con una trilogía sobre el crimen y el lado más oscuro de su país, “Usher”. Luego se aventuró a empresas cada vez más experimentales (el granizado de naranja mecánica “Bronson” y la vikinga “Valhalla Rising” como ejemplos), y fue así como el joven de apellido pronunciable pero fácilmente olvidable (JAPFO en adelante) empezó a ver en sus películas, marcadamente visuales y violentas, una constante que no paraba de repetirse: la exploración de la psique de individuos con oscuros pasados cuyo interior sólo ha conocido la aflicción y el odio. Pero no una exploración psicológica como la solemos entender, no… Era más bien… ¿cómo lo diría? Como… acercarse al interior de los personajes, llamar a las puertas de sus almas y quedarse fuera. De entrar en casa de dichas almas ya se encargaría el espectador. De esta manera, JAPFO se había propuesto hacerle de guía al espectador, acompañarlo de la mano en los llamados “viajes hacía el interior del alma”, envueltos todos ellos por una cada vez más satisfactoria factura visual, hasta llegar a la obra que lo ha encumbrado como precoz autor de culto, “DRIVE”. En ella, consiguió ambas cosas: “sugerir” lo que hay en el interior del personaje de Ryan Gosling mediante un inteligente uso de herramientas cinematográficas (música techno-retro, movimientos de cámara, cámara lenta… y el rostro impasible del actor) y al mismo tiempo narrar una historia comprensible con toda clase de alicientes (desde un romance hasta las logradas escenas de acción), y aderezarlo todo con un curioso aroma a tragedia de anti-héroe. JAPFO logró volver a poner en boca del público el vocablo “Cool”, en nuestras tierras más conocido como el “¡Cómo mola!”.

Pero a JAPFO, tras ver su marcado estilo y ser consciente de él, le empezó a asaltar la codicia y quiso abusar de todo aquello que había caracterizado su estilo, y llevarlo al extremo con su nueva película “Only God Forgives”. La historia era lo de menos en este caso: la simple premisa de un delincuente (Gosling) que vive prófugo en Bangkok y que debe valorar si vengarse o no de “los asesinos” de su hermano. Todos aquellos recursos que funcionaban en “Drive”, utilizados aquí de forma desproporcionada sólo consiguen hacer florecer la vacuidad del conjunto, agravada por la caricaturesca e inolvidable actuación de Gosling, cuya expresión no cambia ni un ápice en toda la película, calcada a la que mostraba en “Drive”, e incluso muy parecida a la que mostraba en otro film independiente como era “Cruce de Caminos” (2012), donde su director quiso aprovechar el éxito de la “Fórmula Drive” para dirigir a Gosling exactamente igual que lo hiciera JAPFO.
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kakihara
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