Me llamó todo la atención, esa contención en el carácter del personaje que Luis encarna por el día y que por la noche aflora malévolo, lleno de odio por no poder ser feliz y solo evitando que otros lo sean con empeño consigue olvidar su infelicidad. Intenta, a menudo huir de la vida pero la maldad psicótica que recorre sus venas le impide irse. Me impresionó esa primera bajada de la cámara, atravesando las sábanas, el colchón, para acabar dando con él mientras espera inmerso en su locura a que Clara duerma. Me llamó la atención su mirada oscura, sus movimientos por la casa, su última media sonrisa. En definitiva, un enorme papelón a la altura de Celda 211 con mucha garra que nos deja sin aliento.

El monólogo con Petra Martínez también quisiera destacar lo, me parece un muy buen papel secundario. Sientes como se le van humedeciendo los ojos mientras el habla y habla y se marcha sola como si le hubieran robado la vida que le quedaba. También me gustaría destacar los ratos que pasa con su madre, enferma terminal. No le mira, no le habla, únicamente puede oírle sin querer y se da cuenta que engendró un monstruo pero no puede hacer nada. Así como me gusto un poco menos el papel de Iris Almeida, que también lo hizo bien pero no me creí tanto cuando la sacaban por la ventana.