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España España · Barcelona
Críticas de SCuenca
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Críticas 286
Críticas ordenadas por utilidad
6
11 de abril de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cuesta buscar la causa del problema en Noé y de este bajón que supone en la filmografía de Darren Aronofsky. Si uno se fija el problema no atañe ni a guión (los mismos que en El luchador, 2008) ni a la banda sonora, con Mansell de nuevo a la cabeza de la orquestra. Tampoco el problema recae en el reparto en el que repite con Jennifer Connely (los años de más no le sientan bien). Así pues, ¿Qué falla aquí? Sin dudarlo es la trama y el modo en que el director enfoca la historia. Se nota que aquí la mano hollywoodiense ha estado más involucrada de lo habitual, ya que nos encontramos quizás ante el peor trabajo hasta el momento de Aronofsky. Vistas todos sus films, los cuales siempre te provocan una cierta reflexión o alguna que otra imagen para el recuerdo, en Noé no hay absolutamente nada que me llame la atención más allá de lo común. El film como tal funciona y es efectivo, eso está claro, y el tema que trata también, pero no sé, me esperaba más. Quizás una crudeza más palpable y más angustiosa como en La pasión de Cristo (2004) que hiciera que el espectador tuviera aún en la retina las imágenes del film. Pero no, mire por donde mire, la única olor que se me ha quedado impregnada tras ver Noé es la de producto destinado a tener un propósito mas recaudatorio que concienciador. Por eso vuelvo a recalcar el hecho del bajón del estadounidense, el cual siempre ha hecho cintas con ese propósito y aquí me es difícil encontrarlo. Quizás el problema sea mío, pero a día de hoy, me sigo decantando por un film de antaño, en los que sí, su duración puede sobrepasar los 200 minutos, pero quizás las historias se contaban mejor. También es verdad que eran otros tiempos y que Noé ha tenido que adaptarse lo mejor que ha podido en 2014 para intentar llegar a todos los públicos, por eso dentro de lo que cabe, parte de mérito tiene el asunto. Quedémonos pues con lo importante, ya que dentro de lo que cabe, te guste la religión o no, te evades un rato de la realidad.
SCuenca
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8
11 de febrero de 2014
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo huele bien en American Hustle de principio a fin. Desde su gran reparto hasta la minuciosa elección de los temas que se escuchan o el magnífico vestuario capaz de hacer más que creíble (y a su vez caricaturizar) a unos personajes totalmente enfundados en su rol setentero. Quizás el chascarrillo que menos convence es el de encontrarnos, al igual que en El lobo de Wall Street (2013), ante unos personajes que se dedican a algo por igual: son estafadores. Pero ya está. Paren de contar, porque a partir de aquí, los caminos se desvían y el film de Scorsese nada tiene que ver con el protagonizado por Bale, Adams, Cooper, Lawrence y cía.

Cuenta la historia de Irving Rosenfeld (Christian Bale), un brillante estafador que junto a su socia/amante Sydney Prosser (Amy Adams) se verá obligado a trabajar para el agente del FBI Richie DiMaso, estando a las ordenes de éste, el cual utilizará a ambos para poder atrapar a diversos cargos políticos como Carmine Polito, y sacarle sus trapos sucios y así poder acceder a una red más extensa de criminales con el fin de encarcelar a los máximos posibles.

Otorgando su correcta dosificación a cada protagonista, American Hustle consigue que su reparto te acabe gustando porque cada personaje tiene algo que lo hace especial. Empezando por Christian Bale (El caballero oscuro, 2008), el cual logra impresionarme de tal modo que sus kilos de más pasan a ser secundarios para mí. La visión que se nos ofrece del personaje que interpreta (Irving), es la de un hombre que se ha hecho a sí mismo, que conoce sus negocios y que es muy prudente a la hora de hacer cada estafa. Su micro mundo de estafas a ciudadanos corrientes cambia de sopetón con la interferencia de DiMaso (Bradley Cooper) en escena, adentrándolos en unas situaciones provocadas por la propia ambición del agente del FBI, las cuales no hacen más que aumentar la probabilidad de poner aún más en peligro su vida al tener que estafar a gente de mayor nivel, algo que conlleva un riesgo mayor. Destacar que esto hace que al final acabemos simpatizando con Irving, con el que pese a no olvidarnos de que es un estafador, acaba siendo el que mejor corazón tiene.

Para hacerse una idea de cómo es el personaje que interpreta Cooper (Resacón 2, ¡Ahora en Tailandia!, 2011) creo que la palabra gualtrapa es la más idónea para definirlo, es decir, un tío mal vestido y con escasa picardía para hacer las cosas. La otra pieza angular es Sydney Prosser (Adams), la cual sabe jugar muy bien sus cartas, no dejando claras sus intenciones hasta el final. Es un personaje que me acabó sorprendiendo porque acaba demostrando que tiene más moralidad que Rosalyn (Lawrence). Por último, nos encontramos con el Alcalde Carmine Polito (Renner), un hombre de doble cara. Por un lado es el político ejemplar que siempre estará ahí apoyando al ciudadano mostrándose cercano, mientras que la otra cara nos muestra a un hombre que acepta dinero, siempre todo sea dicho, para un bien mayor para el ciudadano, lo cual no quita que tenga de igual modo las manos manchadas. No obstante, lo más complejo de este personaje es su innata inconsciencia de admitir que ha obrado mal.

Una minuciosa y acertada BSO setentera junto a alguna que otra escena de bailes (con algún que otro homenaje descarado a “Fiebre del sábado noche”), hacen que el film adquiere el toque definitivo y convierta en suyos algunos temas como “I Feel Love” de Donna Summer, “Live And Let Die” de Wings o la gran “Delilah” de Tom Jones. Como digo, los temas que se escuchan son muy significativos y representan una época que O’Rusell a sabido plasmar musicalmente.

La excentricidad inteligente de la gran mayoría de sus escenas, junto con su música y diálogos, convierten el film de David O’Rusell en una gran película en la que no falta de nada. Es más, consigue su propósito que es el de conseguir también “estafar” al propio espectador hasta el final, metiéndolo en ese bucle sin salida que parecen únicamente ver Irving y nosotros, como si compartiésemos esa agonía juntos, sabiendo tanto uno como otro que cuanto más se avance más difícil va a ser escapar. Y como digo, lo peor de todo es esa compenetración (espectador-personaje) de saberlo y no poder evitarlo.

American Hustle cumple notablemente al conseguir transportarnos a una época tan especial como son los años 70, en los que la música experimentó un auge espectacular (el director ha querido remarcarlo bien), una moda que también se instauró junto con un sistema podrido en el que se ven claramente remarcadas las deficiencias de un FBI falto de recursos en el que ha querido destacar que tanto en una esfera como en otra (la criminal), las ambiciones por ser “un alguien” son iguales. El sueño americano.
SCuenca
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7
11 de abril de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalmente yo es algo que ya tengo muy claro y en BARATOmetrajes 2.0 – El Futuro del Cine Hecho en España he podido comprobar cómo en un momento determinado se hace mención a la idea que tenía en mente: es un problema de concienciación social. Es decir, de los muchos puntos que ha tocado el documental de Daniel San Román y Hugo Serra, tener conciencia de todo lo que conlleva el proceso de hacer una película debería ser fundamental que lo llegásemos a valorar, apreciar y aprender. El cine no es un DVD en una caja con un CD dentro o descargarlo de una página web por tantos euros, sino que es el resultado final de todo un proceso de producción, guion, dirección, vestuario, etc. Lamentablemente el ciudadano común jamás llega (o quizás si) a valorar el resultado completo de lo que supone hacer una película.

Pasando a los films de bajo presupuestos y lo explicado, debe quedar claro el concepto de que bajo presupuesto no equivale a cutre, gracioso y algo hecho con poco esmero, sino que el hecho de no tener más financiación hace que los recursos han de ser otros y uno a de espabilarse con lo que tiene para rodar en las mejores condiciones posibles porque todo escasea. Ello conlleva, como bien han dicho, bajar el listón y pensar que si uno quiere filmar de forma barata lo mejor es coger a tres amigos, un buen móvil con cámara y tener una buena idea. No obstante, no hay que confundir el hecho de que también hay otra línea de producciones que se hacen a conciencia de forma barata.

Quizás lo que si he echado en falta en el documental de BARATOmetrajes 2.0 es la opinión de algunas personalidades que nos hubieran aportado una mejor información o en todo caso, su aportación al documental hubiera sido idónea para darle la redondez que le falta. Me refiero a personalidades como Josep Battle (presidente de Cinesa) o algunos actores de renombre como Fernando Tejero o Adrià Collado, apareciendo estos dos últimos en el documental.

Otro punto importante a tener en cuenta es la aparición de Internet como medio de difusión para poder darse a conocer, promocionarse y poder llegar más lejos. No olvidemos que por mucho que una película te haya salido redonda y sea maravillosa, de nada sirve si no llega al público. Internet se ha convertido en una herramienta indispensable que no hay que ignorar, sino adaptarse a ella como se demuestra con el estreno de Carmina o revienta (2012), estrenándose simultáneamente en cine, internet y DVD.

Otra idea importante a tener en cuenta es la del hecho de preguntarnos porque el cine español no funciona salvo puntuales ocasiones. Independientemente de la crisis que España, uno debe tener ese punto de autocrítica y ser consciente de que la gran mayoría de películas españolas que se realizan no llegan a conectar con el espectador por algún motivo. Esta muy bien querer hacer cintas propias o de autor, pero si se quiere llegar a conectar con el público quizás deberíamos aportarles una temática más variada u ofrecerles algo diferente, novedoso. ¿Por qué no algo de ciencia ficción? ¿Algo histórico? ¿Viajes en el tiempo? ¿Viajes en el espacio? El ciudadano español quiere ver algo más que las vivencias de cuatro matados en un bar o una historia que ya les suena a vista. Si se quiere trazar un futuro, sea del cine con o sin presupuesto, la mejor forma es estrujarse el cerebro y amoldarse un poco a lo que el espectador desearía ver. Quizás así, además de quitarnos algún que otro complejo, podríamos competir con el cine francés.
SCuenca
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5
10 de febrero de 2014
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una sensación de demasiada indiferencia es con la que salí de la sala al ver La LEGO película. Quizás porque creo que hacer un film sobre los bloques de juguetes es demasiado excesivo, más aún cuando no hay una trama sumamente atractiva que pueda engancharte o te llame la atención.

Porque el problema no reside en LEGO, es decir, su concepto de juguetes, sino en que nos encontramos ante una historia para un público demasiado infantil, en otras palabras, es perfecta para llevar a los pequeñines al cine y que disfruten de las aventuras de Emmet y el dilema de ser el elegido para salvar los diversos mundos de la destrucción del Señor Negocios, dispuesto a acabar con todos.

No es difícil adentrarse en el universo LEGO y disfrutar tanto de sus personajes como de los diversos ambientes construidos, los cuales son fantásticos algunos de ellos, tales como la ciudad, carreteras, la casa de Emmet, etc. Y sobretodo la incursión de algunos personajes conocidos como Batman que ayudarán a que la historia tenga más fluidez. Todo esto como digo, es lo que me encanta y fascina de estos juguetes, con los que nunca o casi nunca he tenido trato de pequeño, al igual que con otro tipo de juguetes como los Meccano o los Scalextric.

Volviendo a la trama en cuestión, nos encontramos ante un personaje tan bonachón como es Emmet, el cual está en un mundo (aquí la semejanza con el mundo real) en el que se esfuerza por integrarse sin lograrlo. En parte por la hipocresía existente de la sociedad en la que vive, y porque siempre ha sido una persona que ha seguido todo a raja tabla (se rige siempre por seguir las instrucciones), sin ir más allá de sus capacidades, desconociendo su potencial.

Hasta aquí todo bien, pero a la hora de que nuestro protagonista sea acompañado en las aventuras que debe continuar para impedir la destrucción del mundo, los personajes como Batman o Lucy no logran darle ese “chispazo” necesario para hacer que Emmet se encuentre más arropado o potenciado. Todo lo contrario. Además, vuelvo a remitir que nos encontramos ante una historia que por desgracia sabes cómo va a acabar, haciéndote a la idea de a quién representa Emmet y a quién el Señor de Negocios.

El imaginario mundo de LEGO que se nos muestra es fascinante, completo, imaginativo y perfecto, pero aún está a años luz de llegar a un público más generalizado debido que como he comentado, existen limitaciones que hacen que podamos englobarla dentro del mismo nivel de otras cintas de animación como Frozen. El reino del hielo (203) , Los Croods. Una aventura prehistórica (2013) o la misma Toy Story (1994). Para que LEGO (en el cine) triunfe en un futuro deben mejorar sus historias. El nivel es muy alto y pese a que podemos dejarnos llevar por nuestra imaginación, lo que no podemos hacer es permitir que nos tomen por tontos. Si LEGO es capaz de hacer un imaginario mundo de bloques, estoy seguro que será capaz de hacer mejores historias.
SCuenca
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3
21 de junio de 2013
13 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo, inocente de mí, pensaba que tras leer la sinopsis y ver que “Después de mayo” se centraría en los cambios sociales propiciados en Mayo del 68, me encuentro con una auténtica “perroflautada” en toda regla que nada tiene que ver con el hecho histórico que se dice mostrar.

Para empezar, cuesta y mucho saber meterse en el contexto de Mayo del 68, porque apenas se nos dice mucho, por no decir prácticamente nada para que el espectador se sitúe y sepa de lo que va el asunto. El director, en vez de dejar claro sobre lo que se está viendo, decide por su cuenta mostrarnos escenas en la que vamos contemplando como los protagonistas ejercen su “revolución”, basada en dar paseos de un lado a otro, fumar, drogarse, hacer gamberradas y dar más paseos de un lado a otro. Y todo ello, sin olvidar las diversas escenas de desnudos y el cutre lío amoroso que padece el protagonista de la historia.

La trama gira en torno a Gilles (Clément Métayer) y su grupo de amigos, los cuales iremos viendo qué caminos van siguiendo. Algunos acabarán con mejor fortuna y otros peor de cómo estaban. Con un futuro indeciso, pero unas ideas claras, iremos viendo los diversos cambios de dicho grupo desde el punto de vista del protagonista.

He intentado buscar la palabra adecuada para definir las interpretaciones de la película. Siendo sincero y malsonante, las actuaciones de todo el conjunto son un pedo. Nadie da la talla y es más, los actores lo hacen tan mal que incluso se nota la desgana de alguno de ellos a la hora de interpretar dando la sensación de que parece que están leyendo el guión más que interpretar Una auténtica chapuza. Quizás, el hecho que más me fastidia no es el de ver unas actuaciones penosas, las cuales puedo tragármelas hasta cierto punto por mucho que me remueva de la butaca cada dos por tres, lo que me molesta es ver que el protagonista principal no sufre ninguna evolución en todo el metraje. El resto del grupo, para bien o para mal, sufre un cambio, pero Gilles, aparte de comprar siempre cosas con dinero que no se sabe nunca de dónde saca, es un personaje más plano que una mucama planchando perchas.

Ya lo he dicho más arriba, me he sentido engañado y lo peor de estás cosas es que esperas un punto en el que la historia quizás cambie y dé un giro de 180 grados, pero no, se hunde merecidamente. Por lo que has de tragarte una mala historia, a unos malos actores y ver cómo el director intenta ir de Paul Thomas Anderson haciendo una película a modo contemplativo que acababa por poner la guinda al cutrerio que ya de por sí había.

Por último resalto que pese a mi negatividad, doy por hecho que lo que vemos es uno de los muchos puntos de vista de los hechos post Mayo del 68, recalcando mi poco agrado del film, no por su ideología, la cual me es indiferente, sino por el poco esmero en hacer las cosas bien. Estoy seguro que si su historia hubiese sido producida por otro director, el resultado sería mejor y más comprensible.
SCuenca
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